Conocido es el espíritu de respeto y camaradería que caracteriza al rugby, tanto a sus deportistas como a sus seguidores. También lo es la hospitalidad de los neozelandeses. Y ayer, gracias a un artículo publicado por la BBC, esa combinación produjo una historia notable: la de un londinense que en Auckland fue acogido, literalmente, por la familia de dos jugadores de los All Blacks, el actual campeón del mundo y el equipo de máximo palmarés en la historia de esta disciplina.
Alex Edwards es un fanático del juego de la ovalada. Trabajó casi ininterrumpidamente durante un decenio en una compañía de informática en Londres y ahora decidió tomarse un año sabático en el que incluyó un viaje a Nueva Zelanda y arrendar una casa rodante para seguir a la gira que los British and Irish Lions (combinado con los mejores jugadores de Irlanda, Inglaterra, Gales y Escocia) realizan por estos días en el archipiélago del Pacífico Sur, con partidos ante clubes como ante el omnipotente seleccionado local.
Hasta que hace 10 días decidió entrar a un pub a comer y beber algo. Se sentó en la barra y entabló conversación con un matrimonio neozelandés, que luego de enterarse sobre las características del viaje del británico, decidió invitarlo a quedarse con ellos en lugar de ocupar su cámper, que a esas alturas compartía con otros seguidores de los Lions, estacionado en el lago Taupo, ubicado entre Auckland y Wellington, las dos ciudades donde se presentaría la escuadra roja.
A los pocos minutos, los dos hijos de la pareja entrar al bar.
"Realmente no los reconocí al principio. Estaba sentado, tomando una taza de té, conversando con el padre de los chicos cuando la madre me los presentó", dijo Edwards a BBC. Bebiendo su té, el bromeó diciendo que parecían un respetable par de rugbistas, a lo cual el padre replicó que "ya los verá correr la noche de mañana". Edwards pensaba que probablemente jugaría en un cuadro amateur de la zona, pero rápidamente fue corregido.
"Ellos juegan por los Blues, amigo", le dijeron, el club de Auckland al que los Lions enfrentarían el día siguiente.
"Ellos me parecían caras conocida, pero no me hizo click hasta que el padre me dijo", explicó el sorprendido inglés. "Aquí la gente adora a estos chicos y yo no tenía idea".
Los aludidos eran Akira (23 años) y Rieko Ioane (20 años), dos de los nuevos astros de los All Blacks.
A pesar de su condición de estrellas, ambos hermanos aún comparten dormitorio en la casa parterna.
Edwards estaba impresionado por la acogedora calidez de la familia Ioane, aunque la hospitalidad de acabó en la cancha, pues los Blues vencieron a los Lions por 22-16 y una semana después la caída sería más dura ante los All Blacks, que se impusieron por 30-15, con Rieko Ioane anotando dos tries, el sábado pasado, en su segundo encuentro como seleccionado nacional y el primero como titular.
A los británicos les restan dos partidos aún ante los hombres de negro y Edwards, aparte de temer nuevas derrotas, también atender al tino de sus palabras. "Por supuesto, quiero que los Lions ganen los dos partidos, pero después del sábado pasado, tendremos que tener más cautela con nuestras expectativas".