Cuando el atraso ya es demasiado notorio, el organizador del evento, el senador PS Carlos Montes, toma el micrófono. El murmullo del salón Nemesio Antúnez del Centro Cultural La Barraca se silencia.

-Disculpen por la demora. El ministro Arenas viene en camino y llegará en los próximos minutos. Está acostumbrado a los eventos en CasaPiedra, no a venir por estos lados -bromea. Los asistentes, en su mayoría vecinos de La Florida, le devuelven una risa.

La Barraca no es el lujoso centro de eventos en la ribera del Mapocho; queda en el paradero 12 de Vicuña Mackenna y ocupa un terreno pequeño, pero esta tarde convoca a uno de los hombres más importantes del país. Casi 200 ciudadanos lo esperan bajo una estructura sencilla, hecha con vigas de madera, paredes de cemento y un techo de planchas de aluminio. Para animar la espera, se abalanzan sobre la mesa del café y las galletas, que desaparecen en unos minutos. Hay gente de todas las edades, pero predominan los adultos mayores.

Una de ellas es Graciela Vitta, de 80 años. Está sentada en una silla de ruedas e intenta descifrar la minuta explicativa que le entregaron cuando llegó. Tiene agarrado el documento con sus dos manos, a unos pocos centímetros de su rostro. A su lado está el hombre que le empuja la silla desde que una mala operación por artrosis de cadera la dejó postrada hace siete años: el carpintero y dirigente vecinal Humberto Mora (76). Llevan 52 años de matrimonio, tienen tres hijos y ocho nietos. Ella le señala algunos puntos en el texto que no termina de comprender. Aun simplificada, la reforma tributaria del gobierno es engorrosa. "Estoy tratando de entender y creo que me quedó más claro. Yo le di mi voto a Bachelet, así que estoy de acuerdo. Es necesario hacer cambios", dice doña Graciela.

-De aquí deberían salir las soluciones, de las consultas al poblador. Se planifica mucho desde arriba, pero no siempre es lo más adecuado -responde don Humberto, cuya misión es entender los principales puntos del proyecto de ley para dárselos a conocer a sus compañeros de la junta vecinal 21 de La Florida, cerca del metro Santa Julia.

Alberto Arenas entra en el lugar pasadas las 19.40 horas, cuando debía llegar a las 19.00. Es recibido con aplausos y escoltado por Montes y la diputada PC Camila Vallejo. El ministro no aguanta mucho rato sentado, se pone un micrófono y se pone de pie, como reviviendo sus cátedras de economía en la Universidad de Chile. Una presentación de Power Point lo apoya en su exposición. Una de las primeras diapositivas muestra una caricatura que resume el mensaje que quiere entregarles a sus oyentes: una tabla se apoya en el borde del precipicio, con una montaña de personas apiladas en un extremo y un solo hombre de traje y sombrero, con apariencia de millonario, en el otro. Este último está en tierra firme; el grupo está en el vacío.

-Probablemente a los cinco minutos ustedes me dejarán de poner atención, pero quiero preguntarles, ¿por qué hacemos esta reforma tributaria?

-Por la educación -dice un hombre, pero Arenas se mantiene inalterable.

-Por la desigualdad -replica una mujer, en medio de un rumor general. Esta vez, el ex director de presupuesto asiente.

-Sí, es justamente por eso, porque dentro de la Ocde, Chile es el país con más desigualdad. Para 2020, tendremos un ingreso per cápita similar al de una economía desarrollada.

-¿Podría explicar bien qué es eso? -consulta otro hombre.

-El ingreso per cápita es todo lo que produce el país en un año, dividido por el número de chilenos, pero es sólo una estadística. El desarrollo debe incluir igualdad. A eso apunta la reforma: a que los que tienen más, paguen lo que corresponde.

Aunque lleva poco tiempo delante del público, Arenas logra el objetivo: ha capturado su atención.

Camisa arremangada

La visita del ministro a La Florida no es casual. Forma parte de una ofensiva mayor.

En medio de las críticas de buena parte del empresariado y de algunos parlamentarios -tanto de derecha como del oficialismo- el jefe económico de Bachelet se ha "arremangado la camisa" y ha optado por una estrategia para apelar al apoyo popular. Un diseño donde el contraste entre el tiempo destinado a escuchar a los grandes gremios y el dedicado a los dirigentes sociales debiera hacerse cada vez más evidente.

Fue en el marco de una reunión de coordinación sostenida el mismo lunes, en las oficinas de Teatinos 120, que el ministro de Hacienda acordó con los parlamentarios de la Nueva Mayoría el despliegue para "ciudadanizar" la reforma y tratar de contrarrestar los cuestionamientos más duros de algunos empresarios. Para ello se ordenó la redacción de una minuta, que sería distribuida por los parlamentarios, y que serviría de respuesta al polémico panfleto de la UDI, que muestra el antiguo arco íris de la Concertación saliendo de una billetera con la hoz y el martillo, el ícono del Partido Comunista.

Desde entonces, las charlas en terreno se volvieron prioritarias. Arenas decidió suspender un viaje que haría el jueves a Washington, donde debía reunirse con autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI), para priorizar su asistencia a una cita prevista para hoy con dirigentes sindicales en la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).

Mañana, en tanto, llegará junto al diputado Pepe Auth (PPD) a la comuna de Cerrillos, donde encabezará otro diálogo ciudadano sobre el mismo tema.

El subsecretario Alejandro Micco reemplazará al ministro en EE.UU., mientras que el titular de Economía, Luis Felipe Céspedes, fue mandatado para desplegar su propia agenda de actividades en terreno en compañía de abogados tributarios que explican "en lenguaje entendible" los detalles del proyecto.

El segundo gran hito de la ofensiva comunicacional fue la visita que Arenas encabezó el miércoles, junto a la Presidenta Michelle Bachelet, a la fábrica de Impresiones Jemba, en Conchalí, para explicar cómo afectará la reforma a las pymes.

La elección de ese taller se debió a que ya estaba en la base de datos del Ministerio desde el anterior gobierno, pues Julio Dittborn, subrogante de Felipe Larraín en la administración de Sebastián Piñera, ya lo había visitado en 2010. "Fue todo bien sorpresivo. Nos llamaron el lunes y ayer (martes 8) nos confirmaron que venía la Presidenta", contó el gerente de producción Rodrigo Merino.

Las palabras que esa mañana salieron de la boca de Arenas inevitablemente sonaron familiares. Luego de innumerables entrevistas y apariciones públicas, el ministro respondió a las mismas preguntas con frases que parecen ser reflejas. "Que los que tienen más, paguen lo que corresponde", reiteró. Aseguró también que medidas como la depreciación instantánea, el cambio de sujeto en el IVA y la tributación simplificada serán enormes beneficios para estas empresas. "El 95% de las empresas nacionales quedarán igual o mejor", repitió.

Nada ha quedado al azar. El propio Julio Moreno, dueño de la imprenta visitada por Bachelet y Arenas, miraba con recelo la reforma hasta unas pocas horas antes de la cita. Su empresa, de 24 empleados, factura cerca de $ 600 millones anuales y se ha robustecido en los últimos años, pese a la feroz competencia.

No siempre fue así. Durante la "crisis asiática", el negocio flaqueó y Moreno no pudo retirar dinero de la empresa. Cuando todo se estabilizó, ese dinero pasó a ser un FUT (Fondo de Utilidades Tributables) que hasta hoy no paga impuestos. "Como muchos empresarios, yo estaba muy preocupado. Nos complica el cambio. Pero me aclararon que este FUT histórico no va a pagar impuestos, salvo si lo saco", comenta. Quien le explicó todo esto fue un funcionario del Ministerio de Hacienda, quien, durante la tarde anterior al encuentro, estuvo revisando los balances de Moreno para detallarle cuánto tendrá que pagar con la nueva ley. Con cifras, lo convenció.

"Es casi inocuo. Sumando y restando voy a pagar un par de millones más, pero no va a mermar mi capacidad de crecimiento. Igualmente, hay cosas que encuentro peligrosas, como darle facultades extraordinarias a los inspectores de Impuestos Internos. Ellos no pueden ser juez y parte", consigna Moreno, cuyas palabras reflejan el tono de la discusión ciudadana: cierto consenso en los aspectos centrales de la reforma, pero muchas dudas en sus puntos secundarios.

Las botellas de aceite

Tres altas torres de monedas doradas van abasteciendo a una pila más pequeña; saltan de un lado hacia el otro. El puntero láser de Alberto Arenas señala esta metáfora mientras continúa su exposición en la sede social de La Florida. Camila Vallejo mastica una galleta y toma apuntes.

-¿Hasta qué hora los aburro? -pregunta.

-Los hombres tienen permiso hasta las nueve -replica el senador Montes.

-Me quedo con las mujeres entonces.

El ministro se mueve por todo el ancho de la sala y no hace caso de los problemas de audio. Trata de acercar la reforma tributaria a terrenos menos técnicos y más cotidianos. "Esto es igual que en la casa de ustedes. Para hacerse cargo de nuevos gastos, necesitan más ingresos permanentes. Nosotros necesitamos más plata para nuevas demandas, como la educación. No es tan diferente", compara.

-Lo que no entiendo es por qué a las personas que ganan más, como a mi jefe, le están bajando los impuestos -dice un hombre, con escepticismo. Arenas entonces recurre a otra alegoría: "porque nosotros aumentamos la base. Imagínese que antes usted compraba una botella de aceite a $ 1.000, pero que ahora bajó el precio a $ 750. La diferencia es que ahora su señora le va a pedir tres botellas de aceite, así que igual va a pagar más".

El público se pelea por hacer preguntas. Un hombre mayor que queda fuera de la ronda se para indignado y se va. La primera consulta apunta al eventual encarecimiento de los créditos financieros por el aumento al impuesto de timbres y estampillas de 0,4 a 0,8%.

-Como los servicios financieros no se gravan con el IVA, existe el impuesto de timbres y estampillas. Lo que ustedes deben tener claro es que siempre la parte más importante de un crédito será la tasa de interés, por lo que necesitamos que los bancos las bajen.

-¡Es que eso no ocurre! -reclama la mujer, contrariada.

Arenas se ríe y luego contesta:

-Lo que sí ocurre es que el BancoEstado depende de este ministro de Hacienda y eso nos permitirá bajar las tasas para nivelar al mercado. Eso es 100 veces más importante que el timbre y estampillas.

Las preocupaciones de la audiencia también incluyen el supuesto aumento de precio en las propiedades por el cambio de sujeto en el IVA. El ministro asegura que el gasto lo harán las inmobiliarias y que el precio no subirá.

-¿Cómo fiscalizar la evasión? ¿Se verá afectado el empleo? Las dudas se suceden y Arenas elogia la capacidad reflexiva de sus oyentes: "¡A ustedes habría que invitarlos a la cámara!". Pero no todos están convencidos todavía.

-El mayor miedo que tenemos es que nos carguen la mano a nosotros, que nos quedemos sin trabajo -dice una mujer.

-Todos son mitos. La carga tributaria aumenta progresivamente con el crecimiento de los países. Acá la discusión es ideológica, porque a una parte de la derecha le preocupa que crezca el Estado -replica el ministro de Hacienda, apoyado en una diapositiva que muestra un gráfico con la relación entre el PIB per cápita y los impuestos en los últimos 50 años. Un par de días después, el diputado de la UDI Ernesto Silva objetará aquella imagen por la supuesta omisión de una barra, es decir, una variable.

Son casi las 21 horas cuando Montes cierra el foro y muestra el proyecto de ley de 175 páginas. Agradece que el ministro haya venido a aclarar "esta tremenda cuestión llena de derivadas y cosas raras" y asegura que el cambio es necesario, pues en Chile “todo va a muy poquitas manos". Arenas recibe otra ronda de aplausos y una avalancha de peticiones de foto, igual que Vallejo.

Antes de su partida, el senador compromete al ministro a una exposición similar para el 21 de abril en el teatro Palermo de Puente Alto, otra de las comunas de su circunscripción.

En la oficina de Arenas hay varias invitaciones más para ir a La Cisterna, Pudahuel, Valparaíso, Concepción y Talca, donde se juntaría con dirigentes sindicales en una actividad organizada por el diputado Sergio Aguiló. El planea aceptar todas y seguir en terreno mientras la discusión continúa en el Congreso. "Esto es de lo más normal en democracia, hablar directamente con los actores sociales. Este ministro tiene las puertas abiertas a la discusión", concluye Arenas, que se retira en un auto fiscal.

Al salir, y sin entender todavía a cabalidad la reforma, Don Humberto y Doña Graciela se declaran satisfechos. La premisa de "quienes tienen más, paguen más" les parece justa.

La silla de ruedas se aleja del Centro Cultural La Barraca en dirección al paradero. Ambos regresarán a su casa de Américo Vespucio con Santa Julia en micro, como siempre. La rutina no cambia, impuestos más, impuestos menos.