Venezuela vive hoy una de las peores crisis política, social, humanitaria y económica de su historia. Desde que se inició la última ola de protestas contra el régimen de Nicolás Maduro, hace poco más de dos meses, se cuentan 64 fallecidos y cientos de heridos y detenidos. Las calles del país se han convertido en un escenario de protestas contra el Gobierno, que ha reprimido con brutalidad las voces en su contra. Los venezolanos se han acostumbrado en los últimos tiempos a despertarse por el ruido de las balas, ora de la delincuencia -que se ha cobrado más de 280 mil vidas desde que Hugo Chávez asumió la presidencia en 1998-, ora de la acción de los cuerpos de seguridad del Estado y grupos parapoliciales del chavismo contra los manifestantes de oposición. Desde el 1 de abril, la situación se ha tornado insostenible. Las protestas de la llamada resistencia han sido lideradas por los jóvenes -universitarios y hasta menores de edad-, que han sido las principales víctimas mortales de los ataques lanzados desde el Gobierno. Casualmente, otro grupo de chamos, de entre 19 y 20 años, que han crecido en medio de ese panorama desolador, está izando la bandera de color amarillo, azul y rojo en la lejana Corea del Sur, donde se disputa el Mundial Sub 20. En las primeras horas del domingo, la Vinotinto firmó una página histórica al derrotar a Estados Unidos (2-1) y avanzar a las semifinales del torneo.
Los llaneros, que jamás han clasificado a la Copa del Mundo absoluta y afrontan su tercera participación en citas ecuménicas juveniles (Mundiales Sub 20 en 2009 y Sub 17 en 2013), nunca habían alcanzado esta instancia en la categoría masculina y ya han igualado su mejor actuación hasta la fecha en un torneo FIFA, que logró el año pasado la selección femenina Sub 17 en el Mundial de Jordania.
La madrugada de un domingo de junio, en la que imperaba el silencio propio de un país atemorizado por la inseguridad y abatido por la coyuntura actual, se interrumpió el mutismo con los gritos provocados por los goles de Adalberto Peñaranda y Nahuel Ferraresi, que le dieron la victoria a Venezuela en el alargue contra Estados Unidos. Los más despistados pensaron que los alaridos eran provocados por un nuevo enfrentamiento entre opositores del Gobierno y los colectivos del chavismo; sin embargo, esta vez, las voces eran de alegría y las detonaciones provinieron de los petardos y no de las armas.
"Tengo un nudo en la garganta. Estos muchachos sí que nos representan a los venezolanos. Me rindo a sus pies, me levanto, me pongo firme a aplaudirlos porque han demostrado grandeza, ese deseo de triunfar, de incrustarse de manera imborrable en la historia de nuestro fútbol y de nuestro país", dijo, tras el logro inédito, el seleccionador Rafael Dudamel.
El ex arquero de la Vinotinto asumió el timón de la selección Sub 17 de su país en 2012 y en apenas diez meses los condujo al subcampeonato en el Sudamericano de la categoría y al Mundial de Emiratos Árabes, en el que no pasaron de la fase de grupos. En 2015 se hizo cargo del combinado Sub 20 y desde entonces se puso como objetivo clasificar y trascender en el Mundial de Corea. "Hace dos años, desde que iniciamos a trabajar, lejos de nuestras familias, esto formaba parte de nuestro sueño, de nuestros objetivos, y hace dos años seguramente no sólo se veía lejano, sino que quizás producía un poco de incredulidad. Y es normal porque somos un país que en el fútbol aún tiene mucho que construir", señaló un emocionado Dudamel en el césped del Jeonju.
Venezuela realizó una preparación inusitada para un combinado juvenil: 25 módulos de trabajo antes del Sudamericano, que se disputó entre enero y febrero de este año en Ecuador (en el que finalizaron en la tercera posición) y, posteriormente, otras cuatro concentraciones antes iniciar el Mundial, que tuvo una escala en Italia, donde finalizaron su puesta a punto. Dos años de trabajo a conciencia y más de 30 partidos internacionales de preparación han sido la base de la mejor selección venezolana de la historia.
Ni siquiera el nombramiento de Dudamel como seleccionador absoluto en abril de 2016, en reemplazo de Noel Sanvicente, alteró el plan de trabajo de la Sub 20. De hecho, el sábado por la noche, Venezuela jugó en Utah un amistoso internacional ante Estados Unidos y en el banco estuvo el asistente técnico Marcos Mathias, ya que Dudamel está plenamente dedicado al elenco juvenil.
Además del trabajo denodado de los juveniles venezolanos, la cuota de talento con la que cuenta Dudamel es extraordinaria. El primer gol en la conquista que permitió la clasificación a las semifinales lo firmó Adalberto Peñaranda, jugador del Málaga, que está realizando un Mundial soberbio, con tres asistencias y dos tantos. El irreverente volante ofensivo, que en 2015 salvó milagrosamente su vida tras escapar ileso de un tiroteo cuando salía de una fiesta, es oriundo de El Vigía, estado de Mérida, una de las regiones que ha sido más golpeada por la represión del régimen de Maduro. Poco antes del gol de Peñaranda en Jeonju, a 15 mil kilómetros, en su tierra natal, murió un joven de su misma edad (20), víctima del impacto de una bala durante una manifestación.
El jugador que se caracteriza por teñirse el pelo rubio y por el que el Watford inglés -dueño de su ficha- pagó 12 millones de dólares en febrero de 2016, no es la única figura. Otro de los talentos en la zona de ataque es el mediapunta Yeferson Soteldo, que llegó a Huachipato desde el Zamora de su país por US$ 1,5 millones. Aunque una lesión ha limitado su participación en el Mundial, el pequeño jugador ha tenido tiempo para mostrar su talento en Corea del Sur. También se destaca el volante Yangel Herrera, que le ha quitado el lugar al mítico Andrea Pirlo en el New York City de la MLS.
Venezuela cuenta con el mejor ataque del torneo: 13 goles, 93 remates (33 a puerta) en cinco partidos. Y también tiene la mejor defensa: el gol encajado en la prórroga es el primero que recibe en este torneo el arquero Wuilker Faríñez, quien también defiende el arco de la Vinotinto absoluta, como ocurrió en el partido de Eliminatorias ante Chile, en Santiago, en el que le detuvo un penal a Alexis.
A la distancia, el cuerpo técnico y los jugadores han seguido por las redes sociales la situación violenta que se vive en su terruño, del que partieron hace más de un mes cuando viajaron a Turín para finalizar la extensa etapa de preparación. "Hoy más que nunca nos sentimos orgullosos de ser venezolanos y de representarlos con orgullo y dignidad", aseveró Dudamel.
En el camino han ido quedando Alemania (2-0), Vanuatu (7-0), México (1-0), en la fase de grupos; Japón (1-0), en octavos de final; y Estados Unidos (2-1), en cuartos. Enfrente aparece ahora Uruguay, rival en el duelo de semifinales que se disputará el jueves en Daejeon, pero al margen de lo que suceda en los dos partidos que le restan a Venezuela, estos 21 guerreros, de la mano de Dudamel, se han convertido en héroes en la patria de Bolívar.
Con una cuota equilibrada de talento, esfuerzo y convicción, esta selección ha desplegado buen juego y un planteamiento claro y sólido en todas las líneas. Con esto han logrado que en las madrugadas de su país se haya cambiado el olor a bombas lacrimógenas por el aroma balsámico de las victorias y se haya aparcado momentáneamente la violencia y el desasosiego para ver una luz de esperanza en sus guerreros vinotinto, que con las únicas armas de la potencia de sus delanteros y los escudos de sus defensas han emulado a los jóvenes que en las calles de su tierra luchan y hasta entregan sus vidas por su país.