¿Cómo se hace para darle actualidad a piezas que tienen más de 3 mil años de antigüedad? ¿Cómo se evita que un museo se convierta en un mausoleo? Desde el comienzo, interrogantes como estas rondaron a Carlos Aldunate (77), quien desde 1981 está al frente del Museo Chileno de Arte Precolombino, año en que el propio fundador y filántropo Sergio Larraín García-Moreno le pidió que asumiera el resguardo de su colección de arte prehispánico. Quizás la pregunta más crucial para el director fue cómo hacer que esas piezas -vasijas, textiles, platería, etc- que significaron tanto para su amigo coleccionista, resonaran de la misma forma en el espectador. "Siempre nos preguntamos cómo darle humanidad a los objetos, esa era la gran inquietud desde la primera muestra", señala Aldunate.
La primera solución la encontró José Pérez de Arce, ilustrador científico y musicólogo que a partir de los 80 elaboró para el museo una serie de dibujos donde retrató a los pueblos originarios de todo Chile usando los objetos de la colección. Atacameños, diaguitas, mapuches, chonos y kawésqar, entre otros, fueron caracterizados con sus vestimentas, objetos religiosos, musicales y cotidianos en grandes estampas que de apoco de convirtieron en un acervo más. "A los arqueólogos les interesan los artefactos, pero al público que queríamos llegar son más importantes las personas detrás de esos objetos", dice José Pérez de Arce. "Era complejo porque muchas veces había que reconstruir objetos fragmentados para darle veracidad a la escena. Debía realizar una investigación arqueológica, estudiar los objetos que usaría y los rasgos de cada habitante. Hay base científica, pero al mismo tiempo todo es inventado porque no sabemos cómo es el pasado. Hacer estos dibujos fue muy parecido a escribir una novela histórica", explica Pérez de Arce.
Treinta años después, sus ilustraciones son rescatadas como base de una muestra que intenta darle aún más contenido y emocionalidad a los objetos arqueológicos. Se titula Rostros del Norte Grande y es la primera exposición multimedial del Museo Precolombino, que se inaugura el próximo 6 de julio. En ella se recuperan ocho de las ilustraciones de Pérez de Arce, las que ahora son combinadas con tecnología 3D para darle un efecto más real a cada escena.
Financiado por Minera Escondida, el proyecto debutó en noviembre del año pasado en la sala de arte que la empresa tiene en Antofagasta, ante un público que se emocionó al ver parte de su historia cobrando vida. La muestra no sólo utiliza los dibujos que son proyectados en paneles de acrílico, sino que incluye una instalación con sonidos del Norte y una proyección más grande a modo de holograma que muestra a un chamán en un rito con sustancias alucinógenas. Y lo esencial, se registraron una serie de videos y audios con testimonios de descendientes atacameños, que relatan la memoria de sus antepasados y las costumbres que aún sobreviven.
"Correspondía llevarla allá primero y queríamos tantear cómo reaccionaba el público. El resultado fue emocionante. Pasó, por ejemplo, que una familia volvió a ver al padre, quien participó con su relato y que murió meses después", cuenta Carlos Aldunate.
El montaje estuvo a cargo del arquitecto local Rodrigo Tisi (45), quien tiene una destacada trayectoria: trabajó en Nueva York para la prestigiosa oficina de arquitectos Diller+Scofidio, creando instalaciones multimediales. Hoy Tisi es académico del DesignLab de la U. Adolfo Ibáñez. "Después de dos años en EEUU, la gente del museo me llamó para este proyecto, eso y otra serie de ofertas me trajeron de vuelta", cuenta Tisi, quien además está a cargo del montaje de la Bienal de Arquitectura de este año.
"Me he dedicado a poner la tecnología al servicio de grandes temas. Con Diller+Scofidio trabajamos en una muestra sobre el cambio climático que llevamos al Palais de Tokio en París, y aquí me parece importante el impacto que puede tener la tecnología en la toma de conciencia sobre la preservación del patrimonio", plantea Tisi, quien por Rostros del Norte Grande ganó el primer premio en Museografía de la VI Bienal de Diseño que organiza la PUC y U. del Desarrollo.
Arte y tecnología
En 2014 el Museo Precolombino reabrió sus puertas luego de permanecer dos años cerrado por remodelaciones; lo que resultó en una nueva sala de 400 metros cuadrados diseñada por el destacado arquitecto Smiljan Radic y dedicada a la exposición permanente Chile antes de Chile. Desde entonces, la Fundación Familia Larraín Echenique y la dirección del museo asumieron una nueva política que incluye usar nuevas tecnologías para estrechar los lazos con la audiencia, que mensualmente suma en promedio unas 10 mil personas.
En esa línea se construyó la Sala Zim de Fundación Mustakis con actividades interactivas para niños, que usa tecnología digital y de realidad aumentada. Además en marzo, por primera vez una artista -Josefina Guilisasti- intervino la sala Chile antes de Chile con arte contemporáneo: un video instalación que aún está en el museo y que muestra réplicas diaguitas que caen al vacío y se destruyen, para hablar sobre la fragilidad del patrimonio y la memoria. "Queremos seguir invitando a artistas contemporáneos y la verdad es que ya hemos recibido varios proyectos para intervenir nuestra colección", dice Aldunate.
En tanto, las exposiciones con tecnología digital continuarán en noviembre con Taira, arte rupestre: entre el cielo y la tierra, a cargo nuevamente de Rodrigo Tisi. "Es aún más ambiciosa. Estamos trabajando en el valle de Taira, un alero rocoso entre el río Loa y el salar de Atacama donde hay arte rupestre. Estamos haciendo fotografías astronómicas, usando drones para filmar locaciones, registrando el paisaje, el tiempo y el movimiento del sol. Incluso estamos viendo cómo traer digitalmente un pedazo de muro a Santiago", adelanta Tisi.
Para el director, eso sí, es importante equilibrar entre el uso de la tecnología y el formato de la museografía tradicional. "No vamos a tocar la muestra permanente, que está pensada para por lo menos 15 años. Primero, porque sería costoso renovarla y segundo, porque pensamos que es importante darle al público también un descanso de la tecnología, en este mundo cada vez más digital. La idea es usar estos recursos en nuestras muestras temporales, eso nos evita el uso de piezas de la colección y nos permite llevar las muestras a otros lugares de Chile", resume Aldunate quien adelanta que Rostros del Norte Grande se exhibirá luego en el Museo Andino, en Buin, y en La Serena.