Lou Reed construía gran parte de su presupuesto con pequeños trabajos como mecanógrafo, recluido en su casa paterna en Long Island, alejándose de a poco de Nueva York, de sus cuatro discos junto a Velvet Underground, de las tertulias y exploraciones estéticas a la sombra de Andy Warhol en The Factory. Venía a la baja, protagonizando su desaparición.
En la otra esquina, David Bowie. El británico acababa de publicar Hunky dory y trabajaba en el disco que lo proyectaría al firmamento del rock: Ziggy Stardust and the Spiders from Mars. Bowie siguió de cerca la carrera de The Velvet Underground y con la manga ancha que le confería su status de estrella en ascenso, influyó para que su ídolo, Lou Reed, fichara por la RCA del Reino Unido. Reed, sin embargo, le devolvería un ladrillo con su primer disco solista, el homónimo de 1971, que apenas reinterpretó algunos temas ya conocidos con su banda, y nuevas composiciones sin la trascendencia que se esperaba del "poeta del rock'n roll".
Para su segundo intento, sin embargo, Bowie tomó el control. Se puso al frente como productor ejecutivo y acarreó consigo a su guitarrista, Mick Ronson. "Yo estaba petrificado", explica el autor de Héroes en el documental Rock 'n roll heart, "me sentía abrumado por su legado. Estaba desesperado y lo único que quería es que funcionara, que desde ahí apareciera un disco memorable". Lo logró. En diciembre de 1972, Reed publicaba su álbum más reconocido, un imprescindible del glam rock: Transformer.
Fueron apenas nueve días de trabajo en los estudios Trident, en Londres, donde también grababa Mott The Hopple. Reed, de hecho, terminó haciendo coros para el cantante de All the young dudes. Pronto, Ronson se reveló como jefe de la operación: hizo los arreglos, tocó instrumentos y se encargó de varias decisiones estéticas, en sesiones que -según ha recordado más tarde- Reed apenas sabía si su guitarra estaba afinada. La foto de la portada, de hecho, fue capturada por Ronson. Y ya con la primera canción del álbum, Reed ponía una visagra que presentaba un nuevo sonido, con un homenaje a los personajes que había acompañado su carrera: Vicious suena a glam rock, pero su letra fue compuesta en base a una discusión con el antiguo mánager de The Velvet Underground, Andy Warhol. Andy's chest también recuerda al artista pop y el ataque a balazos que sufrió en 1968.
Transformer también tiene parte del catálogo más reconocible de Reed, como Satellite of love -con Bowie en los coros- y Perfect day, esta última siempre en disputa respecto de la dedicatoria: su biógrafo Victor Bockris explicó que se refería a su pareja de ese entonces, Bettye Kronstad; la película Trainspotting, sin embargo, selló su destino como una oda a la heroína. New York telephone conversation fue grabada en vivo con Bowie, pero por más que se destaque la participación del británico, todas las composiciones llevan el crédito de Reed.
Walk on the wild side es la única entrada que exhibe Reed en el Billboard Top 100 (y dos veces: en 1991 revivió después que Marky Mark lo ocupara para su tema Wildside). Pero más allá de sus números, fue la primera canción realmente popular armada en torno a un bestiario inédito de prostitutos y transformistas, todos performistas del teatro bar Max's Kansas City de Nueva York. Así, el actor bisexual "Little" Joe Dallesandro -famoso por los desnudos que protagonizó en las películas de Warhol- entró en el panteón de los personajes en la historia del rock con esa estrofa dedicada a "Little Joe". Tanto así, que The Smiths lo elegirían para retratar la carátula de su álbum debut en 1980. "Después de toda la labor rupturista que habían hecho ellos, no habían recibido recompensa alguna", celebró Patti Smith en una retrospectiva del disco.
Con todo ese trasfondo, los accidentes también conspiraron para el éxito de Transformer: Walk on the wild side fue seleccionada por Johnny Walter de la BBC para presentar el álbum. Casi por defecto, quedó convertida en el primer single. Su fama fue creciendo cuando los autores comenzaron a desencriptar el coa neoyorquino y entendieron que la línea "giving head" era una referencia al sexo oral que había escapado a la censura británica.
La dupla, además, había inyectado con polémica la antesala de Transformer. La más celebre fue el beso que ambos se dieron en el Hotel Dorchester: Reed, borrachísimo; Iggy Pop, tirado en el suelo, actuando como junkie.
Estuvieron a punto de repetir su colaboración en 1979, pero el Duque Blanco puso como condición que el estadounidense debía "limpiarse" de las drogas y el alcohol -Bowie estaba rehabilitándose, tras su período en Berlín- y Reed se le fue encima con pies y puños, amenazándolo a que nunca más en su vida repitiera una estupidez como esa. Ambos cantantes harían las paces sólo dos décadas más tarde y Transformer quedó como único testimonio de una alianza donde el fracaso conspiró para el éxito.
La causa de muerte y sus condolencias
Ayer, el médico Charles Miller de la Cleveland Clinic atribuyó el deceso de Reed a una "enfermedad hepática". Miller atendió a Reed durante el trasplante de hígado al que se sometió en abril y según cuenta a The New York Times, el músico había regresado a tratarse los últimos días.
Durante el día siguieron los mensajes de despedida para el neoyorquino: "Era un maestro", escribió Bowie; "es la razón de todo lo que hago", describió el vocalista de The Strokes, Julian Casablanca. "El mundo ha perdido un gran cantautor y poeta; yo a mi compañero del colegio", dijo John Cale.