El avance del integrista Estado Islámico (EI, ex Isis) por amplias zonas del norte de Irak ha hecho que unas 50.000 personas hayan huido en los últimos días desde las montañas de Sinyar hacia las regiones autónomas kurdas y hacia Siria. Así lo informó el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

Precisamente, el crecimiento del Estado Islámico, que también opera en Siria, ha encendido las alarmas internacionales sobre el futuro inmediato de Irak, al punto que el gobierno estadounidense se involucró directamente en la situación de ese país, bombardeando las posiciones yihadistas e impulsando la formación de un nuevo gobierno para hacer frente a la amenaza integrista. Incluso algunos personeros se han animado a definir al EI como un grupo "más poderoso que Al Qaeda", como afirmó el presidente del subcomité de Contraterrorismo del Congreso norteamericano, el republicano Peter King.

El surgimiento del Estado Islámico tiene sus orígenes en la invasión norteamericana y la caída de Saddam Hussein, en 2003. Fue a raíz de la instalación de las fuerzas estadounidenses que muchas milicias aparecieron para combatir a las tropas extranjeras. Entre esas facciones fue que surgió la filial de Al Qaeda en Irak, cuyo líder era el jordano Abu Musab al Zarkawi. Sin embargo, ese dirigente murió en una acción norteamericana, en junio de 2006.

El brazo derecho de Al Zarkawi, el egipcio Abu Ayub al Masri, tomó el testigo y declaró el 13 de octubre de ese año la formación del Estado Islámico de Irak, siempre bajo el paraguas de Al Qaeda y con alrededor de unos 800 milicianos.

Pero en abril de 2010, una operación de las fuerzas norteamericanas logró golpear nuevamente a su cúpula y dio muerte a quien era considerado el emir del grupo, Abu Abdullah al Rashid al Baghdadi, y al verdadero jefe del grupo, Abu Ayub al Masri. Así fue el turno de quien es hasta ahora el líder del grupo: Abu Bakr al Baghdadi. Fue tras el retiro de las tropas de Estados Unidos cuando esta facción integrista creció en número de militantes hasta unos 2.500, y con ese salto se animó a entrar en la guerra civil de Siria, con lo que decidió cambiar el nombre de la organización por el de Estado Islámico de Irak y Siria (Isis).

Esta decisión produjo una disputa entre Al Baghdadi y Ayman al Zawahiri, el heredero de Osama bin Laden al frente de Al Qaeda. En octubre de 2013, Al Zawahiri decretó que el representante de la red en Siria era el Frente al Nusra, por lo que el Isis debía retirarse a Irak. Pero en febrero pasado, ante la negativa de Al Baghdadi, Al Qaeda anunció su quiebre con el Isis.

Como si nuevos aires le hubiesen dado al Isis, logró consolidar algunas zonas en Siria y ampliar su zonas de control en Irak, al punto que en junio logró tomar la segunda ciudad del país, Mosul. Y el 29 de junio hizo tres nuevos anuncios: la organización pasaba a llamarse Estado Islámico, en las zonas que controlaba quedaba establecido un califato y Abu Bakr al Baghdadi asumía como califa.

Los éxitos del EI le han valido que incremente sus filas, hasta llegar a los 15.000 combatientes, provenientes de diferentes países árabes y unas arcas aparentemente llenas gracias a la venta, en el mercado negro, de petróleo obtenido de los yacimientos conquistados.