ES LA "narradora de nuestro tiempo", según dijo la todopoderosa presentadora Oprah Winfrey. Se refería a Shonda Rhimes, productora, directora y guionista de televisión en Estados Unidos, creadora de la lacrimógena Grey's Anatomy, de la adictiva Scandal y su más reciente serie, uno de los debuts más exitosos de 2014, How to get away with murder, que se estrena el próximo miércoles, a las 22 horas, por Sony (canal 32 VTR).
Rhimes, elegida en 2013 como una de las 100 personas más influyentes según la revista Time, comenzó su vida laboral en publicidad, pero se dio cuenta que no era lo suyo y se fue a Los Angeles para aprender a escribir guiones. Se convirtió, con el tiempo, en la primera creadora y productora afroamericana en tener una serie entre las 10 más vistas en EE.UU.
En esta nueva temporada televisiva, ABC, el canal que lleva las series de Rhimes, le entregó a la productora su horario prime del jueves: de esa manera, la señal lleva sus tres series de corrido, bajo el lema "Gracias a Dios es jueves". Ni siquiera el exitoso productor de CBS, Chuck Lorre, creador de Two and a half men y The big bang theory, entre otras, tiene una noche exclusiva de sus programas, ni es incluido en la publicidad de sus producciones, como sucede en el caso de Rhimes. La estrategia arrancó con éxito: el estreno de la décima temporada de Grey's anatomy tuvo 9,9 millones; fue seguida de Scandal, con 11,9 millones de espectadores. Y su nueva apuesta, How to get away with murder, fue vista por 14 millones de personas.
Mientras Grey's Anatomy (cuya última temporada se exhibe los lunes a las 22 por Sony) es una especie de teleserie médica sobre un grupo de doctores de Seattle, Scandal es la historia de Olivia Pope (Kerry Washington), la ex directora de comunicaciones de la Casa Blanca, que se aleja del equipo del presidente para armar su propio proyecto: una agencia especializada en gestión de crisis, dedicada a lavar la imagen de los poderosos.
La más reciente producción de Rhimes, How to get away with murder, trata sobre destacados alumnos de Derecho de una prestigiosa universidad, que son elegidos por la profesora y protagonista (Viola Davis, dos veces nominada a los premios Oscar) para trabajar en un caso de asesinato, donde deberán realizar parte del trabajo sucio.
Sus series son de vocación masiva y Rhimes sabe manejar la entretención, pero, además, los tópicos tocados en cada una de sus producciones son también una expresión de fenómenos sociales de Estados Unidos, como el multiculturalismo o las diferentes opciones sexuales. Además, apuesta por protagonistas femeninas fuertes e independientes. Por ejemplo: bajo la apariencia romántica de Grey's Anatomy, Rhimes trata temas como el aborto o la eutanasia. Y en Scandal las tramas políticas están cargadas de sexualidad y una mirada -sensacionalista- al mundo del poder.
Por estos días, a partir del estreno de su propia franja prime, Rhimes también ha estado en el centro de una polémica. El conflicto surgió con la publicación de un ensayo de la crítica Alessandra Stanley en The New York Times, el que decía: "Cuando ella escriba su autobiografía, debería llamarse 'Cómo ingeniárselas con una mujer negra enfadada'". El escrito se refería en gran parte al papel de Viola Davis en How to get away with murder, el que reflejaría la personalidad de su productora.
Las respuestas no se hicieron esperar, desde las redes sociales a revistas, sorprendidos con la obsoleta lectura que Stanley le daba al trabajo de Rhimes. Incluso, editores del mismo diario salieron a criticar la nota.
Rhimes, quien también respondió a Stanley por redes sociales, especificó que ella sólo produce la serie de Viola Davis (no la escribe). Y añadió: "Lo último (porque me voy a Yoga): ¿por qué no soy una 'mujer negra enojada' las muchas veces que Meredith -la muy blanca protagonista de Grey's Anatomy- grita?". De algún modo, es mejor no estar en el camino de la mujer más poderosa de la TV.