El arquitecto Marcial Cortés-Monroy hurgó en su departamento de calle Merced, la tarde del domingo 15, buscando entre la ropa de su hija Candelaria (28) algunas prendas para incluir en una maleta que pretendía dejarle a su hija detenida en la Penitenciaría. Buscaba vestimentas que no fueran negras -prohibidas por el régimen carcelario-, pero no encontró suficientes, pues era el color predominante en el closet de su hija. No tuvo otra alternativa que partir a un supermercado cercano a comprar algo de ropa.

El sábado, Candelaria había sido detenida por dos detectives que llegaron a la casa que comparte con su padre y hermano. En ese momento, la joven entró a ser uno de los 14 rostros de la espectacular "Operación Salamandra", desplegada  por el Ministerio Público y en la que participaron cerca de 200 efectivos policiales que allanaron 17 viviendas en Santiago y Valparaíso.

Al momento de la visita de los policías, temprano en la mañana, Candelaria Cortés-Monroy estaba paseando en los alrededores de su departamento ubicado al frente del Parque Forestal y fue una llamada de su padre la que le alertó de la situación. Cuando llegó a la casa a entregarse, pidió leer la orden de detención y procedió a quitarse algunos accesorios. La detención era por asociación ilícita terrorista y colocación de artefactos explosivos. Al partir se despidió de su padre pero no le entregó detalles de nada.

Cortés-Monroy es una de los detenidos del "caso bombas", que pesquisa la colocación de más de 100 artefactos explosivos desde 2005 hasta la fecha, en Santiago, y que no registraba avances desde hace al menos cuatro años.  Es el fiscal Alejandro Peña, que recién recibió la causa de mano de su colega Xavier Armendáriz, el que encargó la operación que involucró a la joven.
La madrugada del miércoles, luego de tres días detenida y tras 17 horas de una formalización que contó con extremas medidas de seguridad, Cortés-Monroy obtuvo libertad bajo fianza mientras se investiga su participación en los hechos.

Su caso es uno de los antiguos en la investigación donde, salvo algunas excepciones como ella y el ex lautarista Rodolfo Retamales -hijo de una ex subsecretaria de Agricultura-, se involucra a jóvenes de origen humilde, desempleados, sin estudios universitarios y muchos de ellos, con un nutrido prontuario policial. Cortés-Monroy cursaba cuarto año de Literatura en la Universidad Católica cuando la detuvieron.

DE ARTISTA A REBELDE
Arisca, pero de buen trato. Así definen a Candelaria Cortés-Monroy quienes la conocieron de niña, en los años que ingresó a sexto básico del Colegio Saint George. En esos años fue compañera de generación de Sebastián Piñera Morel, hijo del Presidente.

Sus compañeros la recuerdan por su capacidad intelectual, era "muy segura de sí misma. No va a decir un piropo o algo amable para agradar, pero al mismo tiempo es muy dulce", dice un cercano.
En su niñez, además, cultivó una afición por la lectura y la escritura, que hizo que a los 12 años optara por pedir de regalo una máquina de escribir. Un amigo recuerda que ya en esos años era conocida por sus comentarios ácidos con fuertes dosis de crítica social.

En ese tiempo integró el grupo de teatro que realizaba presentaciones en campamentos de algunas comunas de Santiago. Según cercanos, este nexo entre literatura y trabajo social le agradaba.

Así de importante fue también la separación de sus padres, y el hecho de que al poco tiempo del quiebre matrimonial, su madre, Macarena Infante Saavedra -prima del ministro de Educación, Joaquín Lavín-, se radicara en Estados Unidos. Algunos testigos de esos años cuentan que es en esa época de adolescente que Cortés-Monroy se transformó en una joven rebelde, con los habituales cambios bruscos de conducta de esta edad.

"Fue la primera en hacerse un tatuaje", dice una ex compañera de generación. En la educación media comienza a conocer a personas vinculadas al teatro callejero y el malabarismo.

Al egresar del Saint George, sus compañeros destacaron en el anuario: "Siendo la mujer más pesada del mundo, llegaste a nuestros corazones (...) esa mirada que tanto nos asustó alguna vez, está hecha (ahora y siempre) de pura inocencia".

NOVIO EN DIFICULTADES
En 2005, en una fiesta en una casa okupa, Cortés-Monroy conoció a Gustavo Fuentes Aliaga (El Grillo) -imputado clave en el caso-, con el que inició una relación sentimental y quien se transformó en su vínculo más poderoso con los anarquistas y las casas okupa.

A ambos los habría presentado Mauricio Villarroel -hermano de Marcelo Villarroel, el lautarista encarcelado por el asesinato del cabo Luis Moyano en 2007-, a quien la joven conoció cuando cursó un año de literatura en la Universidad de Chile y participaba de grupos de ayuda a presos políticos y mapuches.

Entonces, Cortés-Monroy ya no vivía con su padre, sino junto a su hermano en un departamento de Eliodoro Yáñez y Providencia. Su pareja, Fuentes Aliaga, al momento de iniciado el romance, tenía un nutrido prontuario, que incluía robos, lesiones y tráfico de drogas. "No hacía mucho con su vida, ya que no estudiaba ni trabajaba y sólo daba clases de xilografía en una casa okupa", declaró Cortés-Monroy respecto a la relación.

A través de "El Grillo", estrechó lazos con otros miembros del grupo imputado por el caso bombas, tales como los ex lautaristas Rodolfo Retamales y Pablo Morales, ambos okupa. También forjó una fuerte amistad con Andrea Urzúa, pareja de Mauricio Villarroel, hoy en prisión preventiva por el caso.
Es con Fuentes Aliaga que la joven se hizo asidua a las manifestaciones y frecuentó las casas okupa La Escalera y La Idea. Al poco tiempo comenzaron a vivir juntos en al departamento de Providencia y en 2008, ambos se unieron a la Coordinadora por la Libertad, que ayudaba a ex subversivos presos. En efecto, en septiembre de ese año, Cortés-Monroy viajó a Neuquén, Argentina, a visitar a Andrea Urzúa, una amiga que estaba detenida por intentar ingresar TNT a la cárcel cuando visitaba a Marcelo Villarroel y Freddy Fuentevilla, detenidos por el asalto al Banco Security.

Paralelamente, Cortés-Monroy mantenía un blog, denominado "Lamaquinadefollar" -título de un libro de Charles Bukowski-, donde desplegaba algunas de sus ideas: "No patear las piedras sino tirarlas, plantar un árbol, escribir un libro, leer muchos libros, recoger un gato, enamorarse de quien no debías, sufrir, quemar un McDonald o simplemente no comer ahí. Todas estas son formas de subvertir el poder del Imperio".

Su relación con Fuentes Aliaga se interrumpió temporalmente en 2008, cuando dejó la UC para estudiar por ocho meses en México.

"Candela" regresó y Fuentes Aliaga hizo todo lo posible para reanudar su relación, que terminó abruptamente unos meses después. Fue el día antes del Año Nuevo del 2009 que Cortés-Monroy junto a "El Grillo" y tres amigas realizaron una fiesta en el departamento de Eliodoro Yáñez. De madrugada sólo quedaban Cortés-Monroy y Fuentes Aliaga, más una amiga que dormía, y cuando eran cerca de las 5 am, una discusión con "El Grillo" terminó con ella apuñalada siete veces. Tras el hecho, Fuentes Aliaga despertó a la amiga, para contarle que había herido a Candelaria. Ambos, junto al conserje del edificio, trasladaron en andas a la joven hasta el Hospital El Salvador, donde llegó con heridas en el abdomen, cuello y hombros. Grabaciones del expediente muestran a su hermano explicando lo que encontró al llegar: "El departamento está como que la arrastraron por el suelo, por todo el suelo, todo rojo", dijo.

Al día siguiente, Fuentes Aliaga fue detenido en la Villa Portales y además de declarar por el intento de asesinato -en el que aseguró que la voz de su madre, muerta dos meses antes, lo había impulsado a cometer el delito- se le interrogó por el caso bombas, por el que la policía lo seguía hacía meses. Sus declaraciones son claves en la causa y en ellas involucró a Candelaria Cortés-Monroy diciendo que ella conocía de las bombas y había sido testigo o ayudante en la colocación del artefacto en la Automotora Atal, en marzo de 2007. También dijo que ella tenía conocimiento de otros actos violentistas. La defensa dice que no se la puede incriminar por las declaraciones de alguien que intentó matarla.

Producto de la declaración de Fuentes, la policía allanó el departamente los primeros días de 2009 y encontró dos polerones con residuos de pólvora negra que hoy son una prueba en su contra. Las conclusiones de las pericias determinaron que en uno la pólvora había sido manipulada por un sujeto masculino y en otro, había manipulación mixta.

El año pasado, ella prestó dos veces declaración ante el fiscal Armendáriz, entonces a cargo de la causa. El segundo interrogatorio fue un poco más duro, pues trató de los rastros de pólvora hallados en su ropa. A pesar de que la joven se encontraba preocupada por su situación legal, no aceptó los beneficios que le ofreció la fiscalía si colaboraba.

Según fuentes de la investigación, la joven siguió organizando tocatas y actividades culturales vinculadas con los okupa, y visitaba con frecuencia las casas del centro. La fiscalía considera que aún es parte importante del grupo. Como prueba muestran una conversación posterior a su acuchillamiento, en que habla con Marcelo Villarroel, entonces detenido en Argentina por su participación en el robo al Security, y en que la joven esbozaría la posibilidad de seguir con el grupo. La grabación de la policía comienza con un afectuoso saludo y luego ella señala que "hacen falta más de siete puñaladas para que se me pasen las ganas, fíjate".

Durante la formalización del miércoles, Fuentes Aliaga hizo llegar a Francisco Soler, otro de los imputados a los que inculpó, un mensaje  que dice "sé que me condoreé, disculpa. Por lo mismo te vuelvo a repetir que te limpiaré a ti y a la Candela".

PARTE DEL PAISAJE
El jueves pasado, un día después de aquella formalización, "Candela" regresó a la facultad de Letras de la UC. Sólo esta semana, y a través de la prensa, la gran mayoría de sus amigos se enteró de su vinculación al caso bombas.

En la UC están impresionados de este perfil de Cortés-Monroy. Allí cuenta con un estrecho círculo de amigos que destaca, "le preguntas de cualquier autor y siempre sabe". Sus profesores la estiman, "está dentro del 5% con mejores notas de la clase", dice uno de ellos. "Es una chica seria, madura, hace trabajos de calidad", completa otro profesor que la apoya.

Desde que se mudó a vivir con su papá se levanta a las 6.00, para preparar ensaladas y pastel de choclo que vende en la Facultad, hasta donde se traslada desde su casa en bicicleta y se mantiene hasta pasadas las 18.00. Frecuenta el centro de estudiantes, donde lee y aprovecha el computador de la sala para realizar sus trabajos. Aunque no participa en actos políticos, reconocen que mostró su rebeldía cuando desconectó hace poco el micrófono de un gremialista que hablaba sobre Jaime Guzmán. Recientemente, además, ganó un concurso, paradójicamente en Gendarmería, para dictar un taller de periodismo en el Centro de Orientación Femenina, a través de la ONG Puerta. La familia no cree que siga con la idea de impartir clases en esa cárcel, las cosas han cambiado mucho esta semana.