La noche de 2006 en el Nacional que nadie puede olvidar

Colo Colo podría repetir este domingo una de las jornadas más felices de su historia. Aquel 2 de julio de 2006 los albos se consagraron campeón frente a su archirrival.




Ni el mejor libretista del mundo  pudo imaginar en su cabeza un desenlace tan dramático como el vivido en el Apertura 2006. Colo Colo y Universidad de Chile frente a frente. Un triunfo para cada uno en la definición. El campeón se dirime por penales. Sesenta mil personas en el Nacional. Millones paralizados en sus casas ante cada lanzamiento desde los doce pasos.

"Había mucho nervio. Fue todo muy tenso. La espera entre el pitazo final del tiempo reglamentario y el primer penal, fue eterno. Sólo pensaba en que la Copa se quedara con nosotros. No quería quedar en la historia como un integrante del plantel que perdía una final ante el archirrival ", recuerda Alvaro Ormeño, ex defensor de Colo Colo, uno de los protagonistas de aquella noche en Ñuñoa que nadie puede olvidar. Ni ganadores ni perdedores.

Colo Colo había vencido el primer partido por 2-1, con anotaciones de Matías Fernández, y todo hacía presagiar una cómoda faena de los entonces dirigidos por Claudio Borghi en la revancha. Los nombres albos que entrarían a jugar ese domingo asustaban: Jorge Valdivia, Humberto Suazo y el propio "Matigol". Pero,  todo cambió de pronto.

"Ellos llegaban como amplios favoritos, tanto por regularidad, por nivel individual y, sobre todo, por el envión anímico que les había significado ganar la primera final en el último minuto", cuenta Luis Pedro Figueroa, que aquella noche le daría una luz de esperanza a los azules cuando promediando el segundo tiempo marcó el tanto que obligaba a definir por penales.

La salida de Rodrigo Meléndez en el entretiempo provocó un click en el partido. Los albos se quedaban sin su barómetro del mediocampo. La "U", en cambio, sentía que era el momento de dar el zarpazo. Y el propio Marcelo Salas se lo hacía ver al técnico Gustavo Huerta, prácticamente ordenando el ingreso de Mayer Candelo, para darle más profundidad al equipo.

Colo Colo se apagó. Se tornó un equipo irreconocible. Y la "U" de pronto veía, tras el gol de Figueroa, que el título estaba muy cerca. Claudio Bravo a esa altura ya era figura.

"Imagínate, estaba el título de por medio. Esos mismos nervios y presión que todos sentíamos hizo que el partido no fuera bueno", desliza José Luis Jerez, dueño de la franja izquierda de Colo Colo en ese campeonato.

Rubén Selman, árbitro de ese partido, lo dio por terminado a los 90 minutos. No quiso dar descuentos. Instantes antes, Marcelo Salas falló un cabezazo en plena área chica, que le habría dado a la "U" el título.

"Era de esas jugadas que Marcelo no fallaba. Cuando tiré el centro y lo vi en el aire, pensé que era gol. Ellos estaban nerviosos y sólo querían que acabara pronto. Años después en Colo Colo compartí con algunos protagonistas de esa final y me lo reconocieron", confiesa Figueroa.

La definición por penales arrancó con Matías Fernández, quien anotó. Luego convirtieron Marcelo Salas y Humberto Suazo. Hugo Droguett fallaría ante Claudio Bravo el primero de los azules, pero inmediatamente Miguel Pinto le detuvo el remate a Luis Mena. Parecía que el destino nuevamente le abría una puerta a los azules. Mayer Candelo se paraba frente al balón, quizás sin saber que quedaría marcado para siempre en la historia de los clásicos.

"Nunca me he arrepentido de la forma en que tiré ese penal. Siempre defendí un estilo y si volviera a estar en esa situación, lo haría igual. ¿Si me echaron por eso del club? No creo. Me fui porque el técnico no me quería", relata el colombiano, que intentó picar el balón por sobre Bravo, pero éste en una reacción brillante se recuperó sobre sus pasos para desviar el balón.

"Candelo se agrandó y Claudio Bravo estuvo extraordinario para despedirse del club, ya que estaba vendido a España", resume Jerez. "Muchas veces me dio vueltas en la cabeza ese penal. Me habría encantado tirar uno en la definición, pero había muchos hombres experimentados delante mío. Recién empezaba en el fútbol. Pero vivir esa final fue algo que me marcó para siempre", revela Marcelo Díaz.

Ahí, tras la atajada de Bravo, la noche se empezaba, ahora sí, a teñir de blanco. Gonzalo Fierro convirtió su turno. Figueroa hizo lo propio para la "U". Todas las miradas apuntaban, entonces, a Miguel Aceval, que tenía la responsabilidad de vengar lo ocurrido en 1959 (ver secundaria).

"Cuando Miguel convirtió, me vino un alivio inmenso. Me quedó muy marcado lo que pasó esa noche. Es algo que realmente marca mucho tu carrera e imposible de olvidar. Me encantaría que eso se repitiera", revela Gonzalo Fierro, quien este domingo espera que esa historia de julio de 2006 tenga el mismo desenlace.

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