Tres días después de que el Presidente de EE.UU., Donald Trump visitara Arabia Saudita, y se reuniera con el Rey Salman bin Abdulaziz, Qatar quedó en la mira. El emir de ese país, el jeque Tamin bin Hamad Al-Thani, se vio envuelto en una polémica por, supuestamente, realizar declaraciones a favor de Irán, -principal enemigo regional de Arabia Saudita- en una ceremonia militar. Un reporte publicado por el sitio web de la Agencia de Noticias de Qatar (QNA) señaló que el Emir declaró que Doha tenía una relación tensa con el gobierno de Trump y describió a Hamas, el grupo que controla la Franja de Gaza, como el "representante legítimo del pueblo palestino" y llamó a Irán el "poder en la estabilización de la región".
A pesar de que el gobierno qatarí desmintió esa versión y reclamó que el sitio web de QNA había sido hackeado -la página eliminó las afirmaciones- las tensiones entre Riad y Doha resurgieron. Qatar, que albergará el mundial de fútbol de 2022, volvió a aparecer -según los sauditas- como una amenaza para la estabilidad y la seguridad del Golfo Pérsico. Tras la supuesta filtración, tanto Riad como Egipto bloquearon el acceso a portales de noticias con lazos con Qatar, entre ellos Al Jazeera, con sede en Doha. La polémica se encendió aún más cuando el 27 de mayo el Emir llamó al Presidente de Irán, Hassan Rouhani, para felicitarlo por su victoria electoral.
Y ayer, sorpresivamente, Arabia Saudita, Emiratos Arabes Unidos (EAU), Bahréin y Egipto anunciaron un quiebre de las relaciones diplomáticas con Qatar. Los cuatro países, de los cuales muchos pertenecen a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), rompieron sus lazos acusando a Doha de apoyar el terrorismo y de simpatizar con Irán. Esto podría significar la peor fisura en varios años entre los estados más poderosos del mundo árabe.
Los países dieron diferentes razones, pero acusaron a Qatar de respaldar a grupos terroristas con el objetivo de "desestabilizar la región", incluyendo a los Hermanos Musulmanes (de Egipto), Hamas (palestino), el Estado Islámico y Al Qaeda. Se anunció además que los diplomáticos debían dejar Bahrein en 48 horas y se les dio un plazo de dos semanas a los qataríes para salir de los cuatro países. La aerolínea de Emiratos Arabes Unidos suspendió los servicios a Qatar, así como a Qatar Airways se le prohibió entrar en Arabia Saudita.
Doha tildó de "injustificada" la decisión y aseguró que no tenía "base de hecho".
Los cuatro países anunciaron el cierre de sus espacios aéreos, puertos y fronteras con Qatar. Se trata de un pequeño país de poco más de dos millones de habitantes y el primer exportador de gas natural del mundo, sólo tiene frontera con Arabia Saudita y es vulnerable a su vecino. Se estima que el 40% de su comida viene directamente desde Riad.
El corte de relaciones, al que también se unió el gobierno de Adén en Yemen, el gobierno del este de Libia y las islas Maldivas, representa una alerta para Qatar, que se ha mantenido independiente de las políticas regionales. Mientras que Arabia Saudita, EAU y Bahrein se han mostrado firmes contra Irán, Qatar, Kuwait y Omán se inclinan por un diálogo con Teherán.
De acuerdo a los analistas, Arabia Saudita y sus aliados quieren mostrar a Qatar su liderazgo y buscan aislarlo, haciendo valer su peso estratégico, sostuvo la agencia Bloomberg. Los sauditas están intentando eliminar cualquier oposición a un frente unido contra Irán, que pueda perjudicar a su bloque sunita y amenazar su poderío en la región.
El corte de relaciones trajo ecos de 2014, cuando Riad, EAU y Bahrein retiraron por nueve meses a sus embajadores de Qatar. Sin embargo, la decisión de Qatar de enviar mil soldados a Yemen en septiembre de 2015 dio la impresión que los problemas habían quedado atrás.