Hilderaldo Luiz Bellini fue uno de los símbolos de la primera Copa del Mundo ganada por Brasil, en 1958. El defensa fue el capitán del histórico equipo que tenía en sus filas a un joven Pelé, y fue conocido como uno de los mejores cabeceadores de la historia de ese país.
Durante su vejez, el zaguero debió enfrentar ciertos problemas neurológicos que lo afectaron durante los años finales de su vida. Los médicos lo trataron pensando que tenía el mal de Alzheimer. Y así estuvo hasta su fallecimiento en marzo pasado, a los 83 años.
Sin embargo, su muerte dejó muchas dudas en su familia, que atribuía el deterioro cognitivo a los constantes cabezazos. Por eso decidió donar su cerebro a para ser estudiado. Las conclusiones fueron claras: Bellini no padecía Alzheimer, sino que una encefalopatía traumática crónica (ETC), conocida como "síndrome del boxeador", por afectar mayormente a los pugilistas, quienes al recibir golpes en esa zona, con el paso de los años, presentan alteraciones como las de Bellini.
Este descubrimiento genera debate en el mundo de las neurociencias. Ann McKee es una eminencia en el estudio de la ETC. Considerada una de las mejores del planeta, ha causado revuelo en el mundo al sugerir la prohibición de los cabezazos en el fútbol.
La facultativa estadounidense, que se desempeña en la Universidad de Boston, explica a La Tercera sobre los peligros de impactar el balón con la cabeza y los alcances de las diversas pruebas que se han realizado al respecto, las que sólo se pueden hacer después de que los pacientes han fallecido.
"Si bien las investigaciones aún son muy tempranas para sacar conclusiones definitivas, ha habido varios estudios en los que se examinó a jugadores de fútbol. Uno de ellos involucró a 37 jugadores amateur de Estados Unidos, con un promedio de 30 años, quienes respondieron un cuestionario sobre la frecuencia de los disparos de cabeza y de las contusiones mientras jugaban, con respecto al año anterior. La frecuencia de los cabezazos se asoció con anomalías, tras ser sometidos a una DTI, un tipo de resonancia magnética, y sus puntuaciones de memoria fueron más bajas en las pruebas neurocognitivas", detalla.
Además, cuenta que "otro estudio a jugadores de elite alemanes sin historial de contusiones cerebrales y con 13 años practicando fútbol encontró alteraciones en la DTI, en comparación a un grupo de nadadores de género y edad similares; mientras que en otro jugador de 29 años que cabeceaba el balón frecuentemente, y que sólo tenía dos conmociones cerebrales, encontramos evidencia de encefalopatía traumática crónica".
En este sentido, agrega que "en el caso de Bellini (a quien también investigó) se verificó que el desarrollo de su demencia y sus problemas de ETC comenzaron a partir de los 60 años".
Estos motivos llevan a la doctora McKee a plantear cambios: "Los estudios sugieren que cada vez que se impacta el balón con la cabeza se produce una conmoción y se registran alteraciones en la materia blanca del cerebro, lo que se asocia a un peor rendimiento en pruebas neurocognitivas. Todo esto es muy perjudicial, porque mientras más se cabecee la pelota, mayor será el riesgo de desarrollar una enfermedad cerebral", dice.
Opiniones divididas
El caso de Bellini fue presentado en el Congreso Internacional de Neuropatología, en Río de Janeiro, donde se planteó la preocupación por la presencia de encefalopatía traumática crónica en los deportistas.
La doctora Lea Grinberg, quien lideró la investigación al cerebro de Bellini, es un poco más cauta que su colega, pero comparte la preocupación que han arrojado estos primeros estudios. "Un caso no es suficiente para sacar conclusiones definitivas, pero sí sirve para llamar la atención sobre la necesidad de investigar más sobre este tema", cuenta a La Tercera.
En esta línea cree que "este estudio en sí solo no puede contribuir al debate, ya que es un solo caso y no sentenciar que los cabezazos causaron la encefalopatía traumática crónica. Sin embargo, otros estudios con pacientes vivos muestran que algunos marcadores cerebrales se cambian durante meses después de ciertos tipos de cabezazos o choques de cabeza en el fútbol. Una vez más, se requiere más investigación sobre el tema".
Sobre su contribución, es modesta y comenta que "pienso que esta es sólo una semilla. La familia del señor Bellini fue muy generosa al entregar su cerebro para esta investigación. Él era muy famoso y querido y ciertamente su caso está llamando la atención sobre el hecho de que necesitamos más estudios sobre el fútbol. Con urgencia".
La FIFA sigue con atención este debate, pero descarta riesgos. "No tenemos evidencias claras de los efectos negativos de cabecear el balón o pequeñas conmociones", expresó hace algún tiempo Jiri Dvorak, también neurólogo, jefe de la oficina médica de la FIFA.
El galeno, incluso, piensa que los niños tampoco corren riesgos: "Por un lado el cerebro de los pequeños parece más vulnerable y la recuperación debe tomar más tiempo que en un adulto, pero por otro lado la enorme plasticidad del cerebro de los niños quizás sea más capaz de compensar los golpes".
OTROS DEPORTES QUE ENFRENTAN LA ETC
Hockey sobre hielo
Este deporte, muy popular en Estados Unidos y Canadá, presenta un alto índice de deportistas con conmociones cerebrales, producto de las condiciones en que se juega.
Boxeo
En este deporte de contacto se cree que entre el 15 y el 20% de sus cultores presenta la ETC. Es por ello que algunos médicos estadounidenses quieren prohibir el boxeo.