Esteban Paredes, delantero de Colo Colo, compareció en conferencia de prensa un lunes de marzo del año 2011. Un trámite cotidiano para cualquier futbolista de élite. Sin embargo, una de las cuestiones formuladas aquel día al jugador, se salió ligeramente del guión. Al atacante albo se le planteó un supuesto tan sencillo que no invirtió demasiado tiempo en meditar su respuesta. "Yo creo que hay que echarlo", manifestó con contundencia. Lo que se le había consultado era cómo reaccionaría si tuviera que compartir camarín con un futbolista homosexual.
"Sin ninguna duda esa frase expresa el sentir general. Los deportistas de élite probablemente estén dispuestos a ser políticamente correctos, a no verbalizarlo, pero en el fondo comparten lo que señaló Paredes. Hay deportistas en estos deportes, hombres y mujeres, que me consta que son gays o lesbianas, pero están dentro del closet porque el costo que pagarían en su disciplina es complejo todavía". Así es como condensa Rolando Jiménez, líder del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), el sentir general de los deportistas profesionales en materia de aceptación de la diversidad sexual.
"De hecho hay un gran deportista chileno, que ha ganado muchas medallas y que es homosexual. Su círculo íntimo, sus amigos, yo creo que incluso sus compañeros de disciplina, saben que es homosexual, pero no se atreven a señalarlo ni se atreven a reconocerlo", prosigue el presidente de la organización, convencido de que el miedo al rechazo se traduce casi siempre en silencio.
"Me parecería sorprendente que un deportista profesional reconociese su homosexualidad públicamente, pero sobre todo creo que es nocivo que no lo hagan, porque son líderes de opinión, y el hacerlo podría ayudar mucho a avanzar en este sentido", manifiesta al respecto Jaime Parada, activista político en la lucha por los derechos de la comunidad LGTB y concejal por la comuna santiaguina de Providencia.
Una opinión que suscribe la cantante y compositora chilena Javiera Mena. "Hay deportes como el fútbol que son todavía demasiado homófobos, sobre todo en el ámbito de las barras, pero si un futbolista se declarase públicamente homosexual, sería algo revolucionario. Porque los futbolistas aquí son héroes del país y podrían cambiar la opinión del pueblo", sostiene la artista, quien recientemente confesó su homosexualidad y quien afirma sentirse orgullosa de "ser la primera mujer en decirlo públicamente aquí en Chile".
Menos optimista que Mena y Parada se muestra la cineasta criolla Marialy Rivas, quien tacha la homofobia imperante en la sociedad chilena de "gran imbecilidad", pero quien no augura grandes avances en materia de tolerancia dentro del ámbito deportivo: "En el deporte, fundamentalmente en el masculino, la cuestión gay está bien tapada. Esta neurosis que nace del hecho de tener que compartir camarín es ridícula, pero existe. En Chile se está todavía demasiado lejos de poder hablar de este tema. Si los deportistas profesionales no salen del closet es porque saben que si lo hacen, los van a hacer polvo", manifiesta la realizadora.
EL CASO FASHANU
El caso de homofobia más terrible acontecido en el mundo del deporte, tuvo lugar en el Reino Unido. Nacido en 1961, el futbolista de ascendencia nigeriana Justin Fashanu se convirtió en el primer jugador negro de la historia de la Premier League en ser traspasado por un millón de libras esterlinas. Pero Justin, que llegó a ser en su juventud campeón amateur de boxeo en Inglaterra -probablemente consciente de los golpes que habría de depararle la vida- fue también un pionero, un hombre adelantado a su tiempo, por otro motivo.
Brian Clough, histórico técnico de Nottingham Forest en la época de la llegada al club de Fashanu, dejó escrito en un libro autobiográfico el siguiente episodio; una acalorada discusión en la que el DT trataba de "aleccionar" a su pupilo: "¿A dónde vas si quieres una rebanada de pan?, le pregunté. 'Al panadero, supongo'. ¿A dónde vas si quieres una pata de cordero? 'Al carnicero'. ¿Entonces por qué sigues yendo a ese maldito club de maricones?".
En 1990, Justin Fashanu se convirtió en el primer futbolista profesional en activo en reconocer públicamente su homosexualidad. En marzo de 1998, marginado ya por la mayoría de los clubes en los que había tratado de relanzar su carrera, fue acusado de agredir sexualmente a un menor. El 3 de mayo de ese mismo año, se quitó la vida en un garaje abandonado del municipio londinense de Shoredicht. "Me he dado cuenta de que ya he sido condenado culpable", comenzaba la nota de suicidio hallada junto al cadáver del jugador. Las investigaciones posteriores concluyeron, sin embargo, que no existía prueba alguna capaz de vincular a Fashanu con el delito que se le imputaba. A Fashanu no lo mató la apretada soga que dispuso alrededor de su cuello, sino la afilada lengua de una sociedad intolerante y discriminatoria.
EL ORIGEN DEL MIEDO
Cristián Alfaro tiene 39 años y trabaja como comercial en una empresa de computaciones. No conoce la historia de Fashanu, pero siempre quiso ser futbolista profesional. Y a punto estuvo de lograrlo: "Yo jugué en Palestino en los 80, en todas las categorías inferiores, y llegué a entrenar con el primer plantel. Pero con lo que yo sabía, sabiendo lo que yo era, pensé que no podría seguir. Me falló la cabeza porque no sabía cómo iba a reaccionar la gente, y entre jugar a fútbol y vivir tranquilo, elegí vivir tranquilo". Alfaro es integrante de Cóndores Chile, el primer club de fútbol gay fundado en el país.
En palabras del ex futbolista de Palestino, uno de los motivos principales que podrían motivar el silencio de los deportistas a lahora de reconocer su identidad sexual, sería de carácter publicitario: "Yo he hablado con deportistas de élite que son gays, y yo sé que si ellos reconocen públicamente lo que son, las marcas que los auspician les quitan el contrato", sentencia.
Una compleja afirmación que Jaime Parada se apresura a desmentir argumentando que "las grandes marcas en términos de valoración económica, tienen políticas favorables a la diversidad sexual".
Sea como sea, lo que parece en estos momentos más probable es que las puertas del closet del deporte chileno no se abrirán hasta que sea la tolerancia la que aguarde del otro lado. Rolando Jiménez se muestra tajante: "Es necesaria una discusión proactiva. Si no educas, no hay avance".