Terremotos, tsunamis, incendios forestales y huracanes, son algunos de los desastres naturales que más daño han ocasionado en distintos lugares del mundo, implicando una serie de decisiones económicas y políticas para enfrentar la emergencia.
En este contexto, una de las decisiones más complejas tiene que ver con el financiamiento de los costos ocasionados por las catástrofes, toda vez que son medidas que se tienen que tomar en forma relativamente rápida y, a su vez, ser responsables con las finanzas públicas de cada país. Resulta clave, en este sentido, la preparación que tiene cada país en esta materia antes de la emergencia, situación que en definitiva es evidente en las distintas respuestas en materia económica en el mundo para enfrentar estos desafíos.
Katrina arrasó con todo
A pesar de que en Estados Unidos el paso de huracanes no es algo sorpresivo -de hecho tienen "temporada de huracanes"- el paso de "Katrina" en 2005 es a la fecha el que más daños económicos ha provocado en ese país.
En esa oportunidad, el presidente George W. Bush fue criticado por una poca preparación y falta de liderazgo para enfrentar la catástrofe, donde primó, en un principio, la descoordinación en cuanto a las medidas a tomar.
La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA por su sigla en inglés) lideró el paquete de respuesta económica para costear la emergencia con US$50 mil millones para la reconstrucción, complementados con US$ 20 mil millones provenientes del Departamento de vivienda y desarrollo urbano y otros US$ 16 mil millones aportados por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército del país. Asimismo, la administración decidió reasignar presupuesto que estaba destinado para las guerras en Iraq y Afganistán, y recortó dineros de los planes de salud y atención médica para veteranos de guerra.
Sábado negro en Australia
El 7 de febrero de 2009 se inició en Australia uno de los incendios forestales más grandes registrados en ese país, y que costó la perdida de numerosas viviendas y más de un centenar de personas fallecidas.
En la ocasión, el gobierno decidió reasignar presupuesto para el estado de Victoria -zona donde se concentró el incendio- para combatir los incendios y ayudar a las personas afectadas.
Pero lo más llamativo de la situación fue que en la oportunidad la administración central se unió con la Cruz Roja local y crearon un fondo de ayuda mediante donaciones de privados, logrando casi US$ 400 millones, los que fueron asignados directamente a las personas y comunidades afectadas por los incendios forestales.
De hecho, un 80% de ese fondo se destinó a regalos y programas de emergencia, vivienda, y apoyo físico y psicológico para personas y familias.
La situación generó un verdadero antes y después en el país oceánico, ya que tras el desastre se generó un gran debate a nivel político y legislativo, donde entre otras medidas como mayores certificaciones en las construcciones, se definió un sistema de recursos disponibles especialmenet para este tipo de emergencias.
Asimismo, se aumentaron considerablemente las multas para quienes causan incendios en forma intencional, incluso con la posibilidad de ir a la cárcel.
El desastre en Japón
Difícil es olvidarse de las imágenes que dejó el terremoto y posterior tsunami en Japón en 2011. Más aún, posteriormente el desastre nuclear en Fukushima terminó por dejar un panorama más desolador. A pesar de que los japoneses habían incluso levantado un muro anti maremotos, el desastre que dejó sobre todo el paso del mar, fue cuantioso en términos económicos, cifrándose en casi US$300.000 millones según el Banco Mundial.
Dada la magnitud del daño, el gobierno nipón tuvo que considerar recursos de distintos lados.
Si bien se utilizaron platas de reserva para emergencias (US$50 mil millones) también se sacaron dineros del Fondo de Pensiones, se vendieron acciones y se usaron excedentes del presupuesto anual, entre otros.
Más tarde, revisaron en tres oportunidades las leyes de prevención de desastres, aumentando las instalaciones de evacuación de tsunami de 1.790 en 2010 a aproximadamente 10.000 en 2013 e incrementaron la cantidad de casas resistentes a terremotos a 90% en 2015.
Con todo, a marzo de 2016 se utilizaron en total US$217 mil millones para la reconstrucción.
Italia y el terremoto de 2016
A pesar de que el terremoto desatado el 24 de agosto de 2016 en Italia, fue de 6.0 en la escala de Richter, lo que podría no ser considerado de tanta magnitud sobre todo por los chilenos, el sismo reveló que el país europeo no estaba bien preparado para este tipo de desastres.
Hubo casi 300 fallecidos y otro número similar de heridos en los hospitales, debido principalmente a derrumbes de edificaciones, lo que generó un debate político interno por la falta de prevención en este sentido.
Al otro día del suceso, el entonces primer ministro Matteo Renzi, declaró estado de emergencia y aprobó rápidamente un primer paquete de ayudas por un valor de 50 millones de euros, unos US$53,8 millones.
Posteriormente, se aprobó un paquete de US$4.800 millones para la reconstrucción, sobre todo dirigidos a edificios privados) que se reasignaron del presupuesto de la nación, aunque un 6% de ese monto fue proporcionado por la Unión Europea. Asimismo, desde el sector privado se recibieron más de 15 millones de euros en donaciones.