La biodiversidad de la mitad de las áreas tropicales protegidas está "seriamente amenazada", una situación que afecta a partes del Amazonas y varios bosques de Centroamérica, según un estudio publicado hoy por la revista científica "Nature".
"La situación de la biodiversidad en las áreas tropicales protegidas es extremadamente variable. Alrededor de la mitad de las reservas están bien pero la otra mitad está sufriendo", explicó a Efe William Laurance, biólogo de la Universidad James Cook (Cairns, norte de Australia) y autor principal del estudio.
Las áreas más amenazadas son aquellas en las que el nivel de protección ha disminuido en las últimas décadas o que se ven perjudicadas por actividades económicas que se llevan a cabo en las zonas aledañas, como la explotación forestal, la invasión del terreno, los fuegos para crear nuevas zonas de pastoreo y la minería ilegal.
La situación ha empeorado especialmente rápido en las reservas africanas, pero también es preocupante en las selvas latinoamericanas, puntualizó Laurance, tras entrevistar a 262 biólogos con más de veinte años de experiencia sobre el terreno, en 60 reservas de 36 países.
En Latinoamérica "la situación es muy variable, ya que hay un gran número de claros (donde no hay vegetación) en los bosques atlánticos de Brasil, Centroamérica y partes del Amazonas. Sin embargo, las áreas más remotas de esta selva todavía se conservan bastante bien", explicó el experto.
La situación sería irreversible para el Amazonas si entre el 30 y el 40 % de su superficie se convierte en claros, ya que esta vegetación genera una buena parte de la lluvia que recibe la selva, añadió Laurance.
Entre la fauna más amenazada figuran los principales depredadores, como los jaguares y los tigres, así como los animales de gran tamaño, como elefantes del bosque africano, rinocerontes y tapires.
También disminuyen en un número abundante los ejemplares de una gran variedad de peces de agua dulce y anfibios, además de los murciélagos, los lagartos, las serpientes no venenosas y los árboles maduros, aquellos que tienen al menos 60 años de vida.
Los primates, las aves del sotobosque, las serpientes venenosas, las grandes aves que se alimentan de frutos y las especies migratorias también se encuentran amenazados, pero son menos vulnerables.
Por el contrario, los expertos se sorprendieron ante el aumento considerable de lianas, especies invasoras y árboles pioneros, de crecimiento muy rápido e intolerancia absoluta a la sombra de otros árboles, que aparecen en los claros de los bosques.
Para frenar esta pérdida de biodiversidad, Laurance aconsejó la creación de zonas de amortiguamiento entre las áreas protegidas y sus aledaños, así como trabajar con las comunidades locales para promover usos "más benignos" del suelo que la quema de los bosques para el pastoreo o la agricultura.