Histórico

La historia de México es un chiste

Hay una singular forma de contar la historia mexicana: a través de las bromas sobre políticos y gobernantes.

Hace 100 años una broma popular en México decía que, cuando Porfirio Díaz llegó al cielo, Dios no se levantó a recibirlo por miedo a que ocupara su trono. Y a otro ex presidente le decían "el té de manzanilla", porque a todos cae bien pero no sirve para nada.

Son ejemplos de la forma como los mexicanos se han relacionado con el poder político a lo largo de su historia, y que es recopilada por el académico Boris Berenzon Gorn.

En el libro Re/tratos de la re/vuelta, editado por la Universidad de Guadalajara, el autor reunió más de 4.000 chistes, bromas y anécdotas desde la época de la colonia hasta el año 2000.

Se trata de contar la historia a partir de lo que los ciudadanos pensaban realmente de sus gobernantes, y que en México suele expresarse a través del humor.

"Se quita lo formal al poder y aparece lo que piensa la gente. El inconsciente colectivo se encuentra a través del chiste", dice Berenzon en conversación con BBC Mundo.

LAGRIMAS Y RISAS
Los mexicanos han aprendido a reírse de sí mismos, y con ello también de una parte de su vida cotidiana.

Una costumbre que viene de la época prehispánica, y que según Berenzon es una forma de lidiar con los problemas.

De tragedias como el sismo de 1985 que devastó a una parte de Ciudad de México surgieron decenas de chistes, y lo mismo ocurrió con los asesinatos de candidatos presidenciales.

Por ejemplo, de Álvaro Obregón –quien pretendía ser electo presidente por segunda vez- muchos preguntaban, en broma, quién era el responsable de su asesinato, ocurrido en 1928.

La respuesta común era "Cállese", una forma de señalar al entonces presidente Plutarco Elías Calles del magnicidio.

RUMORES
Y es que en la política el humor ha encontrado terreno fértil, sobre todo con los presidentes que surgieron tras la Revolución de 1910.

Durante varias décadas no hubo oposición en el Congreso ni tampoco se elegían gobernadores de partidos ajenos al Revolucionario Institucional. Los alcaldes de grupos políticos distintos eran contados.

El gobierno solía tener un control estricto de los medios de comunicación. En ese marco el humor se convirtió en forma popular de criticar al poder.

Cada chiste es un registro emocional de la sociedad que lo comparte, pero también es una especie de venganza verbal. Del rumor nadie se salva, sobre todo en temas como la sexualidad o la estupidez, dice el investigador.

"Entender la política mexicana desde la solemnidad es un gran error, porque tiene una parte humorística. Y eso lo saben los políticos", explica Berenzon.

"LOPEZ PASEOS"
En el fondo Re/tratos de la re/vuelta propone una nueva interpretación del humor como fuente histórica, a partir de su relación con el inconsciente colectivo.

Aunque contiene algunos datos de la Colonia y la época posterior a la independencia, la mayor parte del trabajo se concentra en el siglo XX y los llamados gobiernos revolucionarios.

Es una época en que abundaron las bromas a costa de los presidentes. Casi todos tenían un apodo o una anécdota con el que los mexicanos solían ubicarlos.

Por ejemplo, de Álvaro Obregón, que era manco, se decía que fue el presidente más honrado porque sólo tenía una mano para apropiarse del presupuesto.

A Adolfo López Mateos, que gobernó entre 1958 y 1964 le decían "López paseos", por la gran cantidad de viajes que realizó.

El uso de los chistes como una forma de entender la política es un rasgo típico en este país, pero Berenzon insiste: el texto no busca repetir los arquetipos que se han fincado de los mexicanos.

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