Atrás quedaron los tiempos en que el programa Start-Up Chile se presentaba como una iniciativa que, a través de la atracción de proyectos y emprendedores de todo el mundo, buscaba cambiar la cultura del emprendimiento del país. Tras cinco años en funcionamiento, con más de 1.000 startups y 3.000 emprendedores, el programa cambió su foco: retener el talento y generar un mayor impacto económico en Chile es el nuevo lema.

El primer desafío al que ha debido hacer frente Rocío Fonseca, directora del programa desde agosto pasado, es la fuga de talentos. La importancia de esta situación, tanto para Fonseca como para Corfo, entidad que financia la iniciativa, se ve reflejada en que de los 1.054 startups que han participado en Start-Up Chile, sólo 334 han permanecido en el país.

Considerando esta situación, en coordinación con Corfo, el programa trabajó en el desarrollo de Scale: un nuevo subsidio que busca financiar a los mejores proyectos que hayan pasado por Start-Up Chile,  que cuenten con inicio de actividades en el país y quieran continuar con el desarrollo de sus negocios en territorio chileno.

La iniciativa comenzó a inicios de año con un plan piloto que incorporó a 10 proyectos. En 2016 la cantidad de emprendimientos beneficiados será mayor, al igual que la inversión.

Nueva herramienta

“El fondo nace por la necesidad que teníamos de retener a nuestros emprendedores y sus proyectos. Había muchos emprendedores que trabajaban muy bien en Chile, pero por la falta de inversionistas de alto riesgo se fueron del país”, explica Fonseca.

Scale busca entregar hasta $ 60 millones a las startups que demuestren inicio de actividades, generen ingresos, necesiten capital adicional para crecer en Chile y, por ahora, hayan sido parte de Start-Up Chile. Con esta nueva herramienta, se quiere evitar que los emprendedores se vayan del país en búsqueda de financiamiento.

El fondo, en su versión piloto, trabajó con 10 startups y con una inversión cercana a US$ 1 millón. Ahora, con los objetivos ya definidos y la prueba ya realizada, se trabajará durante un año con 29 startups y una inversión de US$ 2,5 millones.

Inti Núñez, gerente de emprendimiento de Corfo, sostiene que Scale responde a tres puntos claves. “En primer lugar, a nivel mundial lo que estamos invirtiendo en proyectos de innovación y tecnología es aún bajo. Así que se justifica una segunda inversión pública. Por otra parte, está el no perder la inversión ya realizada en los startups. Lo ideal es que esa inversión tenga un impacto en el país, que dichos emprendimientos generen empleos acá, por ejemplo. Por último, está la retención de talentos, queremos que con esto las empresas se queden acá”, explica.

Sebastián Maturana, fundador de Desrueda.com, uno de los 29 startups que se adjudicó el nuevo fondo (ver perfil), sostiene que “me parece genial que se desarrolle un fondo de este tipo. Al país le ayuda bastante contar con talento extranjero, favorece al desarrollo del ecosistema emprendedor nacional”.

Para Fonseca, la importancia de esta nueva herramienta de financiamiento se ve reflejada en que más que un nuevo subsidio, es el nuevo objetivo del programa. “Antes, el foco era crear una cultura de innovación a través de la multicultura, ahora, es ser capaces de retener el talento y lograr que los startups vean a Chile como la plataforma de crecimiento de sus proyectos, generando así un mayor impacto en nuestra economía”, comenta.

Desiree Grinspun, otra emprendedora que con su proyecto logró adjudicarse el fondo, rescata que con esto se ayuda a los proyectos en la etapa donde escasean los recursos. “Cuando ya se pasó por la etapa del startup y hay que consolidar una empresa, en este segundo período, generalmente, no hay fondos. Son escasos y aquí es la fase en que un proyecto vive o muere, por eso es relevante que se creen fondos como este”, opina.

Números azules

La importancia de retener los proyectos y el talento de sus fundadores, está estrechamente relacionado con el beneficio económico que dichas empresas pueden aportar a la economía nacional.

A la fecha, son 334 las empresas de Start-Up Chile que tienen operaciones en el país. De ellas, el 20% genera ventas por unos US$ 41,5 millones al año, lo que corresponde, según cifras entregadas por el programa, a 3,46 veces la inversión de Corfo programada para 2015.

“Los extranjeros, generalmente, facturan mucho más que los chilenos, así que en cuanto a impuestos hay una retribución directa al Estado. Además, que haya diversidad cultural es un impacto para el país increíble. Si todos pensamos igual es súper difícil que salga algo distinto e innovador”, asegura Fonseca.

De las startups que se quedaron y que se encuentran comercializando sus productos y/o servicios, 61% corresponde a compañías extranjeras, mientras que el 39% son empresas chilenas. En cuanto a sus mercados, de ellas el 79% comercializa en Chile y el restante 21% lo hace en el extranjero, siendo Latinoamérica el primer destino, seguido por Estados Unidos, Europa y Asia.

“Se ha demostrado que la inversión realizada por Corfo a través del programa se ha recuperado. Nuestras estadísticas son mucho mejores que las de Silicon Valley, Israel y los mejores centros de emprendimiento a nivel mundial. Las estadísticas te dicen que el 99% falla y que con suerte el 1% sobrevive. De las startups que han pasado por StartUp Chile y que se quedaron, el 80% están vivas y están operando bien”, asegura Fonseca.

Cazadores de talento

El financiamiento, según explican desde Start-Up Chile, es algo que si bien es importante para estos emprendedores, no es lo que ocupa el primer lugar de sus preocupaciones. “Tener un trabajo que los motive es lo más importantes para ellos”, señala Fonseca.

Para el gerente de emprendimiento de Corfo, una fórmula está en valorar su conocimiento y forma de ver las cosas. “Al país le conviene retener talento, especialmente ahora que las nuevas generaciones de emprendedores están manejando tecnologías y nuevas formas de hacer negocios, que tienen que ver con los desafíos que enfrenta Chile para desarrollarse”.

A juicio de Fonseca,  la clave está en “conocerlos y darles la libertad para desenvolverse”, agregando que “ellos no son amigos de las relaciones verticales, funcionan bajo otra mentalidad. No trabajan por un sueldo, trabajan con un propósito y hay que entender esto si se quiere retener su talento”.