Ingeniería, matemáticas, física y química. Esas son las asignaturas, por lo general, menos favoritas de los estudiantes. Por eso, dos profesionales decidieron abrir una instancia para que estas clases fueran no solo interesantes, sino también más entretenidas para alumnos de cuatro a 14 años.
Y así surgió Engineering for Kids, un programa de talleres después de clases, que busca acercar y hacer más dinámico el aprendizaje de la ingeniería.
Dafna Geller es la encargada del programa que nació en Estados Unidos, en 2009. "Una profesora de secundaria se dio cuenta del interés de sus alumnos por la ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, y creó esta idea", explicó.
En total se enseñan 10 ingenierías, entre ellas mecánica y aeroespacial. Cada una de ellas está dividida en tres niveles: Junior para preescolares; Aprentice, para alumnos de primero a cuarto básico, y Master, para jóvenes de quinto a octavo.
En estos talleres, señaló Geller, los alumnos aprenden a partir de la experiencia. Por ejemplo, los niños de cuatro a seis años arman robots con legos, los que después se programan a través de un sistema muy simple en el computador. Ya en el último nivel ven las matemáticas más duras".
Las encargadas de las clases son un equipo de 20 profesoras, la mayoría en sus últimos años de estudios en la universidad. El centro educativo, en tanto, se ubica en Avenida Las Condes, donde ya asisten 50 niños semanalmente. Además, el programa llega a 14 colegios de la Región Metropolitana, con talleres al interior de los establecimientos.
Claudia Malchuk es profesora de arte, y en Engineering for Kids coordina, hace clases y prepara el material que se utiliza. Malchuk explica que, por ejemplo, en el taller de ingeniería aeroespacial "hay seis clases distintas. En la primera, los alumnos ven un globo aerostático, sus partes, cómo funciona y hacen uno con helio. Así aprenden qué es el helio".
De esta manera, sostiene, los alumnos se acercan a la asignatura construyendo y jugando. "La idea es que aprendan haciendo", sostiene Malchuk.
Andrea González es una de las apoderadas que llegó hasta los talleres con su hija, hace tres años. Supo de los talleres por la información que le entregaron a la salida del colegio. "Me pareció atractivo y novedoso, me encantó y calzaba con los intereses de mi hija, que desde pequeña se siente atraída por la ciencia", dijo González, quien luego de una clase de prueba decidió continuar los talleres. "Mi hija partió con robótica y luego fue tomando otras ingenierías. Esto le ayudó a pensar a través de juegos y adquirió conocimientos.
En cada programas que tomó fue estimulada y aprendió muchos conceptos de manera entretenida", agregó.