El amanecer, el célebre autódromo italiano de Monza y condiciones climáticas ideales para la actividad física, fueron el preámbulo de uno de los desafíos más ambiciosos del deporte: derribar la barrera de las dos horas en el maratón.
Para dicha hazaña fue convocado el campeón olímpico Eliud Kipchoge. Junto a él, una veintena de científicos y especialistas de todas las áreas. La idea de la multinacional deportiva Nike era probar en terreno un nuevo prototipo de zapatillas para estos fines (Zoom Vaporfly Elite), cuya inversión se elevó hasta los US$ 30 millones.
Y el experimento, llamado Breaking2, estuvo a punto de resultar. Kipchoge entregó un formidable esfuerzo para conseguir el objetivo. Sin embargo, quedó a las puertas, ya que alcanzó un tiempo de 2.00'25".
El resultado sería por mucho un récord del mundo, pues nadie ha recorrido los 42,195 kilómetros tan rápido como él. De hecho, la marca vigente es de 2.02'57". No obstante, este nuevo crono no podrá ser homologado ni aceptado oficialmente, pues las circunstancias que rodearon el intento fueron distintas. Esto porque la Federación Internacional de Atletismo no permite que entren liebres de refresco para ayudar a los atletas ni tampoco un vehículo cortando el aire a menos de 15 metros.
En total hubo 24 liebres y dos atletas que lo acompañaron en la prueba, el eritreo Zersenay Tadese, tercero en los 10.000 metros de los Juegos de Atenas 2004 y segundo en el Mundial de 2009 de la misma distancia, y el etíope Lelisa Desisa, subcampeón del mundo en 2013. Ambos no aguantaron el ritmo exigido y sucumbieron antes de la mitad del tramo.
El desafío comenzó a las 5.45, hora italiana. Una temperatura de 10 grados y muy escaso viento le dieron la partida a Kipchoge, quien corrió sobre el asfalto, mientras un láser guiaba y marcaba el ritmo. Así, la idea era recorrer cada kilómetro en 2'51"y los 5k en 14'14". La velocidad media superaba los 21 kilómetros por hora.
Desde un costado, un ayudante servía bebidas especiales, mientras que un par de entrenadores se desplazaba en bicicletas eléctricas, alentando a las liebres. Estaban todas las comodidades posibles para cumplir con la infranqueable meta.
La ilusión crecía, sobre todo porque hasta los 35 kilómetros la planificación era perfecta. La mitad del trayecto lo había cumplido en 59'57", cinco segundos más rápido que lo presupuestado. No obstante, el cansancio comenzó a hacer mella en él y, pese a que lo intentó, la posibilidad de romper la barrera de las dos horas se hizo imposible.
"Estoy feliz por haber corrido el maratón en dos horas. Mi mente estaba enfocada en ese tiempo, pero el último kilómetro estuvo detrás de lo pensado. La jornada fue buena, fueron siete meses de preparación", expresó el atleta de 32 años.
"Hice la mejor carrera de mi vida, aunque en las dos últimas vueltas perdí el ritmo porque iba muy cansado. Cuando sufro sonrío para convencerme de que estoy feliz, pero en realidad el tramo final se me ha hecho muy duro. Ha sido un maratón diferente porque uno está acostumbrado a un recorrido largo y no a un circuito tan corto (2,4 kilómetros) que se acaba haciendo monótono", agregó.
Asimismo, se ilusiona con romper la marca en el futuro. "Ahora ya sé que estoy a sólo 25 segundos de bajar de las dos horas, pero para ser sinceros, ahora mismo veo imposible que nadie rompa esa barrera en un maratón oficial", añadió el keniata, quien se abre a romper la marca en el futuro: "Nosotros hemos demostrado con esta carrera que no hay límites para el ser humano. Nada es imposible por siempre".
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