Juan Antonio Pizzi pasa por el momento más complejo de su proceso en la selección chilena. La dura derrota por 0-3 ante Paraguay, el jueves, en el estadio Monumental, dejó muy tocado al técnico. Ya no hay margen de error y lo sabe: vencer a Bolivia, en La Paz, este martes, es una obligación para conseguir el objetivo de clasificar al Mundial de Rusia 2018. Está consciente de que cualquier otro resultado hipotecará las opciones de llegar a la cita planetaria, sin importar lo que pase en octubre ante Ecuador, en Pedreros, y frente a Brasil, de visita, en la última fecha de las Eliminatorias.
La cuenta de ahorro se acabó y Macanudo comienza a sentir la presión. Luego de la goleada ante los guaraníes el entrenador hispano-argentino no ha sido el mismo. Desde Juan Pinto Durán revelan que el pobre rendimiento individual y colectivo del equipo lo tiene muy preocupado. Incluso, hasta con cierto temor, porque no encuentra la fórmula para terminar con la previsibilidad del juego de la Roja, ni con su llamativa e inquietante falta de gol. Los nacionales anotaron por última vez el 25 de junio, en el empate 1-1 ante Australia, en la última fecha de la fase de grupos de la Copa Confederaciones. Es decir, hace más de dos meses.
Macanudo busca respuestas para reinventar, otra vez, el fútbol de la Selección. Ya lo tuvo que hacer en Estados Unidos, el año pasado, durante la Copa América Centenario, donde luego de un mal inicio, el conjunto chileno terminó adjudicándose el título en el MetLife Stadium ante Argentina. Ahora, el escenario es parecido. La Albirroja dejó en evidencia que a la Selección ya se le tomó la mano nuevamente y que, con poco, se le puede pasar por arriba. Aquello tocó la fibra del adiestrador. Está alarmado, intranquilo, porque además sus jugadores no reaccionaron como él esperaba.
Ayer, la Roja llegó a Calama a eso de las 13 horas. La ciudad recibió al bicampeón continental con viento fresco y cielos despejados, y con la presión que conllevan sus 2.400 metros sobre el nivel del mar. Fue precisamente este factor el que llevó a Pizzi a elegir el norte para prepararse a la altura de la capital altiplánica, cercana a los 3.600 metros.
La delegación se hospedó en el Hotel Park de la ciudad, el que está a muy pocos metros del aeropuerto. En el recinto no se puede acceder al sector ocupado por la Selección. Sólo puede hacerlo personal autorizado. La zona está tapada y es custodiada por los guardias de la ANFP. Macanudo no quiere distracciones para los jugadores. Ahora no hay espacios para relajos de ningún tipo, ya que la clasificación está en peligro.
Lo que también puede estar en peligro es la propia continuidad del entrenador. No clasificar al Mundial será un fracaso y un mazazo demasiado duro para el presidente del fútbol chileno, Arturo Salah. Y aunque sea un defensor de los procesos, sostener la continuidad de Pizzi por otra Eliminatoria más asoma como improbable. De hecho, nadie en la federación se atreve a asegurar que el ex técnico de Universidad Católica permanezca en Pinto Durán si no logra el objetivo. El contrato del DT finaliza al término de las Eliminatorias y se renueva automáticamente si se clasifica a Rusia 2018 hasta el término de la participación nacional en ese certamen.
Pizzi está bajo presión. En sólo tres jornadas más se puede definir su futuro y el de la selección chilena.