La nueva misión de la Nasa, confirmada la semana pasada, intentará algo mucho más riesgoso que sus últimos proyectos: sobrevolar un asteroide y extraer una muestra para traerla de regreso a la Tierra. De resultar exitosa, dará más pistas sobre el origen del Sistema Solar.
La misión, bautizada Osiris-Rex, será lanzada en 2016 e irá tras el asteroide 1999 RQ36 -renombrado Bennu, para aumentar el interés general de la misión-, considerado una verdadera cápsula del tiempo, pues lleva vagando 4.500 millones de años en el Sistema Solar, tras la explosión que dio origen al Sol y a los planetas.
La misión proyecta que la nave orbite el asteroide y recoja una muestra de su superficie, gracias a un brazo robótico especialmente diseñado para la maniobra y que evitará que la nave tenga que aterrizar sobre el asteroide, muestra que regresará a la Tierra en 2023, en una pequeña cápsula adosada a la nave principal (ver infografía).
Será la parte más compleja de la misión. De resultar exitosa, los 60 gramos que se espera obtener serán analizados por expertos de la Nasa y de la U. de Arizona, también vinculada al proyecto.
Los científicos creen que Bennu -una roca espacial de apenas 500 metros de diámetro- tiene materiales que ha ido acumulando por millones de años. "El asteroide es una cápsula de tiempo que guarda el nacimiento de nuestro Sistema Solar", dijo en un comunicado Jim Green, director de Ciencias Planetarias de la Nasa.
La roca no fue escogida al azar, sino que por su trayectoria, que permitirá que en 2018 pase muy cerca de la Tierra. De hecho, su órbita es tan cercana, que para el siglo XXII existe una probabilidad de uno en mil de que termine estrellándose con el planeta.
Pero su selección como destino también se debe a que análisis previos muestran que posee una gran cantidad de carbono prácticamente intacto, que podría dar pistas de cómo llegó este elemento tan importante para la formación de vida a los diversos puntos del Sistema Solar.
El asteroide es considerado "primitivo", por la poca cantidad de cambios que ha tenido en su morfología desde que comenzara a orbitar por el Sistema Solar.
La misión, cuyo costo combinado entre la sonda y el sistema de lanzamiento bordeará los mil millones de dólares, será de largo aliento. Comenzará en 2016 con el lanzamiento de Osiris-Rex, un cubo de dos metros que recién en 2018 llegará hasta el asteroide.
En su acercamiento, la sonda realizará varios experimentos. Uno de ellos será crear un mapa del asteroide, el cual no sólo servirá para obtener imágenes que pueden ser estudiadas, sino también para analizar el mejor lugar de acercamiento para recoger las muestras. Sólo este proceso de estudio demorará más de 500 días.
La nave también intentará comprobar in situ una teoría llamada "efecto Yarkovsky", que vincula la radiación en el espacio con los cambios en la trayectoria de un asteroide, lo que a largo plazo podría permitir conocer con mayor precisión la órbita de los asteroides y poder prevenir una eventual colisión con la Tierra.
Esta es la tercera misión de un programa de la Nasa llamado Nuevas Fronteras, iniciado en 2006. La primera fue New Horizons, una nave lanzada en 2006 y actualmente en viaje hacia Plutón, lugar donde estudiará los asteroides que bordean el Sistema Solar. La segunda, llamada Juno, será lanzada en agosto y realizará un estudio de polo a polo de Júpiter.