Sus zancadas largas y los dos goles ante Argentina en ese inolvidable 5-0 en el Monumental de Buenos Aires son algunas de las estampas que Freddy Rincón entregó al fútbol colombiano, donde es considerado una gloria. Sin embargo, ni ese status lo salvó de estar en la mira de la policia. La Interpol pidió su captura por lavado de dinero y conspiración criminal relacionada con drogas, en lo que es una mancha más en una historia negra que une al fútbol con las mafias.
En los años 80 fue cuestión repetida el de las relaciones entre el balompié y los capos de la droga. Jugadores, técnicos, clubes enteros y árbitros estuvieron, de cualquier forma, ligados a esto y era difícil abstraerse. Lo decía el técnico de la selección colombiana Francisco "Pacho" Maturana: "El narcotráfico es un pulpo, toca todo, y el fútbol no es una isla".
Cada una de las grandes ciudades de Colombia tenía su club y su protector, que lo mantenía arriba, a cualquier costo. Los carteles se dedicaban a financiar los equipos y varios hicieron campañas destacadas a nivel internacional. El América de Cali, que ahora pelea para volver a Primera División, llegó tres veces a la final de la Copa Libertadores entre 1985 y 1987 y, aunque no la ganó, fue recordado por sus campañas.
Uno de esos jugadores era Antony de Ávila. El "Pitufo" no sólo fue famoso por su habilidad para hacer goles y su menudo físico. Una vez, en un partido de eliminatoria ante Ecuador, De Ávila dedicó su gol a los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, líderes del Cartel de Cali, y que cumplen condena en Estados Unidos. "No le tengo miedo a lo que puedan pensar en Estados Unidos por esta dedicatoria. Me acordé de ellos por unos consejos que me dieron cuando tenía 19 años, y quise compartir la alegría de mi corazón con personas que ahora están pasando por un mal momento", fue la defensa del delantero.
Atlético Nacional hizo lo que el América no: coronarse en la Libertadores. Lo hizo en 1989 con René Higuita como puntal. El Verde de la Montaña tenía a Pablo Escobar como principal sostén y los árbitros sudamericanos conocieron de sus métodos para asegurar partidos. A Escobar, líder del Cartel de Medellín, le gustaba el fútbol y no se medía en sus formas para apoyar a los dos equipos de la ciudad. De hecho, por cargar a uno de ellos, al Independiente ante el América de Cali, la mafia mató al árbitro Alvaro Ortega, cancelando el torneo de 1989.
Higuita fue uno de los principales nombres en apoyar públicamente a Escobar. En 1991 lo visitó en La Catedral, la "cárcel" que Escobar se construyó para evitar la extradición a Estados Unidos. Además, el arquero, famoso por sus escorpiones, fue detenido en 1993 por estar involucrado en un caso de secuestro, por lo que pasó seis meses en la cárcel, con huelga de hambre incluida. Esto lo dejó fuera del mundial de Estados Unidos.
La muerte de Ortega obligó a Conmebol a castigar a los clubes colombianos. En 1990, como no hubo liga antes, no se presentaron clubes a la Libertadores, excepto Nacional como campeón defensor; en 1991, América y Nacional debieron jugar como locales en Venezuela y Miami.
También hubo casos en Bogotá, donde Fanor Arizabaleta, quinto hombre fuerte del Cartel de Cali, controlaba al Santa Fe y Gonzalo Rodríguez Gacha, "El mexicano", hacía lo mismo con Millonarios. No había quién se salvara, como los rivales, que jugaban hasta que uno de los dos equipos empataban incluso si llegaban a los 15' de descuento.
El más dramático de todos los casos fue el de Andrés Escobar. El zaguero se hizo mundialmente conocido cuando anotó el autogol que dejó fuera a Colombia en el mundial de 1994. Un mes más tarde, Escobar, defensa del Atlético Nacional, era asesinado afuera de un local nocturno tras una riña con dos hermanos vinculados con las drogas. La investigación arrojó nexos entre el homicidio de Escobar por los hermanos Pedro y Juan Gallón Henao con mafias dedicadas a las apuestas deportivas, pero nunca pudieron comprobarse judicialmente.
Las caídas de los carteles en los años 90 fue mermando el poder de estas asociaciones en los clubes, aunque esa sombra seguía vigente. En 2010, por ejemplo, el presidente Juan Manuel Santos amenazó con expulsar a los equipos que no estuvieran "limpios".
Ahora, Panamá pide que Rincón vaya para explicar los nexos con el narcotraficante Pablo Rayo Montaño, quien habría entregado dinero para que el ex futbolista del Palmeiras y Real Madrid, entre otros, comprara propiedades. Un nuevo caso que ensucia al fútbol colombiano.