Ha sido imposible escapar. Desde hace meses, Megan Fox ha estado en todas partes. Sus fotos y declaraciones para el bronce aparecían en cuanta publicación había. Después de todo, resultaba casi irresistible: una actriz guapa y joven dispuesta a posar ligera de ropa, y acompañar las fotos con frases tipo "las actrices son como prostitutas" y "no me convertí en actriz para que admiraran mi talento para el ajedrez".
Pero ahora la tortilla se dio vuelta. Y eso mismo que la hizo la favorita de muchos, le está pasando la cuenta. Fox está viviendo el otro lado de la moneda de su opción por decir lo primero que se le pasaba por la cabeza y de su escases de pudor y de paso está sufriendo ese eterno doble estándar hollywoodense.
Fox no debería sorprenderse, porque en una industria tan machista como Hollywood, el suyo era un juego peligroso. Y al primer tropezón, las consecuencias no se dejaron esperar. Fue su nueva película, Jennifer's Body, su primer protagónico y su debut con una cinta sobre sus hombros la que le causó los problemas. El filme fue una decepción en la taquilla, a pesar de la agresiva campaña publicitaria que la acompañó, y la culpable fue sólo una: Fox. Hasta su labor como anfitriona de Saturday Night Live fue cuestionada a la pasada debido al cambio en la marea.
Y no se hicieron esperar los fatalistas que pusieron en duda su viabilidad como estrella de cine, su talento, y sus posibilidades de tener una carrera en Hollywood.
Así, a Fox le están tratando de enseñar una lección: en Hollywood hay que elegir. Si quieres ser actriz y tener credibilidad, hay que mantenerse bien tapada, decir poco y nada, y trabajar diligentemente. Si quieres ser desinhibida y deslenguada, lo que aparentemente es sinónimo de ser poco seria, tienes que conformarte con ser el sex symbol que acompaña al jovencito de la película. Si tratas de abarcar más y te va mal (como lo que le pasó a Fox) es tu culpa, porque no te tomaste en serio tu carrera y posaste sensual y dijiste frases provocativas.
Ya lo dijo el diario Los Angeles Times en el extenso artículo que dedicó a poner en duda a Fox: Jessica Biel y Scarlett Johansson lo entendieron. Cuando quisieron ser actrices "serias" tuvieron que ponerse la ropa y escoger con pinzas los proyectos. Ahora le llegó el turno de aprender o escoger a Fox.