En un hermoso dí­a otoñal, Renato Grbic pescaba en el Danubio con su hermano cuando escucharon un fuerte chapuzón. En un primer momento pensó que alguien habí­a arrojado algo desde el puente, pero luego vio a un hombre moviéndose en el agua.

"Nos apresuramos y sacamos al hombre", recuerda Grbic. "Recuerdo haberle dicho: ¡Un dí­a tan maravilloso y usted quiere suicidarse!"

Fue la primera vez que Grbic salvaba una vida. Desde ese dí­a hace 15 años, su propia vida nunca volverí­a a ser igual. El hombre de ojos brillantes y tatuajes, que también posee un restaurante en una desvencijada zona industrial de las afueras de Belgrado, ha rescatado a 25 personas que intentaron suicidarse al saltar del elevado puente sobre el Danubio.

Siempre alerta en su pequeño bote de madera, el corpulento hombre de 51 años ha rescatado personas de las lodosas aguas del rí­o sin pedirles nada a cambio.

"No podí­a darles la espalda", dijo Grbic. "Son personas desesperadas".

Los admiradores de Grbic lo han apodado el "Superman del Danubio" y las autoridades municipales de Belgrado le otorgaron una placa nombrándolo héroe. Pero incluso "Superman" no puede salvar a todos los que saltan del puente de 18 metros de altura: al menos una cantidad similar a las personas que ha salvado se han matado en el lugar desde el primer rescate que efectuó.

"Cuando escucho que alguien ha saltado y yo no estaba allí­ me siento realmente mal", afirmó. "Siempre estoy mirando el puente".

El puente de Pancevo se convirtió en un punto preferido por los que intentan matarse porque es el único de Belgrado sobre el Danubio, que es más ancho y frí­o y tiene corrientes más fuertes que el otro rí­o de la ciudad, el Sava.

A lo largo de los años, Grbic ha rescatado a hombres y mujeres de todas las edades y antecedentes sociales. El los recuerda a todos, pero "nunca vuelven ni llaman, y prácticamente nunca me dan las gracias".

Goran Penev, investigador del Instituto de Ciencias Sociales de Serbia, dijo que la tasa de suicidios en el paí­s se encuentra en el lí­mite superior del promedio europeo. Hizo notar que hubo un agudo incremento a principios de la década de 1990, cuando empezaban las guerras en la ex Yugoslavia, pero desde entonces la situación se ha mantenido relativamente estable.

En 2011, casi 1.300 personas se quitaron la vida en Serbia, un paí­s de siete millones de habitantes.

Grbic se ha enterado que algunas de las personas que rescató padecí­an cáncer u otras enfermedades terminales, mientras que otras trataban de suicidarse debido a la pobreza o a un amor no correspondido. Todos, señaló, se sentí­an solos.

"Es un grito para pedir ayuda", afirmó. "Con frecuencia lo hacen durante el dí­a para que los vean; desean atención, amor". Sólo una chica de 22 años que rescató se ha mantenido en contacto con él.

Cada enero acude a su restaurante de pescados para festejar su "segundo cumpleaños". Ahora está casada y tiene un hijo. Grbic fue invitado a la recepción de la boda.

"Mi corazón da un brinco cada vez que la veo", señaló.

Grbic desconoce qué ha pasado con los otros que salvó. Serí­a agradable, dice, si vinieran a su restaurante a tomarse un brandy con él para contarle cómo están.

"Les di una segunda oportunidad y dependí­a de ellos usarla bien", agregó.