Sebastián Villegas (26) dice estar agradecido. Cree que tuvo suerte y que sólo por azar del destino puede contar esta historia. Lo peor ya pasó, pero el recuerdo sigue presente. Va y viene dentro de su cabeza el momento en que, el pasado 23 de agosto, en el duelo entre su Antofagasta y San Marcos por Copa Chile, una patada en el rostro lo dejó con múltiples fracturas. Recuerda el dolor. Profundo y agudo. Las miradas de preocupación de los demás. La salida de la cancha en una camilla. La caída que sufrió antes de llegar a la ambulancia. También los vómitos, la angustia, el miedo...

Han pasado algunos días y ahora sólo le preocupa la recuperación. Habla con La Tercera con voz resuelta. Optimista. Confía en que el proceso será exitoso y dice que saca lecciones. Que lo que vale es ver el vaso medio lleno.

¿Cómo han sido estos días después de la lesión?

Difíciles. Sobre todo por la larga espera para la operación. Pero lo más importante es el apoyo que he recibido de todos lados. Estoy con mucha fuerza.

¿Cuándo será la operación?

En principio, el martes (mañana). Sería la primera. Los médicos creen que deberán ser al menos dos. La primera para corregirme todo el lado derecho de la cara, donde tengo múltiples fracturas. Pequeñas, pero de importancia. De hecho tengo ese lado de la cara un poco caído. La segunda será para arreglarme la nariz.

¿Qué dicen los médicos? ¿Qué tan grave fue lo que le pasó?

Pudo ser mucho peor. Al principio tenía compromiso importante a nivel cerebral y de un ojo. Esa era la principal preocupación inicialmente. Me explicaban que si no se me fracturaba el pómulo, probablemente hubiese perdido el ojo. También tenía un hematoma en el cerebro que, por suerte, se pudo controlar. Todo pudo ser mucho peor. Lo que tengo es grave, pero pudo ser mucho peor por las secuelas que pude tener.

¿Cómo recuerda la jugada? ¿Lo toma como un accidente o como una situación que pudo evitarse?

Fue un accidente. Metí la cabeza en un lugar donde quizás no debí. Pero es parte del juego. Lamentablemente me tocó a mí. Lo tomo con altura de miras. Son cosas del destino y hay que afrontarlas de la mejor manera posible.

¿Estuvo siempre consciente? ¿Qué recuerda de todo lo que pasó después de la patada?

Gracias a Dios nunca perdí la consciencia. De lo contrario la historia pudo ser otra. Me acuerdo perfecto de todo. En el camino hasta me botaron de la camilla. Fue todo muy complejo. No había una ambulancia cerca... Son anécdotas a estas alturas, pero en ese momento estaba muy preocupado, porque el dolor era inmenso. Yo lo único que pedía era que me inyectaran algo para el dolor. Después vomité. Vomité dos veces acostado boca arriba en la camilla. Vomité sangre. En verdad fue todo muy traumático.

¿Qué pensaba en ese momento?

Supe de inmediato que lo que tenía era grave. Vi mucha sangre. Y recuerdo también las caras de preocupación de todos. Pero yo tenía claro que era complejo, porque no es la primera vez que me pasa, lamentablemente.

¿Cómo? ¿Había sufrido fracturas en la cara anteriormente?

En enero de 2014, jugando con Copiapó un amistoso contra Cobresal, sufrí una doble fractura de mandíbula. Después, ese mismo año, pero en diciembre, tuve una fractura de nariz.

Desafortunada coincidencia...

Es verdad, pero por eso supe de inmediato que tenía algo serio. Porque el dolor que sentía era indescriptible. Tengo la nariz molida. La operación será compleja por lo mismo, pero tengo fe.

¿Por qué han tardado tantos días en someterlo a la cirugía?

Había que esperar que todas las inflamaciones bajaran. Lo único que quiero es que las operaciones pasen rápido para volver a jugar.

¿Cuánto es el tiempo estimado para el retorno a las canchas?

Los médicos dicen que depende de cómo evolucione, pero que pueden ser tres o cuatro meses. Así que prácticamente ya perdí el año. Me tienen que poner placas y la recuperación es de mucho cuidado. No se puede acelerar el proceso. Tengo que tomarme las cosas con calma.

Usted lleva poco tiempo en Antofagasta, pero todos en el club le dieron muestras de apoyo...

Sí... Y es muy bueno sentir eso. Es duro todo esto, porque era mi primer partido por el club. No alcancé a jugar casi y ya estoy fuera, pero hasta los hinchas me han manifestado su apoyo. Eso es importante en este momento.

¿Qué le queda de todo esto?

Es una experiencia que marca para toda la vida. Gracias a Dios la voy a poder contar, pero dentro de todo lo malo, intento destacar lo bueno. Me he sentido querido y apoyado y eso es impagable. Lo que pasó me sirve para aprender y seguir creciendo. A veces uno se deja llevar por la pasión. Me quedó la pelota dando botes en el área y metí la cabeza no más. Sin medir consecuencias. Era mi oportunidad. Me tenía que mostrar. Ahora intento llevar todo esto lo mejor posible.

¿Y Matías Campos, el delantero que le pegó, se comunicó con usted? ¿Han hablado de esto?

Sí, desde el primer minuto. Él estaba muy asustado. Me ha pedido perdón muchas veces, pero yo entiendo que no hubo intención. Lo conozco, no es un mala leche. Me vio tirado y vomitando, además, así que eso lo angustió más. Pero yo sé que no fue más que un desafortunado accidente.