"Así que aquí estoy, cabeza abajo dentro de una mujer", dice el protagonista del nuevo libro de Ian McEwan (68). "Aguardo con los brazos pacientemente cruzados", comenta el feto que contará la historia de Cáscara de nuez, la novela número 14 del escritor británico, que acaba de publicar editorial Anagrama.
Ese ser que está en el mundo, pero que aún no ve la luz ni menos el rostro de su madre, tiene un oído prodigioso. Así se irá enterando del macabro plan que elabora Trudy, su madre, junto a su tío Claude, y tendrá noticias de su padre, John, un depresivo poeta que dirige una editorial en crisis.
La traición, el amor, la tragedia y sobre todo la comedia están presentes en Cáscara de nuez, donde Hamlet de Shakespeare es la base de una narración que se expande sin límites. "Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey del espacio infinito, si no fuera porque tengo malos sueños", dice el epígrafe que sale de las páginas de Hamlet para abrir el ejemplar de McEwan, compañero de generación de los autores Martin Amis, Julian Barnes y Salman Rushdie.
"Me divertí mucho escribiendo esta historia, pero a la vez me impulsaba la tarea de que el lector se decidiera a entrar en el juego", dijo el autor a inicios de marzo en Barcelona, donde presentó el título traducido al español. Publicado el año pasado en el Reino Unido y EEUU, en general alcanzó críticas elogiosas. "Una novela inteligente, divertida y absolutamente cautivadora...", escribió Michiko Kakutani en The New York Times.
El pequeño reino
Trudy tiene 28 años y en su vientre un bebé. Hace poco está separada de John, el padre de la criatura, quien heredó una mansión familiar, "una mole georgiana" donde vive Trudy. Con Claude, su cuñado, un agente inmobiliario, apasionado por los autos, suelen tener sexo y beber alcohol. Trudy ha decidido que en la sala de parto esté Claude y no John. Pero John no está solo en esta historia. Tiene a Elodie, su amante, una joven poeta que escribe versos sobre búhos.
El problema es cuando Trudy está un poco borracha y habla despectivamente de su hijo por nacer. "Sólo en los cuentos de hadas los bebés huérfanos no deseados suben de categoría", dice el feto parlante en Cáscara de nuez, y agrega dando un par de codazos: "Yo también puedo ser despiadado".
Mientras, Trudy y Claude desarrollan una estrategia para matar a John y así quedarse con la propiedad familiar. El asesinato tiene que parecer un suicidio. Piensan en un veneno. El Etilenglicol que produce "náuseas, vómitos, convulsiones, infarto, coma, insuficiencia renal", se lee en la novela, en que el nonato se refiere tanto a sus miserias personales como a las conversaciones noticiosas de la BBC.
Atento a las voces radiales, el feto sabe que no nacerá en el mejor de los mundos. "Heredaré, en cambio, un reino no tan unido, gobernado por una apreciada reina anciana...", señala en referencia a la Reina Isabel II, de 90 años, quien lleva 65 en el trono. Y más adelante en la novela, piensa en su futuro. "Los sueños seculares de unión de Europa quizá se disipen antes que los odios antiguos, el nacionalismo a pequeña escala, los desastres económicos y las discordias", y luego se pregunta: "¿Será apacible el declive de los Estados Unidos?".
Casi al llegar a la mitad de Cáscara de nuez, el precoz narrador le escribe al padre. "Antes de que mueras", anota advirtiéndole la amenaza que lo circunda. En silencio reflexiona sobre la traición que lo aguarda afuera: "Aquí dentro se me deben el privilegio y el lujo de la soledad".
Hasta que un día su padre es hallado muerto en su auto, a 32 kilómetros de Londres. La policía golpea la puerta del hogar de Trudy para informar la tragedia, cocinada entre esas paredes que huelen a alcohol.
"Tú y yo juntos somos brillantes", le dice Claude a su amante, quien cae en la desesperación. Luego ambos se recriminan el asesinato. Trudy está en las últimas semanas de su embarazo. Está nerviosa y bebe whisky. La policía sospecha de la pareja.
Y antes de que anochezca Trudy y Claude hacen sus maletas para escapar en tren. "Es un terremoto, es una agitación gigante en su cueva", dice el feto. Ya comienzan las contracciones. "Oigo gritar a mi madre desde muy lejos", dice entre una y otra contracción.