El 4 de julio de 2015, Gonzalo Higuaín ingresó a los 74' de la final de la Copa América, en reemplazo de Sergio Agüero. A los 81', fue el turno de entrar de Éver Banega, en lugar de Javier Pastore. Los dos serían protagonistas, tristemente para Argentina, del título que ganó Chile.
Higuaín pudo evitar el alargue, los penales y darle a la Albiceleste la Copa. Pero en los descuentos falló un gol al lado del arco, llegando exigido a finzalizar un contragolpe.
Los argentino recordaron en ese momento que el delantero también había perdido una opción clara ante Alemania, en la final del Mundial de Brasil.
Llegaron los penales y al Pipa le tocó el segundo de las transandinos. Para Chile ya habían marcado Matías Fernández y Arturo Vidal, y para el elenco de Gerardo Martino había anotado Lionel Messi. Higuaín mandó su tiro muy elevado y la Roja comenzó a tocar el trofeo.
Después Charles Aránguiz dejó la definición 3-1 y fue el momento para Banega. En la transmisión televisiva se notaba claramente que la expresión en el rostro del jugador era de, por lo menos, preocupación. Remató y Claudio Bravo tapó el tiro.
Así, el escenario quedó listo para que Alexis Sánchez sentenciara la serie y Chile celebrara su primera Copa América.
Ha pasado casi un año y este domingo Higuaín y Banega serán titulares en la definición de la Copa América Centenario ante Chile. Y aunque en toda la selección argentina el deseo de por fin ganar una final es la gran motivación, para estos dos jugadores la sensación debe ser aún más fuerte, por el recuerdo de su particular 4 de julio del 2015.