La reinvención de la clásica Sombrerería Girardi
La centenaria empresa dejó su tradicional sede en el barrio Italia, para instalarse en la comuna de El Bosque.
El 30 de noviembre de 2012, la Sombrerería Girardi -ubicada en Bilbao esquina Avenida Italia- cerró sus puertas. La centenaria empresa familiar vendió los terrenos a los gestores de la Factoría Italia, futuro centro cultural del sector que se empezará a construir en diciembre. La fábrica de sombreros también debía buscar un nuevo lugar para asentarse. Una semana después y tras una engorrosa mudanza, logró instalarse en una bodega, en la comuna de El Bosque.
Fernando Calvo Girardi (56) es el actual dueño de la fábrica. Este descendiente por parte materna del inmigrante italiano Giaccinto Girardi -fundador de la empresa en 1905- pasó de ser el ayudante del contador en los años 70, a ser el actual gerente.
"Cuando mi abuelo aún estaba vivo y yo era chico, veníamos a la fábrica a jugar con mis primos y mis hermanos. Jugábamos con los perros de caza que tenían mis tíos y corríamos entre sombreros y carritos de aceite. En paralelo, producían aceite de ricino en el mismo lugar", dice Calvo, a 18 kilómetros de distancia del antiguo local y sentado en su nuevo escritorio.
Poco queda de la pujante industria del barrio Italia. Incluso, el letrero "Girardi & Cía. Ltda." que engalanaba el monumental arco de ladrillos, en la entrada de Avenida Italia 843, fue desmontado y sólo quedan las marcas de las letras en los ladrillos. Lo que sigue en pie es el Teatro Italia, construcción de 1936 que dinamizó el barrio y se transformó en su polo cultural. La empresa incluso llegó a tener 800 empleados, pero con los vaivenes de la industria de la moda, comenzó a reducirse. En los años 70 quedaban cerca de 100 trabajadores y en los 90, unos 18.
En casi 40 años de trabajo, Fernando Calvo Girardi ha vivido épocas de gloria y desazón. Vio cómo en 1982, a causa de la crisis económica que vivía el país, la fábrica tuvo que cerrar por 10 meses sus puertas. Presenció también como se llegaron a vender 4.000 piezas al mes.
Hace dos décadas, la demanda por sombreros de vestir correspondía al 90% de su producción. Hoy, paradójicamente, esa prenda ha sido desplazada por los sombreros de huaso. Cada uno cuesta entre $ 40.000 y $ 120.000. Sus principales clientes se encuentran en el sur del país.
Desde que emigraron de la fábrica del barrio Italia también dejaron de tener un punto de venta directa, pero en Santiago, sus productos pueden encontrarse en la tradicional tienda Donde Golpea el Monito, en calle 21 de Mayo.
Hasta diciembre próximo, cuando comiencen las obras de demolición, las dependencias de Av. Bilbao serán usadas por el recién inaugurado Museo del Sombrero, la antigua sala de engomado de la fábrica, emplazado al lado del restaurante La Jardín y el nuevo centro cultural Mil Metros Cuadrados.
En una sala donde las herramientas, las hormas y las marcas de tolueno en el suelo dan cuenta de más de un siglo de trabajo, se organizó esta exposición patrimonial dedicada a la prenda de vestir.
La muestra, abierta hace dos días, ofrece un recorrido por máquinas y objetos que recuerdan la historia del lugar. Se proyecta, además, un documental sobre el proceso de elaboración de un sombrero grabado en las instalaciones originales.
"Es un ejercicio de valoración histórica, un puntapié inicial para que se haga una muestra permanente", dice Cristóbal Murh, impulsor del proyecto de museo y del restaurante La Jardín.
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