Las denuncias de balaceras y enfrentamientos entre bandas de narcotraficantes no son el único problema de la población La Legua, en la comuna de San Joaquín. Hoy se sumó otro, que por baladí que suene, también terminó con serios incidentes: un muro, un simple muro, de poco más de dos metros de alto por una cuantas cuadras de largo, hecho de ladrillo y que alguna vez fue blanco. Y cuya demolición parece haberse convertido en una nueva bandera de lucha y sobrevivencia dentro del sector.
"Limpien la población y después nos botan el muro, pero ahora no", reclamaba hoy la residente Silvia Núñez, en medio de piedras, botellas y barricadas, y de la intervención de Carabineros.
La historiada pared separa las casas de la calle Mataveri con el sector norte de la zona. En la práctica, es algo así como el límite entre esta emblemática población y el resto de los hogares de la comuna.
El conflicto se generó cerca de las 10.00 horas, tras la llegada de camiones enviados por el Servicio de Vivienda y Urbanización (Serviu), para iniciar las tareas de demolición. El objetivo apunta a una mayor "conectividad", según lo explicó la semana pasada a La Tercera el intendente metropolitano, Claudio Orrego: "Hay que abrir estos pasajes ciegos, ocupados por narcotraficantes como guaridas o fortalezas (...) mientras Carabineros no pueda circular por las calles de La Legua, difícilmente vamos a poder erradicar la violencia".
Hoy, la mañana fue tensa. El subprefecto de la Zona Sur de Carabineros, teniente coronel Alex Muñoz, señaló que "hubo incidentes con vecinos que se oponen a la acción, resultando siete personas detenidas. Seis por desorden y uno por maltrato de obra. Fue necesario lanzar bombas lacrimógenas y agua".
Agregó que "los trabajadores de la empresa que se adjudicó los trabajos iniciaron su labor protegidos por la policía. Hoy marcaron y debilitaron los muros". Aquel "marcaje" significa que con taladros se le hicieron incisiones al muro, para seccionarlo. Pero sigue en pie.
El asunto llegó hasta La Moneda. Allí, la ministra vocera de gobierno, Paula Narváez, dijo que "lo vital es que se está llevando adelante un trabajo multidimensional. Abrir los pasajes es parte de un trabajo importante".
Por la tarde, a través de un comunicado de prensa, la subsecretaría del Interior lamentó "la decisión adoptada por el municipio de San Joaquín, de interrumpir el plan de recuperación de espacios públicos y de mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de La Legua, que lleva adelante la Intendencia y el Serviu Metropolitano".
Esa declaración se produjo a raíz de que la dirección de obras de la Municipalidad de San Joaquín decidiera suspender la ejecución de los trabajos de demolición hasta tener nuevos antecedentes.
Casas inocentes
El alcalde de San Joaquín, Sergio Echeverría, criticó lo ocurrido. "No pueden actuar de manera apresurada. Ya han cometido bastantes errores en términos de seguridad pública, así que, por favor, no los sigan cometiendo".
El edil agregó que "hay un conjunto de casas que, de derribarse los muros de forma inmediata, se pondrá en riesgo la vida de personas inocentes (...) No es un problema de forma de la estrategia, sino un asunto del cuándo y cómo".
Colchones y cemento
A comienzos de año, el Serviu entregó 16 casas de dos pisos, en Calle Mataveri con Av. Santa Rosa, a varias familias.
"Estamos protestando porque quieren derribar nuestro muro, pero es lo único que nos protege. Tengo un hijo de nueve meses y una bala se incrustó en el colchón de su cama. Ahora tenemos que dormir en el living. Nos bañamos en el patio, esa es nuestra realidad y el muro es un escudo", señaló Tiare Hormazábal, habitante de una de las casas de Mataveri.
Entre los pobladores existe un conteo de quién tiene más marcas de bala en sus hogares. Una de las vecinas suma 30. Vive con sus hijos, de diez y siete años, y cuenta que "tenemos que acomodar colchones en el suelo para dormir".
La abogada Julia Urquieta asesora a los vecinos del sector. "Estamos esperando la resolución de amparo que presentamos para que se detenga la demolición", señaló.
A su lado, un residente agregó que "si botan el muro, compraremos cemento y construiremos otro".