Cuando era escolar, Kate Middleton tenía colgado en su pieza un póster del príncipe William, que entonces era como una estrella del rock para las quinceañeras. Y hoy la joven de 29 años cumple su sueño, luego de una década de permanecer al lado de  Guillermo de Inglaterra, demostrando que tiene madurez y pasta para ocupar el puesto.

Los peores críticos de Middleton la tratan como una "escaladora" de clase media que se obsesionó con el príncipe e hizo todo para conquistarlo. Que incluso llegó a Chile en 2001, meses después de que Guillermo vino a realizar trabajos voluntarios en su año sabático, y luego se inscribió en el mismo curso de Historia del Arte de la Universidad de St. Andrews, sólo para estar con él.

Dicen que nunca se preocupó de desarrollar una carrera profesional, porque siempre estuvo pendiente de William. Por eso la apodaron "la paciente Kate". Pero esta hija de una ex azafata y un ex comisario de vuelo de British Airways -que luego montaron una empresa de venta de artículos para fiestas que los hizo millonarios- se ganó la aprobación de los británicos y la familia real.

Ella no es como Lady Di. Sí es fotogénica y bien vestida, pero más madura. Tiene nueve años más que Di cuando se casó. Y en esta década se ha mantenido alejada de todo escándalo. Jamás ha mostrado un desliz. Middleton (en la foto) y su familia -además tiene dos hermanos menores: Pippa y James- han construido un manto de silencio y misterio que ha abarcado a sus vecinos y amigos. Han logrado la reserva, el decoro, privacidad y un saber comportarse en público que conquistó a la familia real.

La plebeya que llega a princesa supone una evolución de la monarquía británica, considerada "la madre de las monarquías", según el comentarista Peter York, ya que a lo largo de los años, el palacio de Buckingham ha visto cómo los miembros de la clase media que han llegado a las casas reales europeas "hacen un buen trabajo".

Mientras que William ha sido una figura famosa y querida desde siempre. El hijo mayor de la fallecida princesa Diana tiene los ojos y carisma de su madre. Es el segundo en la sucesión al trono, tras su padre, el príncipe Carlos. Con su metro y 91 de altura, su pasión por los deportes, buenos modales, sentido del humor y, especialmente, su falta de pompa, es "adorado" por los ingleses.

"Guillermo no puede tomarse en serio mucha de la pompa y las estrictas reglas de palacio, se dice que ha comentado alguna vez. Y por eso, es muy popular especialmente entre los británicos más jóvenes", señala Michael Donhauser, corresponsal de Dpa. "Guillermo encarna la monarquía que los británicos quieren para el futuro: cercana al pueblo, joven y nada vanidosa", agrega.


Juntos, la pareja personifica las esperanzas de renovación para el futuro de la famila real.