No hay que ser muy perspicaz para ver que Medellín es una ciudad de esas que uno termina recordando por mucho tiempo. No sólo por sus afamadas zonas de rumba (la calle 10 y el parque Lleras es lo top) o la belleza de sus mujeres, hecho indesmentible que va más allá del cliché. No hay que ser un gran observador para ver el amor con que se ha recompuesto la cara de la ciudad luego de varios años oscuros en que la mafia cocalera se había tomado las calles.
Hoy la visión es superiormente distinta a lo que uno se podría imaginar. Moderna, llena de espacios urbanos abiertos, con vanguardistas obras arquitectónicas, la colección de Botero en pleno centro y una serie de museos interactivos de primer nivel, que se suman a un transporte público eficaz, hacen de una visita a "Medallo", como la llaman coloquialmente, un descubrimiento pleno.
SIN ZAPATOS POR EL CENTRO
Para moverse por Medellín no se requiere auto. Más fácil y barato es usar el metro. Como el de Santiago pero sin aglomeraciones, conecta las principales atracciones de la ciudad. La primera parada se realiza en la estación Alpujarra, desde la que se puede llegar a la plaza Cisneros, la principal de Medellín.
No hay cómo perderse. El sitio está adornado con decenas de obeliscos que, como grandes agujas, apuntan al cielo. Tan sólo cruzando la Avenida San Juan se encuentra el centro cívico Alpujarra, distinguible por sus edificios futuristas y el enorme monumento "A la Raza", de 38 metros de alto y que retrata la historia de Colombia. Acá puede vivenciar la rutina de los oficinistas, siendo el último de los puntos "normales" del centro. ¿Por qué? Porque cruzando la Av. Alfonso López se entra a una zona lúdica. Ver a yuppies descalzos metiendo sus pies en jacuzzis es parte de la escena. En este sector se ubica el parque de Los Pies Descalzos, donde la experimentación sin zapatos es el atractivo. Un circuito con monitores donde los visitantes pasan por diversas texturas que representan el planeta. El remate: un hidromasaje para pies.
A un costado está el museo interactivo EPM, hogar de "Puka Lupuna", la gran ceiba roja, que describe un circuito sobre la importancia de la conservación planetaria a través de una propuesta tecnológica.
Para ver el arte de Botero hay que volver a la plaza Cisneros y desde ahí tomar la peatonal Carabobo. Al final del camino hay una veintena de esculturas del artista. Junto a ellas, el Museo de Antioquia y del Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe.
VUELTA POR EL UNIVERSO
Si prefiere ver estrellas, al frente de la U. de Antioquia están el planetario y el Parque de los Deseos. El lugar es una gran explanada y un edificio, nada más. La mayoría de la gente está recostada, en bancos y el suelo, mirando al cielo. Al oscurecer, se hacen charlas sobre el cosmos, al aire libre. Entonces, acostarse en el suelo es lo más normal.
Hay varias esculturas que bien miradas, o acompañado de uno de los guías, dejan de ser arte para convertirse en maquetas que explican la proporcionalidad terráquea en el universo. Un helióstato, la geoposición de Medellín, una esfera celeste que muestra las constelaciones, un simulador de eclipses o un reloj solar son parte de la exposición gratuita.
Hay más. En el Parque Botánico Joaquín Antonio Uribe destaca el Orquideorama, con una espectacular arquitectura, el Bosque Tropical y la laguna con aves silvestres. Es gratis y abierto toda la semana.
La última atracción de la zona es el Parque Explora, que brilla con su color rojo, como si fuera un tren gigante. Tiene un completo acuario con más de 500 especies y 14 escenarios de agua dulce y nueve de agua salada.
NATURALEZA A 15 MINUTOS
El metro empalma con teleféricos que suben a los barrios que cuelgan de los cerros. Viva la experiencia, obtendrá grandes panorámicas de la ciudad y podrá acceder a grandes bibliotecas, como la de los Reyes de España, de arquitectura posmodernista.
Recién inaugurado en febrero, el metro-cable asciende desde Santo Domingo por 15 minutos hasta llegar al Parque Arví, 1.761 hectáreas conservadas de un ecosistema de bosques de niebla. La sensación es rara. Se sale volando de la ciudad y se llega a la naturaleza plena. Este rápido adiós a la urbe, la gente y la congestión se convierte en una bienvenida a senderos de trekking, cabalgatas y charlas ecológicas. Así de fácil uno aparece entre bosques, lagunas y yacimientos arqueológicos de la cultura Tahami.
Velozmente se ha convertido en un icono de Medellín, tal como esta ciudad es el nuevo referente de Colombia, una urbe que se reinventa y que dejó de ser el patito feo.
Cómo llegar
A Medellín se llega tras una hora de vuelo desde Bogotá y son varias aerolíneas que cubren la ruta, con tarifas desde US$ 400 más impuestos, saliendo desde Santiago.