Hubo un momento clave en el inicio de la gestión de Pablo Guede en la banca de Palestino. El 5 de septiembre, el arquero Felipe Núñez comunicó su decisión de dejar el club. No entregó razones, pero todas las sospechas apuntaban a la tensa relación que mantenía con el técnico argentino. El guardameta era el referente del club, en el que sumaba 10 años de permanencia, y su influencia trascendía lo deportivo, pues incluso se había identificado con la defensa de la autonomía de estado árabe. Pero el argentino había optado por José Quezada para que defendiera el arco.

Ese capítulo es el único asunto del que en La Cisterna no se habla. Guede pide interrumpir las entrevistas cuando le consultan por Núñez. Gesticula su molestia. Sus pupilos también optan por el silencio. Sin embargo, internamente, la mayoría coincide en que esa incidencia terminó por alinear al grupo con el sucesor de Emiliano Astorga en la banca tricolor.

Guede llegó para introducir un cambio profundo, pero no le gusta hablar de revolución. Lo considera pretencioso. Su receta futbolística es la antítesis de la de su predecesor. "Con Pablo prevalece la intención de ir a buscar el arco rival y de mantener la posesión del balón. Nos dice que la pelota es una sola y que hay que tenerla la mayor cantidad de tiempo posibile. Con Emiliano buscábamos defender bien y aprovechar los espacios. En el fútbol, ninguna idea es mejor que la otra, pero el cambio se notó", admite el ariete Renato Ramos.

La filosofía recoge varios elementos de la que aplica Josep Guardiola. El transandino fue alumno del catalán que diseñó al mejor Barcelona de la historia y quien, hoy, dirige a Bayern Munich. También fue muy cercano a Tito Vilanova, el más estrecho colaborador de Pep, con quien fue compañero en Elche entre 1998 y 2000. Varias veces presenció prácticas de los azulgranas y la influencia de sus mentores en su forma de trabajo se nota.

Eso sí, le irrita que lo comparen con ambos técnicos españoles. "No me gusta que hablen del Barça de La Cisterna. No tiene sentido. Aprendí mucho de Tito y de Guardiola. Me enseñaron mucho, pero también de otros entrenadores, como Mourinho y Bielsa. Después, uno hace el cóctel y le agrega los elementos que quiere. La comparación con el Barça me queda muy lejos", declaró ayer a TyC Sports.

Igualmente, el énfasis que pone sobre algunas situaciones denuncian la cercanía con el modelo. Además de la importancia de conservar el control de la pelota, sus pupilos destacan su obsesión por la preparación de las jugadas de balón detenido. Incluso, ha introducido elementos que extrajo del básquetbol, como el uso de cortinas. "La pelota parada es el único momento en que tú sabes lo que vas a hacer y el rival, no. Es donde le puedes sacar dos segundos de ventaja. Si tengo una pelota detenida, sé dónde va a caer y dónde tengo que ir a buscarla, es una ventaja que el contrario no sabe. Y por eso tratamos de entrenarla mucho y de tener mucha variedad", justificó hace algunos meses a La Tercera.

Lo que sí lo entusiasma es la vinculación con la causa palestina. Apenas llegó, el presidente del club, Fernando Aguad, lo invitó a un café para interiorizarlo de la lucha por la autonomía. Ahora procura traspasarles el mensaje a sus dirigidos. "Palestino es incomparable con cualquier club del mundo. Es una parte de un país en Chile. Por suerte, le dimos alegría a un país que está sufriendo mucho", ha declarado.