Muchas personas son víctimas de lo que en Estados Unidos se conoce como road rage (rabia en el camino), un fenómeno -mucho más común de lo que se piensa- que se manifiesta con agresiones intencionales a otros conductores o vehículos. Y que, de acuerdo con diversos estudios, tiene que ver con que la gente canaliza sus frustraciones diarias al subirse a un auto.
Aunque no existe un perfil definido, los más propensos a padecer estos ataques de ira son los individuos con tendencias agresivas, los conductores jóvenes con menos experiencia y los hombres, que según los estudios, son menos pacientes frente al volante y más propensos a omitir algunas reglas de tránsito. Aún así, todos pueden perder el control al volante, ya que esta es una conducta que se extiende más allá de lo inmediato.
Según una reciente investigación "Road Rage", de la American Automobile Association (Asociación Americana de Automovilistas, AAA), el 90% de los conductores aseguró haber sido víctima de la rabia de otro, mientras que el 60% admitió perder el control al manejar. Las causas que generan estos incidentes, generalmente, se deben a errores momentáneos por parte de los automovilistas o a malos entendidos, pero la mayoría de las veces, la frustración cumple un papel importante. Un mal día en el trabajo es suficiente para que una persona descargue su enojo acumulado en contra de un conductor que realiza una mala maniobra.
La AAA dice que la forma más común de agresión es tirar el auto encima de otro conductor (62%), seguido del cambio de luces (59%), los gestos obscenos (48%), hacer "encerronas" (21%) y, finalmente, el abuso verbal (16%). El mismo estudio demostró que sólo el 1% de los automovilistas ha sido víctima de agresiones físicas.
Para Mauricio Contreras, psicólogo del Instituto de Criminología de la PDI, "hay hipótesis que aluden a que las personas eligen inconscientemente situaciones y objetos para tramitar sus conflictos internos y, por tanto, expresar sus afectos, como manejar a altas velocidades o hacer maniobras arriesgadas".
Aún así, Jerry Deffenbacher, psicólogo de la Universidad de Colorado, asegura que existen conductores que con sólo subir al auto activan su rabia y, con ella, la necesidad de descargarla. La explicación a esto, según Matthew Joint, autor del estudio de la AAA, estaría en que los seres humanos son, por naturaleza, territoriales y, en el caso de los automovilistas, el auto es una extensión de su territorio, por lo que si alguien está demasiado cerca o realiza algún movimiento que se perciba como ataque, la agresión surgirá de forma automática. La forma más inmediata de concretar esto es el lenguaje corporal, respaldado por un bocinazo o un gesto poco amigable.
Los psicólogos coinciden en esto, afirmando que los conductores, además, descargan su ira sin mayor consecuencia social, ya que no conocen a los que están al lado. En esos términos, están en un lugar que les brinda anonimato e impunidad. Para respaldar esto, los psicólogos se basan en un estudio que comparaba las reacciones de conductores de descapotables con los que manejaban autos de cabina. Ante la mala maniobra de otros vehículos, quienes iban en autos convertibles se demoraban mucho más en responder, ya que se sentían menos anónimos.