En las últimas 48 horas el gobierno chileno cambió su hipótesis sobre el origen del impasse con Perú que ayer siguió escalando por las nuevas críticas y acusaciones de "envidia" pronunciadas por el Presidente Alan García.
Desde el estallido del caso, en especial tras la noche del viernes, cuando el mandatario canceló una reunión prevista con Michelle Bachelet en Singapur y adelantó su regreso a Lima, en Cancillería el análisis apuntaba a una jugada planificada íntegramente por García. Bajo esa interpretación, el presidente, siguiendo la línea de lo ocurrido en la reunión de Unasur de Bariloche, habría programado la filtración del supuesto caso de espionaje para enfrentar el "armamentismo" que Perú viene denunciando e instalar en el ámbito multilateral la duda de si Santiago respetaría un eventual fallo adverso por los límites marítimos en el tribunal de La Haya. A esas alturas, ya se había conocido el documento con que el Pentágono autorizaba una posible venta de misiles a Chile.
Esa visión, sin embargo, cambió a contar de este lunes, cuando el gobierno comenzó a recibir antecedentes desde Lima, enviados por personas interesadas en evitar que el conflicto siguiera escalando. Estos datos apuntaban en otro sentido. La nueva interpretación, indican fuentes vinculadas al ministerio de RR.EE, sitúa el origen de este impasse en una ofensiva de sectores nacionalistas peruanos, que buscaban, entre otros objetivos, impedir que se concretara el viaje de la ministra de Producción, Mercedes Araoz, a Santiago para proponer un protocolo de paz a la Mandataria chilena. La razón esgrimida por estos sectores era que la suspendida reunión -en un principio prevista para hoy- validaría la compra de armamentos por parte de Chile.
Fue en ese contexto, y mientras el almirante (R) Luis Giampietri, se encontraba en la vicepresidencia, que se produce la filtración de la detención de Ariza. Las informaciones llegadas de Lima a Santiago dan cuenta de que el trascendido fue realizado sin el consentimiento presidencial y para frustrar la visita de Araoz.
García, quien se encontraba en Singapur acompañado de su canciller José García Belaúnde, se vio forzado a endurecer su discurso y liderar la ofensiva contra el supuesto espionaje chileno.
Parte de esa visión fue expuesta ayer por el canciller Mariano Fernández en sesión reservada en el Congreso, donde dio a entender a los parlamentarios que problemas de política interna de Perú explicaban de la actitud asumida por el Palacio Pizarro.
Por ello, en La Moneda no extrañó que, lejos de bajar el tono, ayer el Presidente opinara nuevamente con vehemencia: "La vecina está triste", dijo con ironía. También sostuvo un encuentro con diferentes líderes políticos en el palacio de gobierno: entre ellos, Keiko Fujimori, la congresista e hija del ex gobernante, y el líder ultranacionalista Ollanta Humala, principal adversario de García. El objetivo central de la cita era dar una señal de unidad.
Al final de la tarde, la embajada de Chile recibió los antecedentes que Lima asegura prueban el espionaje. Además de las 2000 hojas, se adjuntaba una nota de protesta que oficializa la molestia del gobierno de García y se suma a las medidas tomadas previamente, como la suspensión de la bilateral y el llamado a consulta del embajador peruano en Santiago, Carlos Pareja.