La historia del docente que enseña matemáticas a través de un huerto

Los alumnos aprenden conceptos como área y perímetro a través de la plantación de verduras. La escuela especial Tomás Vargas y Alcaya de Maipú recibió un premio a la innovación.




La Calle Asunción en la Villa General Baquedano de la comuna de Maipú no tiene áreas verdes. Es más, la gente bota en sus alrededores escombros y basura en los múltiples sitios eriazos que existen. "Esto es un basural", se queja Jacques Gallardo Pilquil, profesor de matemáticas de la Escuela Municipal Tomás Vargas y Arcaya, que decidió cambiarle la cara al sector a través un huerto que instaló en el interior del establecimiento y donde los alumnos plantan desde tomates hasta flores ornamentales. Y lo que es aún mejor: aprenden matemáticas.

Hace tres años el profesor, los alumnos y apoderados iniciaron el proyecto "Con las manos en la tierra germinan los aprendizajes", que consiste en la instalación de un huerto en uno de los patios del colegio.

¿La idea? Darle vida a esta verdadera selva de cemento y, de paso, aprender fracciones y geometría de una manera más didáctica. El proyecto beneficia a más de 700 alumnos de kínder a octavo básico del establecimiento, que atiende a escolares con necesidades educativas especiales, tales como problemas visuales, auditivos e intelectuales y quienes, en su mayoría (87%), proviene de hogares vulnerables.

"Era difícil enseñar operatorias matemáticas con un pizarrón y un plumón de manera abstracta. Como tenemos alumnos con necesidades especiales, era aún más difícil. Con el huerto, hemos logrado que los niños aprendan de una manera mucho más entretenida y efectiva, además los aprendizajes son transversales a varias materias", agrega Gallardo.

Por ejemplo, para la plantación de tomates, el profesor les pide a los alumnos que destinen un sector rectangular para dicha tarea y que debe tener ciertas medidas. Con este simple ejercicio, los niños aprenden a través de la experimentación conceptos como área y perímetro.

Además, todo es realizado en equipo. "El trabajo en equipo ayudó a cambiar el clima hostil que había en el colegio. Los alumnos están más motivados estudiando y cuidan su colegio, porque ven en él su propio trabajo. Con ello, también ha habido aumento en el rendimiento", asegura Gallardo.

De hecho, el colegio ha aumentado en, a lo menos, cinco puntos anuales sus resultados Simce de cuarto básico en todas las áreas en los últimos tres años.

Para los alumnos de kínder, el huerto les ayuda con las sumas y restas. Por ejemplo, en la época de cosechas, son ellos quienes deben contar cuántas semillas dieron frutos y separar cada una de las frutas en canastas.

Otras disciplinas
Los espacios no sólo sirven para las matemáticas. En ciencias, por ejemplo, otros docentes enseñan a los niños cómo ayuda el sol al crecimiento de las flores o en tecnología aprenden técnicas de riego, como el por aspersión, modalidad de riego mediante la cual el agua llega a las plantas en forma de lluvia.

Además, cada año realizan ferias verdes donde venden, entre la comunidad, los productos de la cosecha. En cada feria, por ejemplo, pueden vender más de 40 lechugas.

El colegio recibió este año el premio a la innovación educativa otorgado por el municipio, que consiste en $ 3,8 millones, lo que les permitió techar el huerto, que, en un futuro, pretenden ampliar. Además, ya han ornamentado con flores y han puesto plazas en otros patios del colegio.

"Con el huerto he ido aprendiendo matemáticas al obtener datos de las temperaturas, cantidad de frutas, período de tiempo para su cosecha, además de aprender a plantar", dice Kathleen Silva, de sexto año básico.

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