Apenas entró en vigor el alto el fuego entre Israel y Hamas, el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama figuraba celebrando con sus hijas la fiesta de Acción de Gracias, mientras se ocupaba de salvar de ser horneados a dos pavos. "En la vida hay segundas oportunidades", bromeó en ese minuto Obama.
Sin embargo, como explica la agencia Dpa, en ocasiones las apariencias engañan: la escalada de violencia hizo cundir el nerviosismo en la Casa Blanca y desató una frenética diplomacia telefónica. Casi a diario conversó Obama con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y con el Presidente de Egipto, Mohamed Morsi.
No hace tanto que Washington miraba con recelo y albergaba algunas dudas sobre Morsi, un político procedente de los Hermanos Musulmanes. Ahora ha sido el principal interlocutor de Obama en la crisis de Gaza y llegó a conversar con él tres veces en menos de 24 horas, según informó no sin cierta sorpresa el diario The New York Times.
Con toda la urgencia que requería la ocasión, Obama envió a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, a una visita relámpago a la región en crisis, una misión de riesgo, pues la secretaria de Estado ya se encuentra con una pie fuera de su puesto. Y sin embargo consiguió lo inesperado.
Apenas 20 horas después de su llegada, Clinton compareció con una chaqueta verde (el verde es el color del islam y de Hamas), junto con su homólogo egipcio, Kamel Amr, en El Cairo y anunció un alto el fuego.
No obstante, fue sobre todo Morsi quien consiguió hilar el acuerdo, aun cuando en realidad fue Obama quien estuvo moviendo los hilos tras el escenario. Antes de que el acuerdo fuera negociado, los analistas en Estados Unidos estaban hablando de un "cambio hacia un papel más activo de Estados Unidos en Medio Oriente". Ante la Casa Blanca, un reportero de la CNN aseguró: "El Presidente selló el acuerdo".
La secretaria de Estado, visiblemente cansada, agradeció ante las cámaras al presidente egipcio por su liderazgo personal que contribuyó a rebajar la tensión en Gaza y poner fin a la violencia en el territorio palestino.
The New York Times ya habla de la "inauguración oficial de la poco probable nueva asociación geopolítica", una asociación no exenta de riesgo y con un fuerte potencial. Y se apunta que la nueva alianza podría conducir a otros avances en el polvorín de Medio Oriente.
Pero también en la relación a Obama y Netanyahu se abren nuevos horizontes. Hace unas semanas entre ambos mandatarios imperaba la distancia, pero en vista de la crisis, las asperezas parecen haber desaparecido de un plumazo.
Desde el inicio de la crisis, el mandatario estadounidnse se ha mostrado claramente del lado de Israel. Calificó de "ataques cobardes" los misiles que desde Gaza caen en Israel, pero no dijo nada sobre los ataques aéreos israelíes. "Tuvimos un apoyo muy fuerte desde Estados Unidos", valoró el vocero del gobierno israelí Mark Regev en entrevista con la CNN.
Además seguro que ayudó que Obama debió prometer más ayuda económica a Israel. De forma vaga y prometedora ofreció a Netanjahu más "esfueros para ayudar a Israel a satisfacer sus intereses en seguridad". En concreto se comprometió a parar el contrabando de armas y explosivos a la Franja de Gaza. Y sobre todo prometió más ayuda en la ampliación del sistema antimisiles "Iron Dome" en Israel.
Y lo que el "Iron Dome" significa para Israel ya quedó claro en las palabras del Ministro de Defensa, Ehud Barak, en una conversación telefónica con su homólogo Leon Panetta: Ese sistema pudo interceptar el 85% de los misiles procedentes de Gaza.