No tengo hijos, pero tengo una familia de cuadernos", le dijo Gabriela Mistral a su compañera y secretaria, Doris Dana, a fines de los 40, bordeando los 60 años. Hablaba de una familia numerosa que crecía casi sin control: al morir en 1957, en Nueva York, dejó un abrumador archivo con miles de páginas, la mayoría inéditas. Desde que en 2007 ese material llegó a Chile, una serie de libros ha sacado a la luz poemas, cartas y artículos de una Mistral que permaneció desconocida por 50 años.

Donado a nuestro país por la nieta de la fallecida Dana, Doris Atkinson, el legado de Mistral hoy está al resguardo del Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional y se puede consultar en el sitio web salamistral.salasvirtuales.cl. Desde los 18 mil documentos que están ahí, el investigador Luis Vargas Saavedra seleccionó 500 páginas de prosas inéditas de la poeta para Caminando se siembra (Lumen), libro que ahora llega a librerías.

"La poesía debió ser siempre el lenguaje de la locura", se lee a Mistral en esta nueva publicación, que tendrá un complemento lírico la próxima semana: el 12 de septiembre se lanza en el GAM la edición definitiva de Poema de Chile, libro póstumo ensamblado y editado por Dana en 1967. Esta nueva versión a cargo de Diego del Pozo suma 59 poemas a los 80 que aparecen en el volumen original. De eso se trata: la mínima bibliografía de Mistral, compuesta por cinco libros (Desolación, Ternura, Tala, Lagar y Poema de Chile), se ha duplicado. Y seguirá creciendo.

Fue en 2008 que Vargas Saavedra publicó Almácigo, una edición no comercial que recogía 205 poemas inéditos de Mistral, escritos entre 1917 y poco antes de su muerte. El año pasado sumó otro título, Baila y sueña, con rondas y canciones infantiles desconocidas. En 2012, en tanto, ediciones Das Kapital aportó al retrato intelectual y político de la escritora con Epistolario americano, una selección de cartas con Salvador Allende, Ezra Pound, Eduardo Frei Montalva, Pablo Neruda, etc. Ninguno fue más revelador que Niña errante (2009): las cartas con Doris Dana, recogidas por Pedro Pablo Zegers, confirmaron que entre ambas hubo una intensa relación sentimental.

A fines de los 30, Mistral pasó por las cascadas de los Saltos del Laja, en la VIII Región. La experiencia le sirvió para escribir un poema del mismo nombre y, además, para experimentar unas poderosas ganas de saltar al agua: "Algo sé en mis oscuridades de mujer sin ciencia, y es que anda en todos nosotros y a todos nos trabaja una especie de contrainstinto vital, que se expresa en un deseo violento de huirnos y perdernos, y desaparecer devorado por algo mayor, mucho mayor que nosotros", escribió en una nota inédita, que comenta el poema.

Una docena de comentarios de ese tipo incluye Caminando se siembra, volumen de toda especie de prosas: hay artículos y discursos sobre Chile, América Latina, educación, literatura; cartas coquetas con el poeta Félix Armando Núñez, entre 1919 y 1921; apuntes íntimos en torno a la fe y la cristiandad, y 20 particulares estampas sobre animales, como la foca, la ardilla, el elefante, la gacela, etc.

"He osado compilar este conjunto de prosas asumiendo el siguiente criterio: excelencia verbal consabida en aspectos poco conocidos de la autora", anota Vargas Saavedra en el prólogo. Agrega algo que los otros libros póstumos ya dejaban entrever: entre cuadernos y blocs, Mistral escribía incesante, siempre a mano, a veces incluso no terminaba las palabras. Como se lee en Caminando se siembra, la impulsaba un arrebato irracional.

"Les confieso con todo gusto, pero con muchísimo miedo de asustar, que suelo pensarme la Poesía como un ejercicio aparte de todos y que sería el de soltar la locura, el desorden, el frenesí puro sobre las gentes", escribe en una nota de elogio a Neruda. En cualquier caso, advierte en un discurso en Santiago en 1938, la poesía sirve: "Hasta el ingeniero o el cavador de minas la necesita para alcanzar cualquier logro, cuanto no salta en chorro de ella, es pura repetición plebeya, puro jadeo de peón copista, es a la larga o a la corta, calavera pintarrajeada es muerte".

Aunque abundante, Caminando se siembra todavía no agota los inéditos disponibles en el legado de Mistral. Entre otros escritos, se pueden consultar en línea varios cuadernos escritos entre 1943 y 1946 dedicados a un solo tema: la muerte de Juan Carlos Godoy, Yin Yin, el hijo que adoptó con Palma Guillén. "La mala muerte entró por mi casa y más malvada que nunca. Mi niñito no se fue por dolencia, se me mató", escribió Mistral en uno de esos cuadernos, los más tristes, que por ahora nadie planea publicar.