Son los que se resistieron a la pintura abstracta, incluso en su momento más popular. Francis Bacon, Lucian Freud y Frank Auerbach son algunos de los grandes nombres de la pintura figurativa del siglo XX, quienes renovaron el arte con obras inspiradas en una realidad que muchas veces fue retratada con crudeza y distorsión. A los tres les obsesionó el cuerpo humano, tema que se presenta en la muestra de 40 grabados que se realiza hasta el 12 de diciembre en la Galería AMS Marlborough, titulada Gráfica inglesa.
Ninguno nació en Inglaterra, pero fueron parte fundamental de la llamada Escuela de Londres. Bacon nació en 1909 en Irlanda, pero en la capital inglesa comenzó a pintar sus famosos retratos de figuras contorsionadas y algo monstruosas. Era la realidad filtrada a través de la visión aproblemada de Bacon.
Fue la misma línea que siguió Lucian Freud, nieto de Sigmund Freud, un artista 20 años menor, que había nacido en Berlín. Ambos se hicieron amigos y se retrataron en sus cuadros. Freud, sin embargo, prefería representar la cruda carnalidad de los cuerpos. En 2008, se convirtió en el artista vivo por cuya obra se pagó el precio más alto en una subasta (US$ 33,6 millones). Freud después diría que el artista contemporáneo que más admiró es su compañero de generación, Frank Auerbach. Las obras de este berlinés, más expresionista que sus pares, también se exhiben en Santiago junto con las del escocés Stephen Conroy (1964). Este último es el más joven de la muestra y uno de los retratistas más prometedores de la actualidad. Un heredero de la defensa del cuerpo humano que realizaron sus antecesores de la Escuela de Londres.