EN una nueva versión del premio italiano "Gubbio", que destaca la rehabilitación y planificación urbana de centros históricos, fue Valparaíso y su multicolorida recuperación de viviendas sociales de los cerros que rodean el casco histórico, la que se adjudicó el reconocimiento internacional.
El trabajo de Pacific Architecture Chile S.A (PACH), liderada por Michael Bier, ha consistido en la revitalización del barrio origen de la ciudad puerto, a través de la restauración de "la vivienda económica como motor del desarrollo urbano", explica.
Casas en ruinas, que no superan las 1.500 UF, son rescatadas al puro estilo cité, a través de una conservación contemporánea, con el fin de fomentar la vida cultural de Valparaíso.
Entre los años 1996 y 2002, Pacific Architecture Chile, adquirió un conjunto de tres edificios que cerraban el costado derecho de la Plaza de La Matriz, el corazón de lo que fue el inicio de Valparaíso.
En ese entonces los inmuebles estaban en ruinosas condiciones, con muros cortafuego caídos y considerables daños estructurales. Esta intervención fue la primera de esta índole en el barrio y marcó un cambio en la tendencia de la zona fundacional del Puerto.
PACH convirtió uno de los primeros edificios en una residencia con 18 departamentos tipo loft y en el Centro de Estudios para el Desarrollo Contemporáneo, con dos salas equipadas para reuniones, exposiciones y presentaciones, además de oficinas.
A continuación se recuperaron viviendas en el segundo piso y se realizaron oficinas en el primero.
El tercer edificio, que hasta el 60 era un conocido prostíbulo porteño, fue remodelado en su misma estructura y actualmente está equipado para oficinas administrativas de la Universidad de Valparaíso.
Está situado a dos cuadras de la Iglesia La Matriz, al frente de la Posada O'Higgins, el edificio más antiguo de Valparaíso, que data de 1805.
A través de un aviso en el diario fue que Michael Bier, un austríaco que vive en Chile hace 10 años, encontró el sitio casi en remate por 13 millones de pesos. Fue así como llenó de color y armonía el barrio, a través de un proyecto consistente en 11 casas pareadas.
Todas son abiertas hacia la bahía y el cerro Cordillera. Además, son accesibles a través de una gran terraza compartida, donde lucen bancas y mesas, como también un horno de barro de uso comunitario.
"Aquí apenas entras se respira buena vibra, porque es gente que quiere este tipo de vida, de compartir y con espacios precisos. Quien viene a arrendar, siempre pregunta si la puede comprar, no sólo por la comodidad, sino porque la vista es hermosa", señala Bier.