"ESTOY feliz, voy a buscar a mis hijos. Es lo único que quiero. Nunca me imaginé salir en libertad ahora". Estas fueron las primeras palabras que dijo ayer Karina Sepúlveda (34), tras abandonar el Centro Penitenciario Femenino de San Miguel, mientras se fundía en un abrazo con su hija menor, quien la esperó por horas fuera del recinto con más de 10 familiares que gritaban emocionados. Por la mañana, la mujer había pasado a la historia cuando, en un hecho inédito, el tribunal de Puente Alto la absolvió del delito de parricidio en contra de Claudio Reyes, su conviviente por 18 años y padre de sus tres hijos, a quien dio muerte en octubre de 2011 de un tiro en la cabeza, mientras dormía en su casa en Puente Alto.
Las razones para la decisión judicial se explican por el maltrato físico y sicológico que recibió Karina en ese tiempo y que la dejaron con más de 64 cicatrices visibles en el cuerpo, a raíz de los golpes de puño y patadas que recibió, además de diversas heridas con armas cortopunzantes y latigazos. Las marcas internas ocasionadas por los ataques sexuales y las constantes amenazas de muerte no se ven, pero también están ahí. La historia comenzó cuando Karina tenía 16 años y conoció a Reyes. Al poco tiempo tuvieron a su primer hijo, luego vinieron dos más. "Pero ni embarazada de sus tres niños este hombre dejó de golpearla", cuenta Daniel, el padre de Karina, con quien trabajaba en diversas ferias de Macul. El hombre recuerda que muchas veces Karina llegaba con los ojos morados y marcas en los brazos y sin ningún peso. "Ella lo negaba o se tapaba. Tenía miedo de perder a sus hijos y que le pegara más", dice. Cuenta que la última pelea fue muy violenta y que, además, Reyes golpeó a su hijo mayor por pedirle dinero para un regalo, lo que habría gatillado la decisión de Karina. "Ella era leal, le pasaba plata hasta para sus vicios. Cuando él estuvo preso, ella lo visitó todo el tiempo. Nunca compartimos con él, salvo cuando bautizaron a los niños grandes. Nunca hice algo más, porque no sabía bien la gravedad del asunto y por mis nietos", asegura.
Estefanía Cisternas, madre de Karina, agrega que Reyes traspasaba la violencia a sus hijos. "A la menor siempre le decía: juguemos a pegarle a la mamá. De los dos más grandes, no sabemos nada", dice resignada.
El fallo judicial se fundamentó en la Ley 20.480, eximente de responsabilidad del estado de necesidad exculpante, conocida como Ley de Femicidio, pues si bien el parricidio está confirmado el historial de maltrato y una docena de testigos determinaron que la imputada carece de responsabilidad penal. Karina anoche celebró su libertad junto a su familia, pero aún falta algo más importante. Recuperar a sus hijos mayores, los que desde el día de la tragedia desaparecieron de su vida.