La cámara se queda con Johnny Herrera, de rostro serio. De la nada se mete Alexis Sánchez y con una risa media burlona le indica al profesional: "No es este arquero, ¡eh!. Es el otro, el de allá, ¡eh!". El Niño Maravilla apunta a Claudio Bravo, el gran héroe de la noche en Kazán, que camina tranquilo, como si fuese un día más de trabajo, como si lo que hizo recién sólo hubiese sido rutina.
Y quizás lo fue. La rutina de la gloria que acompaña a esta Selección dentro de una cancha de fútbol. La generación dorada lo vuelve a hacer. Otra vez marca un hito y otra vez no se conforma, quiere más, quiere el título de la Copa Confederaciones 2017.
Lo cierto es que Chile ganó la tanda de penales al momento en que el juez iraní Alireza Faghani decretó el término del juego. En ese mismo instante, como si hubiese sido una goleada a favor, varias figuras de la Roja empezaron a reír. Partiendo por el mismo Bravo, cuyo primer abrazo fue con Gary Medel, el que tenía más cerca. Después vino Jara, Aránguiz, Marcelo Díaz y Vidal. No había que ser adivino, la cara de suficiencia del portero permitía anticipar lo que vendría.
Al otro lado, en la banca de Portugal, el escenario opuesto. Rostros demacrados, asustados. Cero convicción. Ni siquiera el diálogo de Cristiano Ronaldo, posiblemente una arenga bien picantona, levantaba el ánimo de los lusitanos. Joao Moutinho, el que falló el segundo penal de los campeones de Europa, miraba de reojo hacia el sector chileno. Seguro que más miedo le entró al ver al capitán reuniendo a sus guerreros para lanzar el último discurso. Uno en serio, una proclama de victoria.
"¡Escuchen, muchachos!. Me saco el sombrero delante de todos... peleamos, sufrimos, corrimos, dejamos todo adentro. No se dio, es verdad. No se dio. Pero ahora tranquilidad, muchachos. No vamos a perder ninguna hueá. Lo vamos a ganar. Tenemos experiencia. ¡Nos sobran huevos! Apoyemos al compañero. Pase lo que pase, nos vamos con la cabeza en alto", les predicó Bravo a sus compañeros. No quedaba otra, después de eso, sólo había que ganar y sacar pasajes a San Petersburgo para la final.
El Rey Arturo se puso frente a Rui Patricio para abrir las ejecuciones. La serie se disputó en el extremo de la cancha donde había más apoyo para Portugal. Poco le importó al volante del Bayern Múnich, que infló las redes con su tiro cruzado. La celebración en la mitad de la cancha la lideraba Gary Medel, quien asumió la misión de ser el primero en salir a buscar al compañero.
Llegó el turno de Quaresma y se encontró con la muralla nacional. Más tranquilidad para Aránguiz, quien colocó el 2-0. Vino Moutinho, cuya marcha hacia el punto penal fue desplegada a todo color por las pantallas gigantes del Arena Kazán. A saber qué pensaba en ese instante el volante del Monaco, pero su rostro de pánico era evidente. Si Bravo también lo vio, posiblemente ya sabía que lo siguiente era pan comido. La misma ejecución de Quaresma: cruzado a media altura, perfecto para el lucimiento del arquero nacional.
Alexis puso el 3-0, con calma. La Roja se sabía ganadora. Y vino Nani, que quiso cancherear al portero de Chile. Al final el canchereado fue él. Tapada magistral, celebración desencadenada. La Roja está en la final y Bravo recibe el manteo de héroe de su equipo. Estaba escrito antes de comenzar.
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0-1 Segundo penal: Quaresma remata a media altura a la derecha de Bravo, quien detiene el tiro. Foto: Reuters / Grigory Dukor[/caption]
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0-2 Tercera penal: Aranguiz remata levemente a la derecha de Ruí, que se tira a su izquierda. Foto: Reuters / Grigory Dukor[/caption]
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0-2 Cuarto penal: Bravo vuela hacia su derecha para desviar el lanzamiento de Moutinho. Foto: EFE/ Sergey Dolzhenko[/caption]
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0-3 Quinto penal: Sánchez elige el palo derecho de Ruí Patricio, que se equivoca en el vuelo. Foto: AFP / Franck Fife[/caption]