Matías Anguita (40 años) reconoce que no puede imaginar su vida sin correr. Pero, como ante cualquier problema que se le presenta al frente, lo intenta. Busca opciones, trata de ponerse en ese caso, pero no. "Si no pudiera seguir corriendo, trataría de seguir ligado a este mundo. Por último, iría a ver a la gente correr", afirma cerrando su entrevista con La Tercera.
Hora y media antes, en un café de Providencia, Anguita comienza un largo relato de su vida antes y después de que empezara a correr y de cómo llegó a ser el primer hombre que se propone atravesar trotando el país, de Arica a Puerto Williams.
Anguita comenzó en esto hace 15 años, cuando trató de dejar de fumar. Pesaba 90 kilos y se desempeñaba como subadministrador en la Fiscalía Sur de Santiago. "Empecé caminando y corriendo. Casi me morí. Caminaba un minuto y corría otro, durante 10 minutos. Y quedaba 'hecho bolsa'", recuerda.
En esos años aparecían las primeras carreras masivas y Anguita empezó a participar en ellas. En 2005 fue por su primer maratón, en Viña del Mar: "Cruzo la meta del Maratón Costa Pacífico y mi primera sorpresa es que hice el tiempo que quería. Además, quedé bien como para seguir corriendo. Al día siguiente también me sentía muy bien".
A lo que Anguita se refiere es que su cuerpo parecía no hacer caso del esfuerzo de correr más de 42 kilómetros. Participó en varios maratones más y la sensación seguía siendo la misma. "Algo había escuchado de los ultramaratones. Corrí uno de 96 kilómetros que organicé yo mismo con amigos: del Mall Sport a Valle Nevado, ida y vuelta. Subir no fue tanto, lo terrible fue la bajada... Yo mismo marqué el circuito y me demoré 12 horas", recuerda Anguita, quien supo que se dedicaría a eso cuando al día siguiente bajó las escaleras de su departamento sin sentir ningún dolor ni molestia.
"PROFE" DE RUNNING
A medida que progresaba, el tiempo de Anguita se dividió entre los entrenamientos y el trabajo. Como cada vez necesitaba más horas libres para alargar las distancias, decidió que correr fuera su trabajo y comenzó a entrenar a un grupo de amigos. Como resultó, pronto dejó su labor en el Ministerio Público y creó un método de entrenamiento propio que daba resultados en sus alumnos. "Me dijo un amigo que todos los grandes entrenadores basan su trabajo en la experiencia. Lo intenté y resultaba. A la gente le iba bien, progresaba, no se lesionaba...", recuerda.
Sin embargo, el verdadero empujón llegó desde Estados Unidos. Anguita contactó a Mark Allen, el seis veces ganador del Ironman de Hawaii, para pedirle consejo. "Me dijo que lo intentara, que no tuviera miedo y que siempre resguardara la salud de las personas. También me dijo que lo que no supiera, lo delegara en otras personas. Y además me instó a crear un método propio", confiesa. Así llegó en la actualidad a tener un grupo de 60 alumnos.
Anguita se toma el tiempo para hablar de lo que considera la parte más importante en un ultramaratonista: la cabeza. Lo resume con facilidad: "En una carrera de 100 kilómetros, los primeros 30 son de piernas y los restantes 70 son pura cabeza. Tú puedes estar falto de entrenamiento, pero si tienes muy buena cabeza lo vas a lograr. En cambio, si tienes muy buenas piernas y mala cabeza, en el kilómetro 50 te vas a querer ir a tu casa. Eso es clásico".
Esa fortaleza le ha permitido enfrentar una serie de desafíos en su carrera deportiva, como correr 15 maratones en 15 días seguidos para juntar dinero para la reconstrucción tras el terremoto de 2010. O una vuelta de más de 150 kilómetros en tres días para rodear el contorno del Lago Llanquihue. O un octavo puesto en los 250 kilómetros que se necesitan cubrir para atravesar el Desierto de Atacama. O la última: las 40 maratones en 40 días seguidos a mediados del año pasado.
Tan extremo es el punto al que ha llegado Anguita, que cada cierto tiempo necesita recordarse que pocos más tienen su capacidad, en especial cuando trata a sus alumnos. Por eso, de vez en cuando, se acerca a la meta de una carrera a ver cómo llega el resto de los corredores. "Es un cable a tierra, porque para mí no es un esfuerzo correr 42 kilómetros. Hay gente que demora cuatro o cinco horas y en la meta llora de felicidad. Para ellos es un esfuerzo sobrehumano que para mí no lo es. Verlos me devuelve la empatía con mis alumnos", dice Anguita.
Por lo mismo, les trata de inculcar que disfruten del trote, que esa será la única manera de aguantar una carrera de resistencia. "Hay una frase: 'El que gana es el que cruza la meta feliz, no el que la cruza primero'. Yo prefiero que lleguen felices a que sufran y vomiten en la meta".
Así, Anguita llegó al punto en que casi todo su día a día se transformó en correr: "Modifiqué mi vida a tal punto que no hay vuelta atrás. No se me ocurriría salirme de este mundo. No me imagino haciendo otra cosa. Si es que correr no fuera mi actividad número uno, modificaría todo para que lo fuera. Lo haría de cualquier manera".
EL VERANO VERA SU DESAFIO MAS DURO
Matías Anguita trabaja con todo en la preparación de la que es hasta ahora su máxima proeza: cruzar Chile de Arica a Puerto Williams. Es una travesía de 5.100 kilómetros que le tomará 64 días, según la planificación que ya tiene establecida. La idea del ultramaratonista es partir el 1 de enero en Visviri y terminar los primeros días de marzo en el extremo sur del país.
"Cuando hice las 40 maratones el año pasado me di cuenta de que podría haber seguido, que el límite de la exigencia física casi no existe. Además, mucha gente me dijo que volvió a correr o se inició en el running gracias a esto. Eso es potente y te deja tarea. Por eso decidí esto, porque quiero motivar a la gente a correr", dice Anguita, quien contará con un bus y un equipo de ocho personas que lo acompañarán durante su travesía.
Obviamente, Anguita no espera que sea fácil: "El tramo del norte será el más complejo. En el sur es más fácil, porque las ciudades están más juntas, pero, por ejemplo, entre Antofagasta y Copiapó me voy a demorar nueve días. Tendré que dormir en la carretera".
Ese tramo es el más duro del recorrido, con 600 kilómetros que pretende cubrir entre el 12 y el 20 de enero. En el camino, Anguita proyecta pasar por 75 ciudades, en algunas de las cuales se organizarán corridas en las que los aficionados podrán acompañarlo durante algunos tramos.
El calendario será publicado en su sitio web y a través de los medios de comunicación. Por el momento, el deportista está concentrado en recuperarse completamente de un esguince para aumentar la carga de los entrenamientos y llegar a un promedio de 60 kilómetros diarios, divididos en dos tandas durante el día, que será el promedio que correrá durante el verano.
Además, el atleta y sus asesores trabajan para conseguir los últimos auspicios para financiar el proyecto, que tiene un costo de 300 millones de pesos.