Los premios Grammy, precisamente como ese mundo de la música que intentan reflejar, se comportan como un péndulo que oscila entre los sabores de cada temporada. Por ello que, para esta versión, sólo basta un vistazo rápido a las candidaturas principales para concluir una tendencia evidente: los artistas adscritos a los mayores géneros del sonido negro, como el hip hop y el R&B, han desplazado a las divas femeninas del pop, las estrellas que han dominado el mercado en los últimos años y que monopolizaron la última edición de los Grammy, con Adele y Beyoncé como sus máximas heroínas.

https://www.youtube.com/watch?v=RM7lw0Ovzq0&t=192s

Ahora, Jay-Z y Kendrick Lamar se posicionaron como los grandes triunfadores en las nominaciones anunciadas ayer. Mientras el primero se quedó con ocho, incluidas las tres más relevantes (Disco del año, Grabación del año y Canción del año, por su disco 4:44), su coterráneo va a la batalla con una menos, gracias a los buenos réditos timbrados por su álbum DAMN.

https://www.youtube.com/watch?v=tvTRZJ-4EyI

Para la prensa estadounidense tal podio retrata la consolidación durante 2017 de un modo específico de enfocar el rap, cuando se convierte en el testimonio de los problemas raciales y en un ejercicio de autorreflexión de sus propios autores, dirección impulsada tanto por el trabajo de Jay-Z como por el de Lamar. Además, la estelaridad conseguida por ambos hiphoperos pone freno a uno de los conflictos históricos de esta ceremonia, siempre foco de críticas y dardos: la poca importancia asignada a los artistas negros, desbalance que en la última versión adquirió estatura de tema nacional cuando la británica Adele venció a Beyoncé.

Neil Portnow, presidente de Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación, que justo a principios de año debió salir a contener la estampida de comentarios que calificaban a la cita de "racista", dijo ayer en The New York Times que los presentes nominados eran un reflejo "realmente fantástico" de las miles de personas de la industria que votan en los premios, ya que se trata, según sus palabras, "de profesionales que escuchan objetivamente la música y emiten un juicio". Eso sí, una cosa por otra: ahora los nuevos Grammy, que se entregarán el 28 de enero de 2018 en Nueva York, son apuntados por darle escaso espacio a las mujeres. De hecho, en las menciones principales sólo hay dos voces femeninas: Julia Michaels, con Issues (Canción del año); y Lorde, con su alabado Melodrama (Album del año).

imagen-grammy_awards_nominations_90939

La exigua aparición de Lorde también materializa otra tendencia: los galardones le han dado la espalda a algunas de las máximas estrellas de este año. Lorde sólo tiene esa nominación, mientras su último registro encabeza gran parte de listas especializadas con lo mejor del año. Ed Sheeran fue otro de los que recibió un portazo en la cara , apenas dos nominaciones en categorías menores, pese a contar con uno de los sucesos del año (Shape of you). En lo que sí no habrá espacio para quejas es a la hora de la diversidad lingüística. Como ha sido parte de su destino, Despacito vuelve a hacer historia y, en su versión de Luis Fonsi, Daddy Yankee y Justin Bieber, asoma en Grabación del año y Canción del año. Nunca antes un tema de origen hispanohablante había integrado el apartado de Grabación del año, aunque La bamba (1987), en su cover de Los Lobos, sí había postulado como Canción del año.

Los cantantes Childish Gambino, Khalid, No ID y SZA son los otros que acumulan mayor cantidad de candidaturas, cada uno con cinco, y todos parte de nichos como el R&B y el hip hop, los que este año la industria escogió como sus predilectos.