El titular del diario era "Ahogan a jotito". Con ese encabezado se reportaba la aparición de un cadáver en las orillas de un río cercano, en las afueras de Guanajuato. "Jotito" es como despectivamente se les dice a los homosexuales en México, y aquella publicación desató la imaginación del realizador mexicano Amat Escalante (1979). Le pareció una burla infame ante un hecho de la peor calaña, pero sobre todo entendió que era un triste síntoma de una sociedad intolerante y violenta.
En su película La región salvaje hay una escena que recrea también la aparición del cadáver de un homosexual en los bordes de un río, aunque en este caso no ha sido víctima de homofobia o eventuales venganzas pasionales. Su deceso tiene razones desconocidas y en algún momento se deducirá que lejos de la urbe hay una criatura misteriosa, custodiada por una pareja de científicos deschavetados. Es un ser extraterrestre que para el realizador funciona como alegoría de nuestras inclinaciones más animales. Algunos de los que se encuentran con ella salen plenos. Otros, como el hombre del río, son fustigados por su furia. Todos, insoslayablemente, tienen sexo con la cosa.
Aunque su argumento suene descabellado, la película tiene al menos una impecable solvencia estética, prueba del habitual mimo de Escalante por la puesta en escena. Provocadora como todas sus obras, La región salvaje ganó el año pasado el León de Plata a Mejor director en el Festival de Venecia. Hoy se estrena en Chile.
"Lo que me interesa es tratar de rascar en la realidad y descubrir de dónde viene la violencia", explica Escalante desde Guanajuato, la ciudad donde vive y transcurren casi todas sus películas. "Es una eventual explicación freudiana de la violencia en mi país. Creo que en México, por razones culturales, existe una represión sexual en los hombres, y se produce una acumulación de sentimientos que en algún momento explotan", agrega el director.
Escalante prosigue: "Lo que quiero decir es que las motivaciones de la violencia en México no son sólo de tipo social, sino que aún más profundas: de índole emocional, sensorial. Por lo mismo, todas mis películas se conectan". Su anterior producción, Heli (2013), exploraba las consecuencias del narcotráfico en una familia a la deriva y, en su estilo, incluía una larga y gráfica escena de tortura. Aplaudida y también abucheada en el Festival de Cannes, se quedó ese año con el premio a Mejor director.
En La región salvaje otra vez la historia ingresa a la opaca vida de un hogar humilde en términos materiales y espirituales. Alejandra (Ruth Ramos) vive junto a su esposo Angel (Jesús Meza), un bruto irremediable que cada vez que retorna del trabajo exige casa limpia, comida servida y cerveza en el refrigerador. Tienen hijos, responsabilidades varias, pero entre ambos no hay sexo. Ella es la que más siente la carencia.
El quiebre fantástico de la historia es al mismo tiempo la salvación de Alejandra: encuentra satisfacción en las relaciones con la entidad polimorfa.
"Yo soy de la idea de que en la vida hay que tomar riesgos. Siempre he jugado en ese borde", dice Escalante al referirse a la intrusión de la criatura en su cinta, un tributo a Una mujer poseída (1981), filme de culto del polaco Andrzej Zulawski sobre otra mujer atrapada sexualmente por los brazos (mejor dicho tentáculos) de un monstruo.
"Tras dos primeras versiones del guión, sentí que faltaba algo. No llegaba a lo que quería con la historia, pero afortunadamente se me vino a la cabeza la idea de incorporar un ser que no fuera de nuestra realidad, un personaje que venía de la ciencia ficción o el terror", se explaya.
"De alguna manera el conflicto interno de los personajes está representado por este ser. Hay una guerra consigo mismos, particularmente en el carácter de Angel (que es un gay reprimido), que puede materializarse en esta criatura", argumenta.
El realizador aventura otra explicación: "Al alejarnos de la realidad nos acercamos mucho más a la imaginación de las personas y ésta a su vez se conecta directamente con los sentimientos. De alguna manera, la ciencia ficción me permitió acercarme más a la realidad o, mejor dicho, a la verdad de cada personaje".