La mañana del 11 de septiembre de 2001, Marialy Rivas (34) despertó agitada en su departamento de Nueva York. Una llamada desde Chile, de su madre, la alertó de que dos aviones habían chocado contra las Torres Gemelas. La chilena había llegado hace un año a EEUU, becada para estudiar dirección en el New York Film Academy. El curso terminó, pero ella se quedó, probando suerte y trabajando como mesera. Los atentados frustraron sus planes: Marialy volvió a Chile.
La chilena ganó experiencia, pero no logró impulsar una carrera. Había empezado bien: a los 19 años, en el segundo año de la carrera de Cine, ganó su primer premio en el Festival de Cortometrajes de Santiago, con Desde siempre (1996), un cruce de documental y ficción sobre el mundo homosexual, que incluso se transmitió en el Canal Plus de España. Ganó la beca a EEUU, pero sus proyectos en el cine se aplazaron eternamente y terminó arribando a la publicidad.
Hoy es una de las directoras más reputadas de la industria: ha ganado varios premios y dirigido las campañas de importantes marcas comerciales trabajando con la productora chilena Fábula y la española Mirinda Films. Su trabajo estrella fue en 2005, integrando el equipo que dirigió la franja televisiva para la campaña de Michelle Bachelet. Sin embargo, en el mundo del cine Rivas tenía algunas cuentas pendientes, que ya está saldando.
Su cortometraje Blokes, basado en un cuento de Pedro Lemebel, compitió en mayo en la sección de películas breves del Festival de Cannes y ganó Mejor Ficción en el Festival de Cortos de Villa de Conde, en Portugal. Además, Rivas acaba de adjudicarse un fondo Ibermedia de 45 mil doláres para filmar su ópera prima, Joven y alocada, donde vuelve al tema de la sexualidad. "De los siete años que quiero ser directora de cine. Haber ido a Cannes me emocionó profundamente, tiene que ver con alcanzar un sueño por el que he trabajado siempre. Para mí, el cine es como una pareja: si no estoy filmando, me desespero. En el set vivo los momentos de máxima felicidad", dice la cineasta.
EL SEXO Y LA MUERTE
Dos años enteros persiguió a Lemebel. El autor de Tengo miedo torero y La esquina es mi corazón se negaba a que uno de sus textos se adaptara al cine, pero finalmente la insistencia de Rivas lo hizo ceder. La historia no era fácil: durante el régimen militar, un niño de 13 años se enamora de su vecino, de 16, al que espía por la ventana. Pero comienza a tener relaciones sexuales con otra niña del barrio. "Lo más difícil fue encontrar al protagonista, un niño que hiciera un papel gay. Felizmente, dimos con Alfonso David, que ya ha trabajado en televisión en papeles complejos", cuenta la directora.
Desde 2008, la presencia de Chile en Cannes es poderosa. Ese año el filme Tony Manero, de Pablo Larraín, acaparó los elogios de la crítica. Un año después, la cinta Navidad, de Sebastián Lelio, compitió en la Quincena de Realizadores, y Huacho, de Alejandro Fernández, en la Semana de la Crítica.
Rivas fue la única cineasta chilena que compitió este año en alguna de las categorías de Cannes, pero dos realizadores formaron parte del programa de residencia del festival: Dominga Sotomayor y Cristián Jiménez. Ahora acaba de ganar un cupo, para el año que viene, Fernando Guerzoni. "A la residencia compiten miles y sólo quedan seis, entonces es algo inédito, el cine chileno está muy bien considerado. Hubo un momento en que todos estaban haciendo sus primeras películas y eso siempre es difícil. Gracias al apoyo gubernamental han surgido nuevas voces, pero aún falta. Aquí no hay industria, la gente va poco al cine y las películas se hacen gracias a los fondos estatales. No puede ser que un filme como Navidad esté sólo dos semanas en cartelera. No se condice con la realidad", dice la directora.
Con Joven y alocada, Rivas debutará, al fin, en el largometraje. El guión lo escribió junto a María José Viera-Gallo y Pedro Peirano. La historia se le ocurrió luego de ver el blog de una adolescente que cuenta sus experiencias eróticas. En el filme, Catalina es bisexual y pertenece a una familia evangélica. "Donde hay fracturas, hay historias", señala Rivas. Con el filme, la cineasta, vuelve a hablar sobre el descubrimiento sexual, tecla que ha tocado con insistencia desde su primera obra. "Sólo hay dos pulsiones humanas, el sexo y la muerte. Alejandro Amenábar, por ejemplo, se dedica a la muerte de una manera muy genial; en mi caso, me viene mejor el sexo. Aunque ahora me obsesiona el tema de los abuelos. ¿Qué hacen las personas entre los 60 y 90 años? Allí hay 30 años que nadie narra. Eso me parece fascinante".
Criada bajo el método de educación Waldorf, Rivas no vio televisión hasta los 18. A cambio, iba mucho al cine, donde descubrió su vocación. La TV, eso sí, ha sido su verdadera escuela. "La publicidad me enseñó a filmar, a solucionar problemas. Sé controlar a mi equipo, cómo quiero que se vea un cuadro y cómo dirigir a un actor. Pero al final eso no asegura nada, el cine tiene una alta cuota de misterio. Hoy sólo pido que me quede un poco bien la película y que la gente quiera verla".