EN LOS BLOCKS de notas cuadriculados que habitualmente tiene sobre de su escritorio, el Presidente Sebastián Piñera comenzó a anotar hace algunas semanas las ideas centrales de su última cuenta pública. Fueron esas ideas las que revisó el lunes en su despacho, y que cotejó esa tarde con el jefe de contenidos del gobierno, Ignacio Rivadeneira, el jefe del segundo piso, Gonzalo Blümel, su jefa de prensa, Carla Munizaga, y el titular de la Segpres, Cristián Larroulet, entre otros.
En ese encuentro se le hicieron los últimos ajustes al texto, que contenía en al menos siete pasajes la afirmación "creemos". La reiteración no era casual. En La Moneda aseguran que en su última comparecencia ante el Congreso Pleno, el Jefe de Estado buscó subrayar las convicciones que han marcado su mandato ("creemos en la libre competencia…", "creemos en una sociedad docente…", dijo por ejemplo) y reafirmar el domicilio político de su administración.
El acto del martes era visto como la primera de tres vallas políticas -las otras dos son las elecciones primarias entre Andrés Allamand y Pablo Longueira, y las presidenciales de noviembre, que definirán a su sucesor- que debe sortear el Mandatario para concretar una evaluación íntegra de su mandato. Y el primer obstáculo, aseguran, se superó satisfactoriamente, pues se cumplió con un objetivo básico: que el acto tuviera dignidad republicana y estuviera exento de manifestaciones de rechazo dentro del Salón de Honor.
En este escenario, Piñera ha comenzado a delinear una hoja de ruta cuyo telón de fondo será la premisa de "gobernar hasta el último día". La idea la reforzó en el consejo de gabinete del miércoles, donde encomendó a sus ministros concretar un total de 118 tareas pendientes. El itinerario, sin embargo, tendrá un punto de inflexión inevitable: las primarias del 30 de junio. Antes de esa fecha, aseguran en Palacio, el margen de acción del gobierno será acotado: con un Congreso cada vez más inactivo, el gobierno tratará de avanzar en acuerdos políticos en torno a las agendas de Educación y Energía que se tramitan en el Parlamento. Piñera, en tanto, se desplegará fuera de Chile: ya estuvo en Colombia y Ecuador y pronto partirá a Estados Unidos y Canadá. Pero a partir del 1 de julio, revelan en el entorno del Mandatario, la principal misión de su administración será volcarse por completo -siempre dentro de los márgenes dispuestos por la ley- para apuntalar al candidato vencedor en su disputa frente a la principal carta opositora, Michelle Bachelet.
En privado, Piñera ha comparado la elección que se avecina con las dos anteriores que le tocó protagonizar. De acuerdo con esta versión, el Mandatario ha dicho que en 2005 se dio una contienda estrecha entre él, la propia Bachelet y Joaquín Lavín, pero que siempre supo que la carta concertacionista terminaría imponiéndose. El 2009 fue distinto porque mucho antes de la elección él avizoró su victoria. Respecto de estos comicios, en tanto, ha señalado que el escenario es más parecido a 2005 que a 2009, y ha admitido que el triunfo de Bachelet es una opción probable.
Por ello, el itinerario en los últimos nueve meses de su mandato estará marcado por un objetivo estratégico: que nadie en el oficialismo tenga dudas de que hizo todo lo que estaba a su alcance para entregarle la banda presidencial a alguien de su sector. Aunque algunos atribuyen esta mirada a su intención de ser candidato presidencial en 2017, el Mandatario ha optado por no dar señales públicas ni privadas a ese respecto. Sólo ha transmitido a su entorno que tras dejar La Moneda pretende mantenerse ligado al mundo público a través de una institución con fines sociales, además de contribuir al debate de políticas públicas en Educación y Cultura.
PRIMARIAS Y PRESIDENCIALES
Antes del 21 de mayo, Piñera asumió dos desafíos frente a los partidos de la Alianza: interceder ante RN y la UDI para que aceleraran la confección de sus listas parlamentarias (donde hoy quedan pocos nudos por desatar) y defender a todo evento la realización de primarias presidenciales en el sector, que estuvieron en riesgo luego que se bajara Laurence Golborne e irrumpiera Longueira en la arena presidencial. Este último punto era crucial para él, pues consideraba que sin primarias se instalaría un clima de divisiones irreversible, en el que el gobierno sufriría una parálisis total, pues se vería obligado a atender permanentemente los equilibrios que le demandarían los candidatos.
Hoy, en La Moneda no se atreven a pronosticar cuál de los dos candidatos aparece mejor aspectado para los comicios del 30 de junio.
A Palacio llegan periódicamente estudios de opinión, pero en un escenario en que Allamand le lleva meses de ventaja de campaña al recién proclamado Longueira se asume que los resultados no pueden ser aún concluyentes. Por lo demás, el propio Piñera es escéptico de los pronósticos actuales, pues tal como ha comentado a sus cercanos, ninguna encuesta es certera, toda vez que el voto voluntario introduce una fuerte distorsión y se deduce que nueve de 10 personas consultadas no votarán en las primarias.
El Mandatario también comparte un diagnóstico que ha sido comentado en el gobierno y que es asumido en los comandos de ambas candidaturas: en la medida en que las primarias sólo convoquen al "voto duro" del sector -preferentemente militantes de las colectividades- el favorecido será Longueira. Esto, debido a su capacidad de movilizar a las bases de la UDI, el partido más grande del sector. Por el contrario, si la participación es amplia y tiene un fuerte componente independiente, crecería la opción de Allamand.
En La Moneda monitorean con atención este escenario, pues entienden que en la medida de que la carta RN busque convocar a nuevos electores, puede endurecer su discurso frente a Longueira. El candidato UDI, sin embargo, ya notificó al gobierno de que no se enfrascará en rencillas con su contendor.
El rol del gobierno, sin embargo, cambiará diametralmente al día siguiente de las primarias. En La Moneda aseguran que a partir de ese momento, se echará a andar la máquina gubernamental para profundizar el contraste entre la actual administración y el gobierno de Bachelet. En esa línea, varios mencionan el "modelo Reagan", en referencia al estilo de campaña que desarrolló el ex mandatario norteamericano para conseguir su reelección en 1984, donde interpelaba a los electores preguntándoles si estaban mejor o peor que cuatro años antes. Piñera ya dio cuenta de ello, cuando en su discurso del 21 de mayo aseguró que hoy Chile es un "mejor país para vivir que hace tres años".
Además, se saldrá a enfrentar con más fuerza a la Bachelet candidata. En el oficialismo han medido qué piensa la opinión pública sobre las principales medidas anunciadas por la ex mandataria. Según revelan fuentes gubernamentales, los estudios señalan que temas como la asamblea constituyente y la reforma al sistema binominal no tienen alto impacto ciudadano, y son percibidos como temas que sólo interesan a la clase política.
Junto con esto, en La Moneda y en el círculo cercano al Mandatario acusan a Bachelet de haber actuado con "demagogia" desde su retorno al país. Según ha dicho Piñera, medidas como la AFP estatal y la instauración de una asamblea constituyente pueden convertirse en factores de inestabilidad. Y respecto a una eventual reforma tributaria como la planteada por el comando opositor, creen que si bien puede recaudar $8 mil millones, las pérdidas en términos de crecimiento económico pueden ser dos o más veces más grande.
Pese a todo, Piñera ha dicho a sus ministros que no cree que el país se haya izquierdizado, sino que siente que lo que se extremó fue el discurso de los políticos. En particular, el Mandatario resiente que la clase dirigente se haya visto tan condicionada por los reclamos de la calle, aunque descarta que Chile hoy viva en un clima de crispación permanente.
LONGUEIRA VERSUS ALLAMAND
Tras la salida de Golborne de la contienda, La Moneda reorganizó sus esquemas de coordinación con los candidatos presidenciales. Si antes era el ministro del Interior Andrés Chadwick el que tenía interlocución directa con Allamand, hoy esa relación la mantiene la vocera de gobierno Cecilia Pérez, mientras que el jefe de gabinete se ha encargado de mantener canales con Longueira.
Adelantando el escenario que se abrirá al día siguiente de las primarias, el Mandatario ha transmitido a sus cercanos que los dos candidatos le dan tranquilidad. Aunque ha sostenido duras controversias con ambos, es consciente de que siempre han logrado superar sus diferencias. En el último tiempo esto ha quedado más patente en el caso de Longueira, quien tras realizar fuertes críticas al gobierno, fue convocado a reemplazar a uno de los referentes del mundo privado, Juan Andrés Fontaine, en Economía. Ahí adquirió una influencia creciente, que comenzó a reflejarse en el giro que experimentó el mandato de Piñera a mediados de 2011, cuando levantó la bandera de la lucha contra los abusos.
Además, Piñera ha destacado que ambos tienen "cuero duro" para resistir una contienda que se prevé compleja, marcando diferencias con las dificultades experimentadas por Golborne una vez que se conoció el fallo de la Corte Suprema contra los cambios de contrato sin consentimiento explícito por parte de Cencosud cuando él se desempeñaba como gerente del holding.
Piñera ha conversado con ambos sobre la campaña. En esa línea, ha logrado contener la intención de los candidatos de sacar ministros del gabinete para reforzar sus comandos. En La Moneda, sin ir más lejos, no es un misterio que Longueira quería fichar a Joaquín Lavín. Aunque el Presidente y los candidatos quedaron de volver a conversar después de las primarias, la idea del mandatario es terminar su mandato con el actual equipo.
En paralelo al diseño de La Moneda, los candidatos han acelerado el despliegue de sus campañas con distintos enfoques. El comando de Allamand se ha orientado a la búsqueda de apoyos en regiones y en el mundo independiente. En esa lógica, fuentes del equipo del ex ministro de Defensa sostienen que en la recta final jugará un rol clave el ex titular de Mideplan, Felipe Kast, quien junto a su movimiento Evopoli ha acompañado a la carta RN en las últimas semanas.
Por contrapartida, la campaña de Longueira concentrará su trabajo en la capital, donde se concentra la mayor cantidad de electores a nivel nacional. El corto tiempo de campaña y el arraigo que el candidato tiene en la circunscripción Santiago Oriente -donde fue elegido senador en 2005 y en 2009 votaron más de un 1 millón 300 mil personas- aparecen como factores que explican esta decisión.
Con todo, en el comando de Longueira operan desde la premisa de que aún no se ha logrado emparejar la cancha con Allamand. Ese fue el mensaje que el generalísimo de la campaña, Francisco de La Maza, transmitió a los diputados de la UDI en un almuerzo el miércoles pasado. En una cita a ratos tensa, el alcalde de Las Condes pidió a los parlamentarios ocupar todo su capital político para conseguir nuevos apoyos para el abanderado. Y les advirtió que el triunfo del candidato RN no sólo suponía una grave crisis para la UDI, sino también un riesgo para sus reelecciones, dado que en ese caso el financiamiento privado fluiría preferentemente a la tienda del candidato vencedor.