Shigeaki Mori tenía ocho años cuando Estados Unidos lanzó la bomba en Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Ayer, el discurso del Presidente Barack Obama le provocó una gran emoción, al punto que ambos se dieron un abrazo.

Mori estaba caminando hacia el colegio cuando la bomba estalló. "Andaba sobre un puente y me precipité al río. Me arrastré fuera del agua y  vi a una mujer tambalearse hacia mí. Estaba cubierta de sangre, sus órganos se  le  estaban saliendode su abdomen. Sosteniéndolos, me preguntó dónde podía encontrar un  hospital, pero huí y la dejé sola" señaló a la agencia France Presse (AFP).

"Los que todavía estaban vivos se desplomaban todos a mi alrededor. Me  escapé aplastando sus caras. Escuché gritos que provenían de una casa demolida,  pero huí. Todavía era un niño, incapaz de ayudar", añadió.

Según el diario The New York Times, Mori contó que haber caído al río lo protegió del fuego que vino tras la bomba. En los días siguientes buscó comida y agua, pero sólo encontró cadáveres amontonados. "Sus bocas estaban abiertas, porque la gente había tratado de identificarlos por sus tapaduras en las muela", relató.

Cuando creció trabajó en una agencia de corredores y luego en un fabricante de pianos, aunque siempre quiso ser historiador. Durante años pasó buscando información sobre lo ocurrido tras el ataque. Incluso comparaba la historia oficial con los recortes acuales de diarios. Ahora tiene 79 años y, según señaló a AFP, se interesó por el destino de los prisioneros de guerra  estadounidenses que se encontraban en Hiroshima, por lo que en la actualidad dirige búsquedas  sobre los detenidos australianos presentes en Nagasaki.