Vidal llora, Alexis mira el suelo. Pizzi sigue tan desconcertado como lo estuvo durante todo el partido. No hay respuestas. Empatar en La Paz era malo. Y la Roja perdió. El peor escenario. El más triste. Con las burlas ordinarias de Soria, el técnico de Bolivia, y con los dueños casa celebrando como si hubieran obtenido la Copa del Mundo. La Selección cayó derrotada por la mínima, pero goleada en su orgullo y con los pasajes a la Copa del Mundo a punto de ser cancelados.
Chile entró con temor. A la defensiva, como internamente les transmitió Pizzi a sus dirigidos. Miedo a la altitud más que a los jugadores rivales, pero miedo al fin y al cabo. Y si algo le cuesta a la llamada generación dorada es jugar con esa sensación de pánico. Una línea de cuatro marcada, con Isla y Beausejour plantados en su propio campo (poco visto en esta escuadra). Una línea de tres por delante de la zaga, rígida, con Silva, Díaz y Hernández. Y más cerca del área contraria Vidal, Vargas y Alexis, con libertad de movimiento y con la misión de arreglárselas como sea.
No es el estilo de la Roja. Por más altitud que enfrente, por más precauciones que tome, a los bicampeones del América no les gusta especular tanto. Bolivia se aprovechó de eso, como era lógico, para tener el dominio de la pelota en la primera media hora. Y tuvo ocasiones claras para abrir la cuenta; la primera y más evidente a los 8 minutos, con un cabezazo de Martins ante el arco desguarnecido, porque Bravo había salido a destiempo en ese córner.
Era lógico también que los verdes le pegaran al arco desde cualquier zona de la cancha. Con esos pocos argumentos, el dueño de casa complicaba sobremanera a la selección nacional.
Recién a los 35 minutos, Chile llegó en bloque hasta la portería de Lampe. Un descuelgue de Isla terminó con un disparo elevado de Vargas. Además del ariete de Tigres, había dos rojos en el área de boliviana. Eso ya era una avance, por cómo se daba el partido.
Algo se metió Alexis en el juego. Dejó de reclamarles a sus compañeros y empezó a jugar. No para transformar a Chile en un equipo dominante, pero sí para iniciar la jugada que acabó en un yerro increíble de Vidal, cuando el gol ya se cantaba. Llegó el descanso, necesario para varios que sentían el peso de los 3.600 de La Paz.
De poco sirvieron los 15 minutos en el camarín. Al poco de iniciado el segundo tiempo, varias figuras de la Roja, entre ellos Vidal y Sánchez, se movían con piernas temblorosas. Empezaron los errores, coronados con la descoordinación entre Díaz y Medel. El volante estorbó el despeje del Pitbull y sobre la misma metió la mano sin empacho para cometer un penal. Juan Carlos Arce no falló y a los 58', Bolivia metía al combinado chileno en un lío de marca mayor.
Pizzi se enredó entero. Desconcertado, suspendió el cambio de Paredes, le hizo ponerse nuevamente el peto de suplentes, para cinco minutos después hacer ingresar a... Paredes. Y a Valdivia, el volante al que ha desestimado tantas veces. Pizzi mandó a la dupla de Colo Colo para que salvarán el pellejo de su equipo.
No se notaron mucho lo cambios. Más a los empujones que con buen fútbol, la Roja peleaba por el empate. Sin ocasiones claras, lo que era peor. Es cierto que el juez Roldán se comió un claro penal por una mano de Candia, pero Chile no tenía físico ni ideas para una hazaña.
Salió Vidal, destrozado. Entró Valencia. En la banca sólo había desesperación, con el Rey Arturo comandando el concierto de caras tristes. Y desde la reserva de Bolivia, crecía la fiesta y el coro de insultos para los chilenos. El TAS no se les olvidó a los locales.
Así perdió Chile. Dando pena, despedazado. Y Rusia ya parece un sueño difícil de cumplir. Eso de la generación dorada parece un cuento muy añejo. En Eliminatorias, al menos, por ahora se habla de la generación borrada.