Muy lejos, en el borde del desierto de nitrato de Chile a 9.000 pies de altura (2.743 metros), donde la lluvia es casi desconocida y se puede montar por millas sin una cosa viva, animal, ave, reptil, insecto o incluso vegetación, está ubicado un solitario puesto de avanzada del Observatorio Astrofísico Smithsonian (SAO)".
Así describen los archivos del Instituto Smithsonian -a cargo de una serie de museos y centros de investigación en EE.UU.- el lugar donde estuvo instalado uno de sus observatorios durante la primera mitad del siglo XX: la Estación Solar Montezuma, en el cerro del mismo nombre, cerca de Calama.
El observatorio, que funcionó entre agosto de 1920 y julio de 1955, se dedicó a estudiar las variaciones de la radiación solar y su relación con el tiempo atmosférico. Su hipótesis era que la radiación producía los cambios en el clima. No pudieron probarla.
Roberto Rondanelli, climatólogo del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2), y su equipo de la U. de Chile, llegaron a las ruinas del antiguo observatorio el año pasado, mientras realizaban una investigación sobre radiación solar.
Sabían de la existencia del lugar y que algunos astrónomos lo habían buscado sin suerte. "Llegamos por curiosidad, eso es lo que nos mueve. No sólo la curiosidad científica, sino por lo que hicieron otros antes, confirmar que el lugar existe, porque permitiría tener posibilidad de instalar instrumentos ahí y comparar mediciones actuales con antiguas", dice el investigador.
Las observaciones realizadas entre 1920 y 1926 en la estación permitieron desarrollar nuevos métodos para los registros de la actividad solar, dice un antiguo trabajo de Charles Abbot, astrónomo del Smithsonian y uno de los impulsores del observatorio.
Datos siguen en uso
Aún hoy, sus datos son usados en investigaciones. Georg Feulner, investigador del Instituto para la Investigación del Impacto del Clima de Potsdam (PIK), Alemania, publicó una revisión de los datos de distintos observatorios que el Smithsonian tuvo durante la primera mitad del siglo XX y no encontró evidencia del efecto de la actividad solar sobre la insolación en tierra.
"Las mediciones de la radiación solar del SAO son ciertamente interesantes y pueden ser útiles para la investigación aún hoy en día, a condición de que se analicen con mucho cuidado", dice Feulner a La Tercera. El problema de la medición de la radiación solar desde tierra en lugar de hacerlo desde satélites, como se hace hoy, es que hay que lidiar con todo tipo de fenómenos que afectan la transmisión atmosférica, desde la contaminación local a los aerosoles de erupciones volcánicas, dice el investigador. De ahí que el observatorio de Montezuma haya sido cerrado por el efecto que Chuquicamata tuvo en las cercanías.
"No resulta fácil hablar hoy de importancia científica, con la transformación que ha sufrido la heliofísica a partir del advenimiento de los observatorios solares en órbita y el crecimiento del conocimiento físico de la interrelación entre la radiación solar y la atmósfera terrestre. Aquellos intentos primarios de fijar esos parámetros se han desvalorizado hasta llegar a constituir hoy sólo algo anecdótico", dice Edgardo Minniti, historiador del Observatorio de Córdoba, Argentina, quien también investigó sobre el tema.
Minniti sostiene, sin embargo, que el esfuerzo por recuperar su historia se centra en destacar para las nuevas generaciones aquellos ejemplos "que aportaron mucho para hacer realidad la era del espacio". Charles Abbot, el astrónomo que impulsó el proyecto, diseñó y construyó instrumentos para medir la radiación solar y pasó temporadas en el desierto chileno tratando de relacionar la radiación con el clima. "En una humanidad que pugnaba por superar los egoísmos sectoriales, es un sacrificio personal que puede calificarse de heroico, si consideramos las condiciones y la realidad ambiental de los lugares de su accionar", dice el historiador.
Para Rondanelli su interés va más allá de lo que significó para la historia. Las mediciones que se realizaron desde allí son únicas y escasas para otras partes del mundo, por lo que podrían compararse con mediciones actuales. "El interés futuro es tratar de instrumentar mejor cerro Montezuma y tratar de recuperarlo como patrimonio histórico de la ciencia que se hizo en el lugar. Ese era el más importante del mundo en observación del Sol durante la primera mitad del siglo XX, estaba en Chile y nadie sabía y todavía está".