La historia del pádel es aún corta. En 1969 el mexicano Enrique Corcuera colocó una pared frente al frontón que tenía en su casa de Acapulco y entre ambos, una red, además de cerrar los costados con muros de concreto más bajos. Después comenzó a expandirse y hasta hoy, ha sido uno de los deportes con mayor explosión y crecimiento del mundo.

Si bien Chile es uno de los países en que más pádel se practica, comparado con el resto del mundo, su desarrollo se ubica a años luz de Argentina y España, las dos potencias de este deporte en donde se practica de forma masiva y es común que los condominios privados y los edificios cuenten con una pista de pádel en sus espacios comunes. En el país ibérico, incluso es el segundo deporte más practicado después del fútbol y las cifras impresionan: en España se contabilizan 2.500 clubes y 10.200 canchas. Es decir, hay una pista de pádel por cada 4.600 personas.

Entre las que están disponibles para el público (sin considerar las privadas) Chile cuenta con 92 pistas entre Antofagasta y Punta Arenas -la mitad de ellas en la Región Metropolitana-, según los datos del sitio especializado Padelchile.com. Eso sí, en la mitad de las regiones del país, el pádel no marca presencia. Atacama, el Maule, Biobío y Aysén son algunos de los lugares donde el público general no tiene dónde jugar.

Álvaro Ávila, coordinador, entrenador y empresario ligado a este deporte cuenta que su firma construye en promedio dos canchas al mes, pero la mayoría para privados en el sur de Chile. Afirma que en temas de estructura, España nos lleva más de 20 años de ventaja. "El pádel ya se instauró como deporte masivo en Chile y su Federación está en proceso para que tenga personalidad jurídica. Así podrá ser posible que la disciplina reciba aportes públicos y podremos soñar con instalaciones de uso gratuito para la gente", dice Ávila, pronto a inaugurar un club en Puente Alto. "El objetivo es acercar el pádel a los segmentos socioeconómicos más bajos en Chile", explica.

Por las noches, practicarlo cuesta cerca de 4 mil pesos la hora por persona (considerando que el uso se paga entre cuatro jugadores). Es más barato que el tenis, porque no exige un mantenimiento tan grande. Por eso, muchos clubes están optando por darle mayor espacio. De todas formas, sigue siendo un deporte de élite. La mayoría de las canchas en Santiago están ubicadas en el barrio alto, las paletas de menor categoría cuestan sobre $ 60 mil y el costo de cada pelota no sale menos de 2 mil pesos y se pierden con frecuencia.

Hay bastante demanda, tanto para los arriendos, como para las clases. En la zona oriente de Santiago, para usar una cancha en horario punta (de 18 a 23.00 en la semana, o todo el día durante los fines de semana) es necesario reservarla con mínimo un día de anticipación. Christián Cabrera, entrenador y profesor de pádel en el Club Palestino dice que su agenda durante las tardes está colapsada: "Todos los días tengo clases y me contacta gente que quiere aprender o mejorar su técnica. Hay más interesados. Esto sigue en ascenso".