Fue en la primavera de 1984. Por esos días, la senadora y flamante presidenta electa de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, fue invitada a participar en un seminario sobre la Constitución Política de Chile, evento que tendría como principal expositor al fundador del gremialismo, Jaime Guzmán, quien justamente tuvo un rol protagónico en la elaboración de la Carta Fundamental de 1980. El evento, que terminó abruptamente luego de que las Juventudes Comunistas (JJ.CC.) de Concepción irrumpieran en el acto, desató un enfrentamiento en el que la entonces estudiante de medicina se trenzó a golpes con un dirigente comunista. Ese día, recuerda Van Rysselberghe, decidió el domicilio político que marcaría su vida, lo que derivó más tarde en su inscripción como militante de la UDI.
Durante la enseñanza media sus intereses estaban muy lejos de la política: fue campeona nacional de atletismo en 400 metros planos, pero no prosperó en una carrera.
Su primera experiencia ante las urnas se dio años más tarde en la universidad, cuando postuló -sin éxito- a la dirigencia del centro de alumnos de su carrera, siendo ampliamente superada por un adversario de toda la vida: el hoy senador Alejandro Navarro. Más tarde, en 1989 participó activamente en la campaña del candidato presidencial del bloque Democracia y Progreso, Hernán Büchi, quien fue derrotado por el ex Presidente Patricio Aylwin. La primera victoria llegó en las municipales de 1992, cuando, pese al poco apoyo partidario que consiguió, logró más de 11.600 votos, ganando un inesperado puesto en el concejo municipal de Concepción, cargo que ocupó por dos periodos hasta que se convirtió en alcaldesa de la comuna el año 2000.
La Coca, como le dicen sus amigos y es identificada incluso más allá de la UDI, si bien no pertenecía a la élite del partido, en gran medida por ser de región, generó estrechos vínculos con los denominados "coroneles". Entre estos se cuentan Pablo Longueira, Juan Antonio Coloma y Jovino Novoa.
Uno de los desafíos políticos más importantes de su carrera se dio en 2010, cuando asumió como intendenta del Biobío. Antes de aceptar, eso sí, había rechazado el ofrecimiento del entonces mandatario en dos ocasiones. Y si su nombramiento fue engorroso, su salida lo fue aún más. Ante la posibilidad de ser acusada constitucionalmente por el Congreso, al filtrarse un video en el que asumía haber abultado el catastro de daños posterremoto de 2010, optó por renunciar al cargo luego de una extensa reunión con Piñera en La Moneda.
Superado esto, en 2013 consiguió llegar al Senado quebrando el doblaje de la Concertación. Se enfrentó (nuevamente) a Navarro, y ambos dejaron en el camino a Camilo Escalona y al hoy perseguido por la justicia Rafael Garay.
Antes de ella, el único integrante de su familia inmerso en la política fue su abuelo, Enrique van Rysselberghe, alcalde de Concepción antes del régimen de Pinochet y designado posteriormente para el periodo 1974-1979. Luego de ella se sumaron al rubro su padre y su hermano Enrique, actual diputado de la UDI.
También ha marcado su historia su estilo directo y poco dado a los eufemismos para defender sus convicciones. Más de una vez ha generado polémicas por sus dichos. Como cuando en una entrevista en La Tercera rechazó la adopción homoparental. "Qué culpa tiene un niño de que lo adopte una pareja homosexual", señaló. Esta postura, o su visión sobre el aborto, generaron fuerte resistencia cuando asumió la presidencia de la comisión de Derechos Humanos del Senado, que finalmente ejerció durante todo 2015. Con todo, este domingo Van Rysselberghe hizo historia doblemente: se convirtió en la primera presidenta de la UDI y su directiva es la primera elegida con voto universal.